El café de Guatemala desafía al cambio climático con turismo sustentable

FECHA:

Los productores de café guatemaltecos, la cuarta fuerza de exportación del país, se enfrentan al reto del cambio climático, el uso de los recursos y la economía con nuevas oportunidades de negocio, como la experiencia integral de turismo sustentable semejante a la de los viñedos.

La crisis de los precios del café instalada en 2011 -que cayó de 3 a 1,10 dólares por libra- y la falta de lluvias en la mayoría de las regiones de Guatemala, un país que subsiste por las remesas, maquilas y productos básicos, como el banano o el café, ha impulsado a los productores del grano aromático a invertir y ampliar su perspectiva de negocio.

En 2019, por debajo de las remesas, que generaron 10.500 millones de dólares en ingresos al país centroamericano, los cinco productos mas exportados fueron los artículos de vestuario (1.397,5 millones de dólares), el banano (843,6 millones de dólares), el azúcar (695,1 millones de dólares), el café (662,4 millones de dólares) y el cardamomo (648,1 millones de dólares).

Pero según la Asociación Nacional del Café (Anacafé) de Guatemala, el riesgo de los productores de solo apostar a la producción del café es alto, pues con las tarifas actuales -de unos 1,10 dólares por una libra-, sería insostenible al largo plazo pues en varias fincas no alcanza siquiera para los costos de producción.

Con el objetivo de diversificarse y de salir del rango de productos básicos y materia prima, el café de Guatemala apuesta a los premios y calidad reconocida a nivel internacional, para atraer las miradas de conocedores y entusiastas a sus propias fincas y beneficios para hacerles parte de una vivencia de las raíces del café.

LA ESENCIA DEL CAFÉ

Detrás de la taza de excelencia que un barista ofrece en una cafetería a un amante del café está su origen, sus bases, sus condicionantes, su trabajo artesanal y su pasión y dedicación.

A unos seis kilómetros del parque central de Antigua Guatemala, uno de los principales destinos turísticos del país y a más de 50 kilómetros de la capital, un beneficio de café del municipio de Pastores trabaja cada proceso a detalle para conseguir granos de calidad para el consumo local e internacional.

La región donde se ubica es, junto a Acatenango, la única que cuenta con denominación de origen.

El café de Antigua se caracteriza por su «espontánea acidez» debido al suelo arenoso por los tres volcanes que resguardan la zona, la altura de unos 1.600 metros sobre el nivel del mar y la deseada lluvia de 1.200 mililitros de agua al año.

«Al haber apenas un tercio de lluvia de lo esperado en los últimos tres años, el café adquiere una concentración mayor de sabores, ante la baja producción que tenemos», cuenta el dueño de la finca Hans Masch, un descendiente de alemanes que llegaron al país y se dedicaron, primero en el occidente y luego en la región antigüeña (centro), al cultivo y exportación del café.

Masch es el anfitrión de la primera edición de «La Cosecha», una experiencia similar a la del turismo en viñedos que nació hace tres años en Panamá y que ahora se impulsa en Guatemala, un país que cuenta con ocho regiones productoras de café diferentes entre sí.

Esta iniciativa pretende acercar a los entusiastas, periodistas, líderes de opinión y amantes del grano aromático a vivir de cerca cada uno de los procesos relacionados a la producción de café, como el brote de la semilla, el injerto en el tallo naciente, la siembra entre sombras de determinado árbol, la cosecha, el lavado, la limpieza, el secado. Todo.

EL CORAZÓN DE GUATEMALA

Los productores enfrentan otro reto más, agregado al cambio climático y el uso de los recursos naturales: el futuro como familias productoras, pues entre varios de los cafetaleros existe el temor de que no hay quien quiera tomar las riendas en el campo.

En cambio, cada vez más personas en el mundo del café buscan ser baristas; ser el último eslabón de una cadena de paciencia y sudor que termina en la taza de los clientes.

Para Hans Masch, el reto es «enfocarse en la calidad», asegura a la Agencia Efe.

«Cómo hacer ese vínculo entre baristas, consumidor y productor, ese es el reto. Pero el mercado de la bebida del café, que se ha puesto muy de moda desde 2005 a la fecha, nos va a demandar más café y eso se va a traducir en mejores precios, mejor tecnología, mejor aprovechamiento de recursos y sistemas agroforestales más fuertes», describe.

En su caso, dos de sus hijos ya se preparan para seguir su legado. Uno estudia ingeniería industrial y el otro bioingeniería, por lo que sabe que la finca Pastores continuará produciendo y dando trabajo, como hoy lo hace a más de 200 personas, mitad hombres y mujeres.

Un país en el que un tercio de los municipios producen café es prueba de que el grano es «el corazón de Guatemala», dice Masch. Un músculo que ha mermado su producción y se ha visto afectado por la sequía y antes, del exceso de agua, «lo que trajo consigo la roya», pero que tiene «todo para salir adelante», lograr «que se sepa la importancia de producir y evidenciar la cosecha en el precio final de la taza».

LA COSECHA

Cosechar, barrer los granos, comer y degustar una buena taza de café. Ese es el objetivo que visualizó el panameño Jorge Chanis Barahona, creador de La Cosecha en su país y socio de Míster Menú, el sitio en línea «gourmet» que trajo a Guatemala esta idea por primera vez.

En la Finca Pastores se observan los frutos catuaí amarillos y rojos, los imponentes geishas, los resistentes de robusta.

Masch pide a los invitados a probarlos así, recién cortados de las ramas de los arbustos y a diferenciar las mieles de cada uno y, más tarde, propone ir a cortar cada quien en los cafetales.

«A diferencia de muchas otras cosechas en el mundo, la del café dura mucho tiempo, por lo que es una oferta muy buena que invita al turismo sostenible a hacer circuitos en estos tiempos y darle un valor agregado a la producción del café», enfatiza el creador de La Cosecha en Panamá.

Chanis asegura que todos podrían sacar provecho de estas vivencias, así como las ciudades aledañas a las fincas, los productores y los mismos cosechadores, quienes podrían ofrecer y crear experiencias alrededor de la cosecha, como una visita en su casa o a una comida, entre otras actividades.

También los pequeños productores que tienen acceso restringido a sus fincas por temas de infraestructura o idioma, como el caso de Atitlán, un lago rodeado por volcanes y montañas con un suelo rico para la siembra que, en conclusión de la gerente de mercadeo de Anacafé, Ana Lucrecia Glessel, «hace un año y medio que se armó la ruta del café, a la que se podría llevar al siguiente nivel de experiencia».

EFE.

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