La novelista, dramaturga y XIX premio de poesía Casa de América Carmen Boullosa es escritora porque tiene «tanto interés por la vida como por la muerte. No tengo ganas de morirme, pero al mismo tiempo sé que no soy nada si no estoy todo el tiempo hablando con los muertos», ha reconocido este lunes a Efe.
«No hablo solo con mi familia: también con todos esos muertos, la mayoría jóvenes, que han caído en la guerra civil mexicana, la guerra contra las drogas, y que siguen en fosas sin identificar», ha explicado Boullosa en Casa de América (Madrid), donde presentará mañana martes el libro con el que ha obtenido el premio de poesía latinoamericana del centro, «La aguja en el pajar», que edita Visor.
Esta obsesión de Boullosa (Ciudad de México, 1954) le llevó a publicar hace dos años junto a su actual pareja, el premio Pulitzer Mike Wallace, un ensayo sobre la guerra de las drogas en México, y ahora a escribir este libro de poemas que dialoga entorno a la extinción de la humanidad y la crisis climática actual.
«Hemos lastimado de tal manera a la Tierra que, de pronto, enseña bocanadas de calor o de fuego, expresiones cadavéricas de muerte», ha explicado la autora, que escribió los poemas de este libro por la noche, castigada por un impulso que denomina «obsesión voluntaria y colectiva» por contar las cosas y que, asegura, le persigue desde que comenzó a escribir.
Según cuenta, comenzó a escribir versos a los 15 años, tras la muerte de su madre: «Cuando el mundo a tu alrededor se resquebraja, solo puedes crear tu propio planeta», ha asegurado la autora, que tiene publicados más de medio centenar de títulos.
«Escribo en momentos de crisis, de júbilo y de placer -ha añadido la escritora, premiada con el Premio de Novela Café Gijón en 2008 y con el Anna Seghers en 1997-. Para mí es más que el oxígeno. La poesía no es lo que respiro, es lo que soy».
Boullosa llegó a Nueva York en 2001 para trabajar en la Biblioteca Pública para escolares y escritores de la ciudad. Allí vivió los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas, y ese acto de violencia, cuenta, le «conmovió e hirió tanto» que se quedó en la ciudad.
«Vi caer los papeles, vi la explosión de la primera torre y los papeles volar por el cielo. Vi a mi hija pequeña con las pestañas llenas de caliche blanco y a la gente correr por el puente de Brooklyn -ha descrito la autora-. Vi a la gente correr desesperada. Si yo no hubiera estado presente, no me habría quedado más tiempo en Nueva York».
Sin embargo, su residencia estadounidense choca con su oficio como escritora en español, pese a los más de 35 millones de mexicanos que, se estima, viven en Estados Unidos: «Para mí, el inglés es una herramienta: mi lengua es el español, como la de tantos otros mexicanos que viven en EE.UU.. Vivimos en un puente que cruzamos constantemente, entre ese país y el nuestro».
Un puente desde el que «todo se vive con más intensidad y nostalgia», asegura la autora, y que choca con la obsesión del presidente estadounidense Donald Trump de «imponer un muro que alienta la repulsión por el inmigrante en un país que, de hecho, se ha hecho grande gracias a la inmigración».
Cuenta Boullosa que, impulsada por ese racismo que personifica Trump, hace unos años se propuso releer la tradición literaria hispanoamericana, aunque en esta ocasión en clave de género.
Estas lecturas le llevaron a la conclusión de que autoras como Gabriela Mistral, Sor Juana Inés de la Cruz o Emilia Pardo Bazán, entre otras muchas invisibilizadas, «son fundamentales para entender la literatura en nuestra lengua».
Sobre estas investigaciones, que le han ayudado a «iluminar desde otro ángulo» sus raíces literarias, la autora publicará próximamente un libro.
EFE.