Bogotá, 8 marzo de 2025.- Frente al mural de ‘Las cuchas tienen razón’, un símbolo de la lucha de madres de víctimas de desaparición forzada, cientos de mujeres se encontraron este sábado en las calles de Bogotá para levantar su voz en colectivo, exigir sus derechos, hablar de resistencia y pintar de morado y verde la ciudad durante la manifestación feminista del 8M.
Antes de la batucada, de gritar sentidas consignas y empezar una movilización por una vida digna y libre de violencias, la avanzada feminista ondeó con fuerza sus banderas, vinieron los abrazos, se abrieron los frascos de pintura y un segmento de diálogo por «nos sobran razones para marchar».
«Lo que hacemos es reunirnos y juntar esperanza, juntar resistencia. Es muy bonito ver que no estamos solas, sino que hay muchas en la misma sintonía», dijo a EFE Laura Vásquez Roa, integrante de Somos Un Rostro Colectivo, una plataforma que articula y planea de las movilizaciones feministas en Bogotá.
Vásquez moderó un conversatorio mientras cientos de mujeres se preparaban para dejar su estela en esta edición del 8M.
La calle fue el auditorio elegido para escuchar a las reflexiones de Ana Salamanca, del Sindicato de Trabajadoras del Hogar e Independientes (Sintrahin); Luz Marina Becerra, de la Coordinación de Mujeres Afrocolombianas Desplazadas en Resistencia ‘La Comadre’, y Miriam Suspes, de la Fundación Hasta Encontrarlos.
Entre las pancartas con frases como «les molesta más limpiar pintura que nuestra sangre», «nuestro grito viene de un corazón cansado de vivir con dolor y miedo» y «nos sembraron miedo, nos crecieron alas», fue reservado un lugar para las víctimas de feminicidios de 2025, que «son más de 50 y no estamos siquiera en la mitad del año».
«Es una preocupación constante y por eso estamos acá», apuntó Vásquez, quien agregó: «Tenemos una cuenta muy dolorosa que cada año sigue aumentando o no cambia» y recalcó que este año se juntaron bajo la consigna «Por el trabajo y la vida, avanzada feminista y resistencia colectiva».
De acuerdo con el Observatorio Feminicidios Colombia, 886 mujeres fueron víctimas de feminicidio entre enero y diciembre de 2024.
Esa cifra sacude el corazón de las participantes en la movilización, que se convirtió también en el escenario para homenajes como el que hizo Nury Rojas, que usó una camiseta con el rostro de Angie Paola Baquero Rojas, su hija, asesinada durante las protestas de septiembre de 2020 en Colombia contra la brutalidad policial.
Madre en pie de lucha
Con un girasol en la mano y llevando el mismo tatuaje que distinguía a la joven de 19 años, esta madre llegó al punto de encuentro para participar por primera vez en una marcha feminista luego de cinco años pidiendo verdad y justicia.
«En este momento no soy Nury, soy Angie Paola porque la traigo en mi camiseta. Mi hija era lesbiana y fiel creyente en todos estos procesos de cambio», declaró Rojas a EFE antes de mezclarse con la marea verde y morada para demostrar que «esta mamá va a seguir de pie, alzando la voz y la bandera» que dejó su hija.
Para no transitar por ese camino doloroso se levantaron temprano Camila Díaz, de 16 años, y su mamá, Estefany González, de 31, para pintar los carteles y elegir las consignas que querían defender en su segunda participación en la marcha 8M.
«Grito por mi mamá lo que ella tuvo que callar», fue una de las frases elegidas porque, según explicó Díaz, «cada una tiene su historia, no nos gusta compartirla, pero por algo las dos marchamos juntas».
Este año, con el ingreso de la joven a la universidad lo único que reclama González es que «pueda mandarla a estudiar segura sin tener miedo de que algo le va a pasar en la calle», confesó a EFE, mientras su hija sostenía una pancarta que confirmaba ese clamor: «Quiero que mi mamá recoja mi título universitario y no mi acta de defunción».
Pese a que la manifestación fue en su mayoría pacífica, hubo actos de vandalismo durante la jornada como la pintada de graffitis en la fachada del Palacio de San Carlos, sede de la Cancillería, o la destrucción de vidrios de algunas paradas de autobuses.
Jeimmy Paola Sierra
EFE