Venecia (Italia), 6 septiembre.- El director Pedro Collantes ha debutado en los largometrajes con «El arte de volver», una cinta con Macarena García sobre las dudas al empezar una vida de nuevo y la primera española financiada por la Bienal veneciana.
La cinta, proyectada en la Mostra, narra la historia de Noemí (García), una joven aspirante a actriz que lleva años viviendo en el extranjero y a la que un papel en una serie pone ante la posibilidad de tener que dejarlo todo para regresar a su casa, a España.
«El arte de volver» recorre las primeras veinticuatro horas de la muchacha en su Madrid, donde se percata de la distancia que impone el tiempo lejos de los seres queridos, reviviendo encuentros, miedos y nostalgias que parecían pasado o, al menos, congelados.
La idea era poner a la protagonista ante un «caleidoscopio de encuentros con diferentes personas de su vida», explica en una entrevista con Efe en Venecia el realizador (Madrid, 1980).
Collantes sabe bien lo que supone vivir en el extranjero y por eso en la película hay pinceladas de sus propias vivencias y de las de algunos de sus allegados, emigrados en la última década.
«No es autobiográfica pero sí que está inspirada en una vivencia personal y también de muchos amigos y amigas que conozco. Yo estuve nueve años viviendo fuera y conozco mucha gente de mi generación», reconoce junto a la Sala Giardino, donde se estrenará su obra.
Por eso su intención era plasmar en la pantalla la sensación de quien ha hecho una vida fuera lejos del nido y de pronto se ve en la necesidad de tener que volver, debiendo «poner en sincronía» su vida con la de sus amistades y afectos pretéritos.
Collantes ha sido el primer español seleccionado en el prestigioso programa para jóvenes talentos de Venecia, «Biennale College», que desde hace nueve años recauda proyectos cinematográficos de todo el mundo para elegir y financiar cuatro.
Y uno de los seleccionados este año ha sido «El arte de volver». «Sentí alegría pura», recuerda.
El director presentó su tratamiento en julio de 2019, después hizo un taller en Venecia con tutores para desarrollar el guión y el pasado diciembre le comunicaron finalmente que era el elegido.
Desde entonces podía contar con un presupuesto de 150.000 euros financiado por la Bienal -y sin otros mecenas-, pero tenía menos de un año para rodar, pues ahora, en septiembre, debía mostrarlo en el certamen.
Sin embargo la pandemia se puso de por medio. El rodaje solo podía durar once días, por lo que las jornadas fueron «largas y con mucha intensidad». Empezaron en marzo y el estado de alarma suspendió la grabación a dos días de terminarla.
«Pasamos un primer mes, seis semanas, de mucha incertidumbre. Como todo el mundo en esa situación, no sabíamos si podríamos completar el rodaje a tiempo, no sabíamos si el festival se iba a celebrar. Y ya por fin a finales de julio pudimos rodar los dos días que faltaban», explica.
En cualquier caso bien está lo que bien acaba y Collantes ha podido llevar a Venecia su primer largo. Y asegura que no será el último después de rodar siete cortometrajes.
«Este es mi primer largo pero mi evolución en mis siete cortos ha sido del primero de cinco minutos al último de 25. El tipo de historias que me apetece explorar y me gustaría poder contar digamos que ya necesitan de más tiempo narrativo», dice.
Y agrega: «Entonces sí que me encantaría poder continuar haciendo otro largometraje».
Por el momento tiene «varios proyectos» y aunque se esfuerza por no adelantar más detalles de los debidos, revela que el más avanzado es el que desarrolla en el programa de residencias de la Academia del Cine española titulado «Fosfeno».
«Es una historia sobre una relación, una amistad poco frecuente entre un turista japonés y una mujer española que se conocen de pura casualidad, provocada por un robo accidental. Una historia que explora también esta cosa de la incomunicación», refiere.
EFE