Yuba, 14 marzo del 2025 – En poco más de una semana, la paz en Sudán del Sur se ha visto amenazada por una serie de ataques y detenciones que han sacudido el frágil pacto entre el Gobierno y la oposición. El principal causante es el ‘Ejército Blanco’, una histórica milicia que ya no se alinea con ninguna de las partes.
Sudán del Sur atraviesa una crisis desde que el ‘Ejército Blanco’, inicialmente aliado de la oposición, atacó una guarnición de las fuerzas gubernamentales de Yuba a principios de mes y capturó a decenas de militares en la ciudad de Nasir, en el estado norteño de Alto Nilo que los combatientes del grupo habitan desde hace décadas.
La situación se torció todavía más el pasado viernes, cuando los milicianos atacaron un helicóptero de la ONU mientras evacuaba a los militares en Nasir y mataron a casi una treintena de soldados, entre ellos un importante general, además de un miembro de la tripulación de Naciones Unidas.
De nada sirvieron los llamados e intentos de mediación del vicepresidente sursudanés, Riek Machar, que es también el líder de la denominada oposición armada que alcanzó en 2018 un acuerdo con el Gobierno de Yuba, algo que dejó patente que el ‘Ejército Blanco’ ya no tiene lealtades.
¿Qué es el ‘Ejército Blanco’?
Sus combatientes proceden de la tribu Nuer, una de las más prominentes en Sudán del Sur y dedicada principalmente a la ganadería. A principios del siglo XX se organizaron y formaron el ‘Ejército Blanco’ para proteger sus vacas y defenderse de cualquier ataque de otros clanes de Alto Nilo.
De hecho, su nombre procede de la tradición que tiene la tribu de embadurnarse el cuerpo con las cenizas de heces de vaca para protegerse de las picaduras de los mosquitos.
En la actualidad, cuenta con unos 100.000 jóvenes armados con rifles de asalto y armas ligeras, pero en sus orígenes utilizaban lanzas, jabalinas y palos.
A partir de la década de 1950, cuando comenzaron las sucesivas guerras civiles de Sudán -Sudán del Sur se independizó en 2011- es cuando esta milicia comenzó a ser utilizada para participar en el conflicto.
Fue entonces cuando se exacerbaron las tensiones con la tribu Dinka, su principal rival, el clan más numeroso de Sudán del Sur y al que pertenece la mayoría de los soldados y altos cargos políticos y militares del joven país.
Durante la guerra sursudanesa (2013-2018), el ‘Ejército Blanco’ luchó junto a la oposición liderada por Machar, pero el grupo se sintió decepcionado tras ver que el acuerdo de paz no sirvió para satisfacer sus demandas de representación política, mejora de servicios básicos y su integración en un Ejército unificado.
«Ya no seguimos a Riek Machar», afirma a EFE el portavoz de la milicia, Chol Jang, que recuerda que el ‘Ejército Blanco’ se distanció de la oposición armada y decidió seguir combatiendo hasta conseguir sus objetivos.
Promesas incumplidas
Jang lamenta que después de que Machar se convirtiera en el vicepresidente de Sudán del Sur «ya no puede abordar los problemas» de los Nuer y «olvidó» sus demandas, por lo que optaron por luchar en contra del acuerdo de paz de 2018 que puso fin a una guerra que se saldó con 400.000 muertos.
«Esperábamos que nuestras fuerzas se integraran en el Ejército nacional. No se establecieron escuelas ni hospitales en nuestras zonas, y nuestros líderes no tenían representación en el gobierno», dice Jang.
El ‘Ejército Blanco’ no es la única fuerza Nuer que se distanció de la oposición. Existen también otros grupos, como los liderados por Duer Tut Duer o Simón Gatwech Dual, en Alto Nilo y Jonglei, dispuestos a seguir combatiendo hasta que se negocien nuevos términos de seguridad y de reparto de poder.
«Hemos reorganizado y reorientado a nuestros jóvenes tras la traición de Riek Machar», asegura a EFE Kulang Bichok, líder del Movimiento de Liberación de Sudán del Sur liderado por Duer Tut.
Una fuerza indomable
El portavoz de la oposición armada, Pouk Both, indica a EFE que el ‘Ejército Blanco’ es una entidad independiente que solo participa con las fuerzas leales a Machar por interés: a cambio de armas o botines.
«Son solo fuerzas aliadas sin otra misión que proteger sus territorios, sus vacas y a cualquiera que los ataque», señala el portavoz, que distanció a la oposición del ataque de Nasir que desató la crisis.
El analista especializado en milicias sursudanesas Mach Joseph apunta a EFE que los jóvenes combatientes «cometieron los peores crímenes, como asesinatos, violaciones y torturas» en nombre de los Nuer y como consecuencia de la falta de desarrollo en el norte de Sudan del Sur.
«Se necesita un verdadero desarrollo para que estos jóvenes dediquen sus energías a la educación y la reconstrucción del país, en lugar de utilizarlos en la maquinaria de guerra destructiva», sentencia.
Atem Simón Mabior
EFE