Ciudad de Gaza, 26 jul – El pequeño gazatí Mohamed Motawaq, de tan solo 18 meses, de cuerpo esquelético pasa los días en Gaza en brazos de su madre, Hidaya al Mutauaq, treintañera y viuda tras perder a su marido en un bombardeo israelí, sin apenas leche y otros productos básicos por las restricciones que Israel sigue imponiendo a la entrada de ayuda a la Franja desde hace meses.
«Temo perder a mi hijo debido a la falta de comida y la hambruna que estamos viviendo. Su cuerpo se ha debilitado, los síntomas son evidentes en su rostro, su cuerpo está agotado y ya no puede sostenerse en pie», explica a EFE desde la capital gazatí.
Hidaya cuenta cómo la salud de su pequeño hijo se ha ido deteriorando en estos últimos meses en los que Israel no solo ha incrementado su ofensiva contra la Franja -con más bombardeos e incursiones- sino en los que apenas ha permitido la entrada de comida, medicinas y combustible.
«A veces nos acostamos sin comer»
«Su estado de salud era bueno, tenía un peso normal y comía de manera habitual, pero debido a las condiciones que vivimos (…), ahora su peso es de solo seis kilos por la falta de comida. Me resulta difícil conseguir un plato de arroz para ellos, y a veces nos acostamos sin comer», lamenta.
Tampoco en los pocos hospitales que funcionan en la Franja, lugares que Israel ha bombardeado en varias ocasiones, con un personal médico exhausto y sin apenas suministros médicos, pueden dar una respuesta a este niño gazatí.
«He ido muchas veces a los hospitales, pero sin resultados. Me dijeron que mi hijo necesita suplementos básicos para que pueda volver a estar como antes», cuenta.
Comprar en los mercados de Gaza, los pocos productos que quedan allí, es otra opción que ha descartado en vista de los disparados precios y ante la situación económica que afronta esta gazatí tras la muerte de su esposo.
«Mi esposo murió durante la guerra; él era nuestro único sostén y quien proveía lo que necesitábamos. Tras su fallecimiento, no tenemos quién nos mantenga. Soy yo quien lucha por proporcionarles (a sus dos hijos) lo más básico, pero no puedo. Aunque las cosas están disponibles en el mercado, sus precios son altos», indica.
Por si fuera esto poco, el hogar de esta joven gazatí y sus dos hijos es una tienda de campaña cedida sin camas ni almohadas.
«Mi hijo Mohamed necesita lo más básico, como una cama y una almohada. No tengo una tienda de campaña, y la que ocupamos es temporal. No hay cama, ni almohada, ni medios para mi hijo», detalla.
Desde el inicio de la ofensiva israelí, ordenada por el Gobierno de Benjamín Netanyahu en octubre de 2023, el hambre se ha cobrado la vida de al menos 127 gazatíes de los que al menos 85 eran niños, según cifras del Ministerio de Sanidad palestino.
Muchas de esas muertes se han producido en Gaza a lo largo de este mes de julio, especialmente en el norte de la Franja donde no hay puntos de reparto de comida de la polémica Fundación Humanitaria para Gaza (GHF, por sus siglas en inglés).
Los residentes del norte dependen de los pocos camiones de la ONU que Israel, tras largos procesos burocráticos, deja ingresar ante una población exhausta y hambrienta.
El Ejército israelí culpa a las agencias de la ONU de no recoger y distribuir los centenares de camiones con ayuda que se encuentran ya dentro de Gaza, pero en la frontera. Estos organismos, por su parte, denuncian las trabas que impone Israel para recoger la ayuda.
Mientras tanto, madres como Hidaya viven con el miedo de que la vida de su hijo se apague en cualquier momento.
Ahmad Awad
EFE