Gracias a la reparación colectiva que implementa la Unidad para las Víctimas, 163 familias de comunidades afrodescendientes de las veredas Villagrande, Chaparrosa y Nueva Esperanza, del municipio de El Bagre, retoman sus tradiciones e impulsan sus proyectos productivos.
Este Plan de Reparación Colectiva contiene 22 medidas, una de ellas es la indemnización económica, que ya se les entregó a estos tres consejos comunitarios y que decidieron invertir en un criadero de truchas que les garantice su sustento e independencia económica.
De igual manera, se realizó un encuentro gastronómico y cultural, en el que los tres consejos comunitarios se concentraron en un sólo lugar. Este festival fue implementado como una medida de satisfacción, contemplada dentro del plan concertado previamente con la comunidad y en el que ellos retoman parte de sus tradiciones.
Para Jhonmis Robledo, docente del Consejo Comunitarios de Chaparrosa, «el festival gastronómico importantísimo para nuestra comunidad que hacía mucho tiempo se había perdido por culpa de la violencia, gracias a la Unidad para las Víctimas hemos retomado estas prácticas culturales y poderlas preservar e impregnar a nuestros niños de ello».
Así mismo, recibieron por parte de la Unidad para las Víctimas equipos e insumos de confecciones (máquinas planas y fileteadoras, mesas de corte, telas e hilos), además, refrigeradores, grabadoras y micrófonos con una inversión de $75 millones a través del Banco Mundial, organismo que ayudó a la implementación de esta, otra de las medidas que se han implementado en estas comunidades negras.
Adicionalmente, se les entregó también dotación de mobiliario (sillas y mesas) y kits de cocina con lo que se fortalece sus capacidades de productividad y procesos organizativos propios, con el fin de que puedan reconstruir su tejido social.
Oiden Julio Vergara, representante del consejo de Villagrande, reconoce que estos equipamientos “contribuyen a reparar, mitigar y resarcir los daños causados por el conflicto y la reconstrucción del tejido social que se había roto en nuestras comunidades”.
El líder recordó que entre 1997 y 2005 “este territorio fue muy golpeado por el conflicto con desplazamientos forzados de población, masacres, asesinatos selectivos, confinamientos y violencia sexual”.
Dentro de las medidas de rehabilitación también se desarrolló formación de la guardia ambiental y el intercambio de semillas ancestrales, y la recuperación de la siembra de plantas que forman parte de la práctica de la medicina tradicional.
Para Martha Cuesta, miembro del consejo comunitario de Villagrande “estamos en el proceso de Reparación Colectiva y de construcción de un comité de guardias ambientales, para poder recuperar lo perdido, la ancestralidad que hemos perdido, las huertas caseras, la siembra de plantas medicinales que perdimos por causa del conflicto armado”.
Según Wilson Córdoba, director de la Unidad para las Víctimas en Antioquia, «con estas dotaciones avanza la implementación del plan reparación colectiva aportando al fortalecimiento de la identidad afrocolombiana mediante medidas con enfoque étnico, que sirven para recuperar el tejido social, prácticas comunitarias y saberes ancestrales que alguna vez se interrumpieron por el conflicto armado”.
En Antioquia, la Unidad para las Víctimas cuenta con 53 sujetos de reparación colectiva reconocidos (más de 600 en Colombia), 14 de estos con planes en implementación con medidas como rehabilitación de vías, escuelas, puentes, parques, dotaciones a centros médicos, instituciones educativas, puestos de salud rurales, casas de la cultura, centros de acopio y apoyo a proyectos productivos.
Además de las obras de infraestructura social, también se concretaron medidas como la recuperación de fiestas tradicionales que la violencia interrumpió, juntas de acción comunal y los liderazgos con la Estrategia Entrelazando, entre otros proyectos priorizados por las comunidades.