Decenas de inmigrantes hondureños se concentraban este jueves en San Pedro Sula, norte de Honduras, con la idea de salir mañana hacia Estados Unidos, en una caravana denominada por la «Ruta del Diablo».
Entre los inmigrantes hay mujeres y niños, y muchos jóvenes varones que tienen en común el hecho de haber sido deportados en los últimos días de México, por vía aérea y terrestre.
«Nosotros (tres) llegamos deportados ayer, pero mañana nos vamos de nuevo», dijo a Efe uno de los inmigrantes, de 17 años, que prefirió la reserva de su identidad, mientras esperaba que siguieran llegando más inmigrantes a la central de autobuses interurbanos de San Pedro Sula.
La terminal de autobuses es el punto de concentración de los inmigrantes desde la primera caravana que salió hacia Estados Unidos el 13 de octubre de 2018.
El joven deportado señaló que es originario de La Entrada, departamento de Copán, en el occidente hondureño, y que con él también fue deportado una hermana suya, que se queda en casa, en su comunidad.
«Yo no pude ir a la casa, porque me queda largo» (a 100 kilómetros de San Pedro Sula), añadió.
El inmigrante afirmó que su viaje a México lo hizo después de la caravana que salió entre el 14 y 15 de enero, con más de 2.000 personas, los que en su mayoría ya habrían sido deportados por las autoridades migratorias mexicanas.
«Nos duró poco el viaje, pero me voy de nuevo porque aquí no se puede vivir, aquí no hay trabajo», acotó.
JOSÉ LUIS SE VA POR LA POBREZA
Los miles de inmigrantes hondureños que todos los años se van de su país, aducen por lo general que lo hacen por la falta de empleo y la inseguridad que sufre Honduras, con un promedio de catorce homicidios diarios, según fuentes oficiales.
José Luis Montes, de 19 años, es otro de varios de los deportados, el miércoles, desde México, y que, mañana, piensa salir temprano en la nueva caravana, la segunda de este año.
«Voy de mojado en la caravana. Me voy por la pobreza, porque quiero superarme, quiero sacar adelante a mi madre y me voy por problemas personales», enfatizó José Luis, quien se lo pensó varias veces para hablar escuetamente con Efe en la central de autobuses de San Pedro Sula, adonde llegó hacia las 10:00 horas locales (16:00 GMT) con otro grupo de deportados el miércoles.
Agregó que es originario de Sulaco, departamento norteño de Yoro, que es el menor de ocho hermanos y que de sus padres solamente vive su madre.
José Luis indicó que es la tercera vez que intentará llegar a México y, de ser posible, a Estados Unidos, aunque reconoce que no ignora los rigurosos controles en territorio mexicano y el sur estadounidense.
En el segundo intento, que hizo la semana pasada, no pudo pasar de Villahermosa, México, de donde fue deportado el miércoles, junto con otros inmigrantes con los que este viernes piensa irse por tercera vez.
La primera vez que se fue pudo llegar hasta Piedras Negras, México, donde estuvo durante 21 días, pero fue capturado y luego deportado, hace unos dos años.
Dijo además que su familia sabe que fue deportado el miércoles, pero no que se va de regreso.
«RUTA DEL DIABLO»
La segunda caravana, de la que hasta las 20:00 horas locales no había certeza de que salga, fue promovida en redes sociales por sectores no identificados, que la denominaron por la «Ruta del Diablo», sin que los inmigrantes conozcan si saldrán por los puntos aduaneros de Corinto o Agua Caliente.
Según otras versiones, siempre en redes sociales, el grupo que estaría saliendo mañana de Honduras se sumaría, en Guatemala, a otra nueva caravana de salvadoreños.
La movilización del 14 y 15 de enero, de más de 2.000 personas, se fue en dos grupos, el más pequeño, entre 200 y 300, por Corinto, y el segundo por Agua Caliente.
Uno de los mensajes difundidos en redes sociales subraya que «buscamos refugio porque en Honduras nos matan».
Añade que estarían buscando «una ruta diferente para evadir a la Guardia Nacional de México», y que la caravana se denomina «Ruta del Diablo», porque «por ella circula un tren nombrado «El diablo».
«Cada vez más centroamericanos se aventuran por esta ruta, en la cual un ferrocarril transita a lo largo del Pacífico mexicano, un recorrido alterno al ya conocido tren de carga que llega a la frontera con Texas (EEUU). Eligen ese trayecto porque lo consideran menos peligroso, aunque en este también se registran accidentes, ataques, robos y abusos», añade el mensaje.
EFE.