Uno de los oficiales de mayor experiencia del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) lleva 22 días bajo el escrutinio público. Investigadores, abogados y reporteros escarban en su vida y reconstruyen qué hizo el sábado 23 de noviembre hacia las 3:45 p. m.
Fue él quien disparó la escopeta calibre 12 que cobró la vida de Dilan Cruz, de 18 años, durante la tercera jornada de marchas y protestas. Por primera vez, el oficial habla para un medio y responde preguntas claves sobre el episodio, que ya es materia de investigación penal y disciplinaria.
¿Quién es usted?
Soy bogotano, tengo 32 años y desde los 18 estoy en la Policía. Mis padres están vivos. Tengo un hijo y esposa. Varios miembros de mi familia están en la Policía. Soy un oficial comprometido, disciplinado, con la convicción de aportarle al país.
¿Cómo termina en un cuerpo en el que arriesga su vida y puede afectar a otros?
Trabajé 10 años en la Policía de vigilancia, en varias ciudades. Pero tomé la decisión de ayudar a quienes se ven afectados por diferentes grupos que al tratar de protestar por sus derechos resultan vulnerando los de los demás. Es una manera de decir ‘esperen, todo se puede hacer, pero respetando normas. Aquí hay Estado’.
Además del caso Dilan, ¿cuál ha sido el episodio más fuerte que ha enfrentado?
He atendido más de 200 servicios con el Esmad. Uno de los momentos más fuertes fue el 19 de febrero de 2017, en Bogotá, el último domingo de plaza de toros. Nos enviaron a cubrir dos puntos, y en una esquina había un casillero de la empresa de teléfonos con un lapa, un explosivo. Nos agarró la onda expansiva. Uno de los policías me preguntó: ‘¿Capitán, aún tengo mi ojo?’. Dos perdieron uno de sus ojos, otro tenía esquirlas enterradas en el pecho, y el patrullero Garibello murió.
¿En qué operación estaba antes de atender los disturbios en Bogotá?
En Tumaco, protegiendo a erradicadores de cultivos ilícitos. Luego salí al Cauca, para varios procedimientos. De ahí fui a Cali, donde apoyé la atención del paro. Y el día 22 de noviembre llegué a Bogotá. También hemos tenido que controlar motines y hacer requisas en cárceles y Uris. Trabajamos 25 días seguidos y descansamos 5.
¿Qué pasó esa tarde, en la calle 19 con carrera 4.ª?
Nos dieron la orden de movernos hacia el Icetex, que había sido atacado días atrás. Allí solo estaban tres patrulleras, un suboficial y seis patrulleros, y se aproximaban cerca de 500 personas. Cuando íbamos para el lugar, la calle 19 estaba bloqueada e iniciamos el procedimiento para despejar. Lo primero que hice fue avisar a funcionarios que debía despejar la zona. Estaba una personera, les avisamos que debíamos proceder. Les dije: ‘Retírense de la vía, retírense de la vía’, y la gente empezó a decir: ‘Van a proceder, van a proceder’. Cuando avanzamos, recibimos agresiones con objetos contundentes. Iniciamos el procedimiento con el uso progresivo de armas y elementos menos letales. Como el ataque hacia nosotros y otras personas no se detenía, se hizo uso de la escopeta para disuadir y dispersar. Sobre el lamentable incidente de Dilan no me puedo referir: es materia de investigación.
Videos y testimonios muestran que la marcha era pacífica. ¿Hubo disturbios y ataques al Esmad?
Claro que sí. Hay imágenes.
¿Qué hacía Dilan en ese contexto?
Antes del momento exacto es difícil decirlo, porque nos enfocamos en grupos, no en personas en particular. Solo sé que es uno de los muchachos que toman la parte del frente de la agrupación (sic), de los tantos que tienen su rostro cubierto. Saber todo lo que hizo es muy complicado.
Videos muestran cuando Dilan pasa frente a usted, y no iba agachado. ¿Insiste en que se atravesó en su línea de fuego? ¿No debió haberlo herido entonces en los pies?
