Madrid, 6 de marzo de 2025.- Vejaciones, palizas, robos, personas arrojadas al mar maniatadas u obligadas a subir en lanchas hinchables y abandonadas en el mar y disparos con munición real es lo que documenta el periodista y abogado especializado en los movimientos migratorios del Mediterráneo Hibai Arbide en su libro «Con el agua al cuello».
En una entrevista con EFE, Arbide señala que estas prácticas «no son puntuales» sino que están «normalizadas» en Grecia y se están extendiendo en otras áreas fronterizas «legitimadas por el discurso de odio de Trump y otros líderes de extrema derecha».
El libro recoge testimonios de víctimas, relatos de periodistas que disponen de vídeos que certifican su relato y documentos de organismos como la Oficina de Derechos Fundamentales de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) que el autor ha reunido durante diez años de investigación periodística.
Esta documentación «demuestra la existencia de los llamados ‘hombres encapuchados’, paramilitares que actúan en coordinación con las fuerzas de seguridad griegas» y que impiden la llegada de inmigrantes a Grecia «mediante un uso de una violencia tan fuerte que resulta difícil de concebir e incluso de creer» y que «vulnera sistemáticamente los derechos humanos e incumple la legislación».
Grecia como banco de pruebas para otras fronteras
«Grecia es un ‘spoiler’ -afirma Arbide-. Es un banco de pruebas de medidas que después se han aplicado en otras zonas».
«Pasó durante la crisis financiera de décadas pasadas, volvió a pasar con el auge de la extrema derecha y ha vuelto a pasar con las políticas de gestión de la frontera», argumenta.
«Las devoluciones en caliente que se han normalizado en Grecia son cada vez más habituales en el Canal de la Mancha, en Francia, en las acciones de las patrulleras libias, en la frontera entre Bulgaria y Turquía, entre Croacia y Bosnia, entre Eslovenia y Croacia, entre Hungría y Serbia, entre Polonia y Bielorrusia e incluso, de manera más reciente, entre Filandia y Rusia», defiende.
La presencia de paramilitares y voluntarios fascistas también se está extendiendo y ya se ha detectado en la frontera de Estados Unidos y México, la de Bulgaria con Turquía y la de Hungría con Serbia.
De la solidaridad a la violencia
‘Con el agua al cuello’ (Capitan Swing Libros) se centra en el caso de las islas griegas cercanas a Turquía, que su autor considera paradigmático, ya que la evolución de la solidaridad a la violencia ha sido muy visible.
Los habitantes de Lesbos -isla griega en la que vive el autor- fueron nominados al Premio Nobel de la Paz en 2016 por salvar vidas de migrantes. «Ahora la mayoría mira hacia otro lado cuando ven las barcas de los encapuchados partir del puerto, es decir, en el centro de la ciudad», constata.
El cambio es el resultado de toda una serie de medidas, como la que limitó el traslado de los migrantes a la Grecia continental, creando grandes campos de refugiados y tensionando la situación en las islas, o la de prohibir los rescates en el mar a las ONG y su criminalización, pero «lo realmente determinante ha sido conseguir deshumaniza al inmigrante y crear un andamiaje que garantice la impunidad».
La deshumanización de los hombres, mujeres, niños y bebés que intentan llegar a Europa se ha conseguido con «discursos xenófobos que han inoculado la idea de que la migración es un grave problema y que las cosas serían peores si les dejaran entrar en Europa», añade.
Mientras que la impunidad se ha alcanzado gracias a «la legitimación de las autoridades, ya que la UE no lo ha condenado sino que ha felicitado a Grecia por ser el escudo de Europa», comenta.
Una legitimación que ha ratificado la llegada al Gobierno de Estados Unidos de Donald Trump, «que no solo defiende las deportaciones masivas sin garantías, sino que hace exhibición de estas prácticas y las espectaculariza».
«Acciones e ideas que antes eran aberraciones extremistas ahora se ven como sentido común», lamenta el autor, que no aspira a que su libro cambie esta realidad, pero espera que su «advertencia» sea escuchada por alguno de los gobiernos que todavía no han llegado tan lejos como el griego, pero que están en la misma senda.
Rosa Díaz
EFE