Hasta los indígenas han caído en el “triángulo de oro” de la marihuana en el Cauca

FECHA:

Karina García no tenía pelos en la lengua, por eso nunca se calló a pesar de que amenazas llovían sobre ella. Su discurso se iba volviendo más fuerte, más radical contra las disidencias de las Farc que azotan Suárez, el municipio del Cauca del que quería ser la primera mujer alcalde. Meterle mano al triángulo de oro de la marihuana, el lugar donde se cultiva la mejor hierba del mundo entre las montañas de Corinto, Miranda y Caloto, era una de sus obsesiones.

El viernes 30 de agosto tenía una cita en Betulia, al norte del municipio, una zona en donde desde hace más de un año se mueve el grupo Dagoberto Ramos al mando de alias Mayimbú, disidencia del Sexto Frente de las Farc que operaba en esta zona del Cauca junto con el Octavo, el Sesenta y la columna móvil Jacobo Arenas.

El viernes en la tarde, mientras iba con su madre en una camioneta, hombres de ese grupo la bajaron del carro y después incendiaron la camioneta. Nada se supo de ella hasta que en la madrugada del lunes fue encontrada muerta junto con otras cinco personas entre las que se contaba su mamá. El domingo, además, otros cuatro simpatizantes de la campaña de esta política perteneciente al Partido liberal, también fueron asesinados. No tardaron mucho tiempo en saber quien había sido el autor de esta masacre: Mayimbú, cuyo nombre es Leider Johany Noscue

El 4 de enero del 2011 Mayimbu se paseaba orondo por las calles de Santander de Quilichao. Pocos sabían que desde su infancia había formado parte de las milicias de las Farc. Su labor en esa guerrilla consistía en hacer inteligencia en el casco urbano y adquirir material logístico. Ese día lo metieron preso. Lo iban a condenar por rebelión pero en junio del 2011 misteriosamente se le escapó a la justicia y quedó libre.

Pasaron muchos años sin saber de él hasta que en la noche del sábado 23 de mayo del 2018 la caminante rgentina Mónica Berenice Blanco fue bajada de una camioneta frente al cementerio de los evangélicos, a cinco minutos del casco urbano de Caloto, y allí le pegaron seis tiros. La muchacha se había radicado en la zona y era la guía oficial del Tour de la cannabis, una nueva iniciativa que había surgido después de los acuerdos de paz entre la guerrilla de las Farc y el gobierno de Juan Manue Santos. Sin embargo había alguien que no estaba de acuerdo con esta práctica: Mayimbú, dueño y señor de los cultivos de marihuana, se había hartado de ver mochileros extranjeros recorriendo los plantíos de marihuana del norte del Cauca y quería mandar un mensaje contundente: no volver a ver a nadie extraño merodeando entre las montañas de Miranda, Corinto y Caloto. Allí, en donde hace algunos años se daba casi que de manera silvestre la popular Punto Rojo, ahora arrecia la Cripy. Se estima que son ya 12.596 hectáreas cuyos moños jugosos se comercializan en buena parte del planeta.

Con una tierra fértil y sin control del Estado, el negocio de la marihuana en el departamento es el más apetecido. En las noches en el Triángulo del Oro ocurre un espectáculo hermoso y a la vez inquietante: la montaña se enciende. Son los cultivos hidropónicos que trabajan con sus plantas de energía para darle a la marihuana el poderío que la ha convertido en una de las más apetecidas por norteamericanos, canadienses y europeos.

Sin embargo, la nueva bonanza ha traído la muerte. Al final del 2018 cuatro líderes campesinos fueron asesinados en la zona. El más notorio de la lista fue el gobernador indígena Edwin Dagua Ipia del resguardo Huellas en Caloto. A esto se sumaron la muerte de un patrullero del ESMAD Boris Alejandro Benítez durante el paro indígena de marzo del 2019.

Pero los asesinatos no son lo único que molesta los taitas y otras autoridades indígenas: el afán por la ostentación está acabando con una cultura. Es cada vez más común ver a Nasas o paeces andar en carros de lujo, lucir pesadas gargantillas de oro, ropa de marca, ostentaciones nuevas. Las 100 mil personas que habitan el triángulo a veces no tienen otra opción que la economía ilegal. Allí no hay industria, no hay empresa privada y tal vez las únicas iniciativas propias son las tienditas a la vera del camino. Por algo esta zona le aporta al país casi el 10% de los cultivos de marihuana que hay en el país.

A ese infierno Karina García Sierra quiso ponerle orden. Pero con el triángulo de oro de la marihuana solo los guerreros duros se meten.

Tomado de Las2Orillas

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