Hay dos cosas que debo explicar respecto de lo que se ha ventilado. Primero, yo me refiero a que su cabeza está a una altura inferior a la que estaría si estuviera quieto y erguido. Segundo: yo no accioné el arma hacia él, es casi imposible darle a un blanco en movimiento con un arma que no es de precisión. Mi intención era dispersar al grupo que estaba en la esquina, que lo integraban quienes cubrían sus rostros y lanzaban objetos.
¿Qué hizo cuando él cayó herido?
Frené de inmediato el procedimiento para verificar qué había pasado, y procedimos a hacer la ayuda humanitaria. Pero no nos permitieron llegar hasta él.
¿Su entrenamiento es el adecuado, incluso para manejar esa escopeta?
Nos entrenan lo suficiente para saber qué se puede y qué no se puede hacer. Lo primero que aprendemos, y que yo también he tenido el privilegio de enseñar, es que la tarea es defender, proteger a transeúntes, a los mismos manifestantes, su derecho a la manifestación. Cada cierto tiempo somos reentrenados. Cuando se evalúa la necesidad de mejorar y cambiar protocolos, de manera inmediata nos lo enseñan a todos.
¿No es demasiado violenta la munición que usan?
No puedo opinar sin ser el que toma las decisiones. La Policía trabaja para mejorar cada día. Llegará un punto en el que se pueda cambiar por una más efectiva y que genere menos daño. La Policía busca siempre tener lo mejor.
¿Cómo son ahora sus días?
He estado muy preocupado, al igual que mi familia. Soy católico y entiendo qué es la vida de una persona. Claro que me afecta. Pero estoy seguro de mi procedimiento, actué dentro de los protocolos y se trató de un hecho desafortunado. Además, temo por mi seguridad y la de mi familia.
¿Ha recibido el apoyo y respaldo de la institución?
Todo el respaldo, ya que el procedimiento se realizó dentro de los protocolos y se informó todo el tiempo lo sucedido, lo cual ayudó a dejar claro en la institución que nunca se actuó de mala fe.
¿Vale la pena arriesgarse por preservar lo que usted llama ‘seguridad ciudadana’?
Cada minuto vale la pena. Nada causa más satisfacción que el poder ayudar a otro. No hay nada mejor que sentir la gratitud de alguien, y más cuando se está cumpliendo con el deber.
De salir bien librado, ¿regresaría al Esmad?
En este momento quisiera tomar un tiempo mientras se desarrolla la investigación, pero me gustaría volver. Todos tenemos unas aspiraciones, y las mías son llegar a ser un alto mando en esta especialidad. Pero la decisión la dejo en manos de Dios.
Si estuviera mirando a los ojos a la familia de Dilan, ¿qué les diría?
Que jamás tomé parte en el Esmad para hacer daño. La forma de ver mi trabajo es la de protección, la defensa de la vida, honra y bienes de las personas. Le ofrecería toda mi solidaridad en este momento tan duro a su familia.
¿Usted considera que este es un acto del servicio?
Sí. Claramente.
‘Acá no se puede hablar de un asesinato’
El penalista Abelardo de la Espriella, defensor del oficial vinculado a la muerte de Dilan Cruz, respondió dos preguntas claves sobre la investigación.
¿Se puede hablar en este caso de un asesinato?
“Quiero ser enfático: el señor capitán jamás tuvo la intención de causarle daño a Dilan; por tanto, no podemos hablar de un asesinato. Los lamentables hechos ocurrieron mientras mi cliente desarrollaba actos propios del servicio, amparado por la ley y ajustado a los protocolos”.
Entonces, ¿debe ir a la justicia penal militar?
Es absolutamente claro que debe ser la justicia penal militar la que dirima este asunto. Yo estoy aquí para evitar que un policía –sin mácula en su hoja de vida, dedicado y respetuoso de la ley, además de padre y esposo ejemplar– sea linchado sin fórmula de juicio, por una izquierda radical que ha buscado desde hace muchos años desprestigiar a nuestra amada y valerosa Fuerza Pública.
Tomado de El Tiempo