Irán dio este domingo un nuevo impulso a su programa atómico con el inicio de la construcción de la segunda unidad de la central nuclear de Bushehr y con avances en el recién reactivado enriquecimiento de uranio en la planta de Fordo.
El jefe de la Agencia de Energía Atómica de Irán (AEAI), Alí Akbar Salehí, destacó que su país «necesita la energía nuclear» para las generaciones futuras, aludiendo a que la energía fósil se acabará en varias décadas.
«Puede que una de las razones de que enfrentamos desafíos con los enemigos es que quieren arrebatarnos esta principal fuente de energía», subrayó Salehí durante una ceremonia en Bushehr con motivo del comienzo del vertido de hormigón para la construcción del segundo reactor.
La controversia rodea el programa nuclear de Irán desde hace décadas debido al temor de los países occidentales a que el régimen de los ayatolás se hiciera con la bomba atómica.
Para evitarlo, el Grupo 5+1 (EEUU, Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania) firmó el 2015 con Irán un acuerdo que limita el programa atómico iraní a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales.
Sin embargo, la retirada en 2018 de EEUU del acuerdo nuclear y su reimposición de sanciones a Irán han debilitado el histórico pacto y han llevado a las autoridades iraníes a dejar de cumplir con algunos de sus compromisos.
El desarrollo de Bushehr, cuya central nuclear alcanzó su pleno rendimiento en junio de 2013 con una capacidad de 1.000 megavatios, no implica no obstante una violación del acuerdo nuclear.
3.000 MEGAVATIOS DE ENERGÍA NUCLEAR EN 2027
El jefe de la AEAI expresó su esperanza de que el segundo y tercer reactores estén en funcionamiento en 2025 y 2027, respectivamente, con una capacidad de unos 2.100 megavatios, lo que elevaría a algo más de 3.000 el total de la central.
Cada unidad requiere una inversión de 5.000 millones de dólares, según Salehí, quien agradeció el respaldo de Rusia en este proyecto, cuyos procedimientos técnicos comenzaron en septiembre de 2018, según la corporación estatal rusa Rosatom.
Fue Rusia también el que firmó un acuerdo con Irán en febrero de 1998 para reanudar la construcción de la primera unidad de la central de Bushehr, que estaba llevando a cabo Alemania pero quedó paralizada tras el triunfo de la Revolución Islámica en 1979.
Salehí afirmó que Bushehr ayudará al país a ahorrar 660 millones de dólares al año, al reducir la necesidad de petróleo para generar electricidad, y proporcionará a los residentes locales de 200.000 a 400.000 metros cúbicos de agua potable en el futuro.
Además, destacó que la central es «totalmente segura» y que la energía nuclear es limpia, por lo que se evitará la emisión de 21 millones de toneladas de gases contaminantes.
Bushehr no entraña problemas conforme al acuerdo nuclear de 2015, pero no ocurre lo mismo con la planta de Fordo, protagonista del cuarto paso de la reducción de compromisos nucleares anunciado por Irán este mes.
ENRIQUECIMIENTO DE URANIO EN FORDO
El pacto de 2015 estipula que Fordo sea un centro de tecnología nuclear y física, en vez de una planta de producción de uranio enriquecido, así como un límite de enriquecimiento del 3,67 %.
En violación de estas disposiciones, la AEAI inyectó esta semana gas en 1.044 centrifugadoras de Fordo y comenzó a enriquecer uranio a unos niveles similares a los alcanzados antes de la firma del pacto nuclear.
Los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) verifican en esta jornada el proceso en Fordo, donde, según el portavoz de la AEAI, Behruz Kamalvandí, el enriquecimiento de uranio se realizará «a plena capacidad en los próximos días».
Sobre la pureza del enriquecimiento lograda en Irán, Kamalvandí indicó la víspera que en la actualidad es del 5 %, pero que el país tiene capacidad de producir «al 20, al 60 o a cualquier porcentaje».
Ese 5 % excede el límite establecido por el acuerdo nuclear pero es inferior al 20% que Irán había producido con anterioridad y está muy lejos del 90 % requerido para las armas nucleares.
Irán asegura que su programa atómico es pacífico y que no quiere abandonar el acuerdo de 2015, pero defiende que las medidas adoptadas son necesarias para presionar al resto de firmantes a que contrarresten las sanciones estadounidenses.
En este sentido, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Abas Musaví, negó hoy que Irán haya decidido retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear y que se encontraran rastros de uranio en una supuesta instalación secreta.
EFE.