Jesús María Valle, nació en el municipio de Ituango, Antioquia, en una familia humilde; en el seno de su padre Jesús, su madre Blanca, y junto con 10 hermanos sobrevivían gracias a una parcela de tierra que poseían.
Años más tarde su familia se trasladó a la ciudad de Medellín, en donde estudió y se graduó como bachiller en el Liceo Antioqueño, allí fue líder del movimiento estudiantil; Después con ayuda de sus familiares obtuvo el título en Derecho de la Universidad de Antioquia.
Jesús María fue elegido al concejo de Ituango, y fue profesor de la Universidad de Antioquia, y de la Universidad Autónoma de Medellín, además fue fundador del Comité Permanente de Derechos Humanos de Antioquia en 1979; desde allí fue de los primeros en denunciar la presencia de grupos paramilitares en Antioquia, específicamente en Ituango.
En 1996 Jesús María Valle pidió al expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien en ese entonces era Gobernador de Antioquia, y al comandante de la IV Brigada que proteja la población civil, ya que aproximadamente durante un año se habían presentado más de 150 asesinatos en ese territorio, estas palabras fueron suficientes para que Álvaro Uribe Vélez calificara al defensor de derechos humanos como “enemigo de las Fuerzas Armadas”, y adelantara una denuncia por calumnia.
Denuncias y palabras que no frenaron el trabajo de Jesús María, el cual siguió aferrado a sus principios y sus ideales, posteriormente denunció la complicidad del Ejército Nacional en las masacres de La Granja en 1996 y El Aro en 1997, en el municipio de Ituango, Antioquia, comandadas por paramilitares.
El 26 de febrero de 1998 Jesús María Valle se presentó ante la Fiscalía para rendir indagatoria por la denuncia de calumnia, en ésta expuso que no había cometido ningún delito, ya que sus denuncias estaban argumentadas y demostraban que el Ejército Nacional y la Policía tenía nexos con el paramilitarismo.
Un día después de esto, el 27 de febrero de 1998 Jesús María Valle, abogado defensor de Derechos Humanos, fue asesinado por dos hombres y una mujer que entraron en su oficina ubicada en el centro de Medellín, y luego de intimidar a su hermana, quien trabajaba con él fue obligado a acostarse boca abajo, en donde le propinaron dos impactos de bala.
En estos hechos, testigos aseguraron que aproximadamente 16 personas obstaculizaron la entrada y encubrieron la huida de los sicarios que acabaron con la vida de Jesús María.
En materia de justicia el Juzgado Tercero Penal Especializado de Medellín condenó a 40 años a Álvaro Gómez Mesa y a Jorge Eliécer Rodríguez Guzmán, cooautores del asesinato, éstos no han sido capturados.
Así mismo condenó a Carlos Castaño, como autor intelectual del asesinato de Jesús María Valle.
En el año 2007 el Consejo de Estado estimó que no se adoptaron medidas para proteger la vida de Jesús María Valle y condenó al Estado al pago de una indemnización para la familia del defensor.
En 2008 el caso fue llevado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, contra el Estado Colombiano. La CIDH obligó al Estado a reabrir la investigación, y a realizar un acto público donde se reconozca la responsabilidad en este crimen, por otra parte se ordena la colocación de una placa en memoria de Jesús María Valle en el Palacio de Justicia de Antioquia.
El Estado colombiano reconoció ante la Corte Interamericana su responsabilidad por “Omisión”, en las recientes sesiones realizadas en San José de Costa Rica. “Omisión” que pretende ocultar la actuación estatal. “Omisión” de la responsabilidad de quienes fueron denunciados públicamente por Jesús María como garantes del desarrollo de la estrategia paramilitar en el departamento de Antioquia.
El año siguiente, en 2009 la Fiscalía reabrió el caso y vinculo a Salvatore Mancuso y a Isaías Montes Hernández, alias “Junior”.
En año 2014, se instalo la placa en el Palacio de Justicia José Félix Restrepo en memoria del defensor de derechos humanos Jesús María Valle, allí el Estado hará orden de perdón.
Hoy recordamos las palabras de uno de sus amigos, pronunciada el día del sepelio y que hoy siguen vigentes en nuestra Colombia: “En este país las posiciones diferentes, claras y con argumentos sólidos que hablan de las angustias de un pueblo sometido a un conflicto que le ha quitado toda dignidad son acalladas porque, al decir de algunos, hacen parte de uno de los bandos de la guerra. Seguimos en ese punto donde no hay contradictores sino enemigos que se deben eliminar inmediatamente”.
Hoy, sus opiniones, pensamientos, palabras y sentimientos, retumban en la memoria de hombres y mujeres que construyen día a día justicia y que caminan en busca de la verdad y de un país distinto.
Tomado de Comisión Intereclesial de Justicia y Paz