De la cultura afrocolombiana y las tradiciones de la familia chocoana en la que nació, Karen Santos Asprilla aprendió el arte de los tejidos artesanales que convierte en bolsos, gorros, playeras y coloridas prendas de vestir.
Es un conocimiento heredado de sus primeros años de vida en Carmen de Atrato. Cuenta que “las mujeres de mi familia son tejedoras de crochet, antes no lo veía como mi negocio, pero en Medellín surgió esta idea y con el apoyo que he tenido de la Unidad para las Víctimas ha ido creciendo”.
Su proyecto comenzó hace años en su casa en el corregimiento Altavista en Medellín. Hasta este barrio llegó junto a su familia luego de sufrir varios desplazamientos forzados.
Ser la tejedora de su futuro no solo surge de su meta de ser emprendedora a sus 26 años, sino de la resiliencia para superar, una tras otra, varias tragedias causadas por la violencia que la persiguió de Chocó hasta Antioquia.
Ella es una de las 4.486.364 de mujeres reconocidas en el Registro Único de Víctimas como sobrevivientes del conflicto, además de un ejemplo de las que trabajan por la reconstrucción del tejido social en sus comunidades.
“Mi familia vivía en Atrato y trabajaba en una mina, pero por los enfrentamientos de los grupos armados le tocó venirse desplazada a Medellín”, recuerda Karen sobre la llegada a Moravia, un barrio de invasión construido sobre el antiguo basurero de la ciudad donde se sobrevivía entre la violencia y la pobreza.
En busca de mejores condiciones de vida se trasladaron al barrio Enciso. Pero no encontraron la tranquilidad que anhelaban. Karen era una niña cuando vio que “al llegar a ese sector de Medellín siguió la violencia por enfrentamientos entre bandas, incluso la casa de nosotros se quemó por culpa de estos grupos, que por quemar una incendiaron un barrio entero con más de 200 casas”.
El uniforme del colegio que vestía ese día de marzo de 2003 fue lo único que conservó de esa tragedia que afectó a cientos de familias desplazadas por el conflicto de todas las regiones del país, que se amontonaron en viviendas hechas de paredes de madera y láminas de zinc.
Construyendo su futuro
Lo que no destruyó el fuego fue su deseo de superación. Primero inició estudios de ingeniería de alimentos y luego, inspirada en el legado ancestral de los tejidos, se cambió al diseño de vestuario tras acceder al Fondo de Reparación para el Acceso, Permanencia y Graduación en Educación Superior para la Población Victima del Conflicto Armado.
Karen Santos es una de las más de 4 mil personas en Colombia que en los últimos 5 años accedieron a este fondo, gracias al convenio entre el Ministerio de Educación Nacional, ICETEX y La Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas.
Además del crédito condonable, también se benefició de la estrategia Construyendo Mi Futuro, que incentiva a algunos sobrevivientes que hacen parte del fondo educativo con iniciativas productivas y financiación económica proveniente de cooperación internacional.
“El objetivo de esta estrategia es cubrir con el Programa de Acompañamiento para la Inversión Adecuada de los Recursos al 40 por ciento de las víctimas indemnizadas como parte de su reparación cada año, mediante el acercamiento a la oferta en cuatro líneas de inversión: generación de ingresos y proyectos productivos, adquisición de vivienda, formación profesional y educación superior y acceso a inmuebles rurales”, explicó Wilson Córdoba Mena, director de la Unidad para las Víctimas en Antioquia.
Ahora Karen cursa el segundo semestre de una carrera que la apasiona y “agradecida por el apoyo con la matrícula de la universidad y el sostenimiento para continuar mis estudios sin problema”.
A donde quiera que llega esta mujer afrocolombiana muestras los productos multicolores que diseña y teje motivada “porque me brindaron el apoyo en la educación y mi idea de negocio que es un refugio para sobresalir y sacar ese potencial que tenemos adentro para no quedarse uno estancado siempre solo como una víctima”.
Además del fondo de educación superior, “la Unidad para las víctimas ha invertido 3.8 billones de pesos que han beneficiado a 557.930 mujeres víctimas con la medida reparadora de la indemnización económica y ha entregado 3.2 billones de pesos en atención humanitaria desde el 2012”, destacó Ramón Rodríguez, director de la entidad.