Por Juan Pablo Z
Llegamos a septiembre de 2020. Se cumplen ya dos años desde que Juan Manuel Santos, quien vivió 8 años en la Casa de Nariño, le entregó la responsabilidad presidencial a Iván Duque, aquel joven bonachón que había cogido cierta fama porque Álvaro Uribe le robó una vez unos platanitos mientras departían en el Congreso.
Con más de 10 millones de votos, Duque derrotó al veterano Gustavo Petro a partir de la campaña que impulsó su mentor, Uribe, sin el que Duque no habría sacado ni un diez por ciento de los votos.
Mitad de año de 2018. El Acuerdo de Paz se había firmado hace un año y medio, y aunque tropezaba empezaba a caminar. Sobre todo, lo que los colombianos más pudimos notar, fue la disminución en el conflicto y la población ya que dos bandos de colombianos decidieron dejar de matarse.
Colombia había clasificado al mundial de Rusia y Yerri Mina nos ponía a vivir dos veces contra Nigeria y contra Inglaterra. Incluso, dos meses antes, le habíamos ganado al que resultaría ser el campeón.
Pues Duque llegó, sí, haciendo cabecitas no tan buenas como las de Yerri Mina, y tocando guitarra en los programas radiales mientras a Petro le planteaban la complejidad de la transformación económica del modelo de un país desde los hidrocarburos hasta las energías primas y la productividad de latifundios vacíos para exportación de materia prima de primera calidad.
¿Y Duque? Sí, tocando el lamento boliviano y diciendo que nos íbamos a volver otra Venezuela.
Pues las sensaciones son muy parecidas dos años después. Con datos de la Fundación Sumapaz, Indepaz, el Centro Nacional de Memoria Histórica y entrevistas, Análisis Urbano les presenta un resumen de la gestión en gobierno de Iván Duque a dos años de que se acabe su mandato.
PAZ
En temas de paz Duque se rajó. Como mencionamos arriba, con el desarme de las Farc Colombia tuvo la oportunidad de despejar buena parte del país de zonas de combate, pero en lugar de construir vías, hacer hospitales, llevar colegios y turistas, el Estado se dedicó a mirar cómo otros grupos criminales, de menor envergadura que las Farc, coparon todos los territorios e impusieron su ley donde antes primaba la ley guerrillera.
Pues recordemos que han retornado las masacres, que las cifras de asesinatos en el país están al alza, que las economías ilegales de narcotráfico, minería ilegal, tala ilegal de maderas, contrabando, trata de personas y otras cosas siguen como si nada en el país, y de hecho sectores de la Fuerza Pública y del mismo gobierno están compaginadas con estas estructuras delictivas.
Pero si hay muertes, atentados, protestas, explosiones, balas, exguerrilleros que deciden volver al monte, represión a la manifestación, abuso policial…. Entonces no hay paz.
Las zonas rojas del país, el Catatumbo, el Bajo Cauca, los Montes de María, la frontera con Venezuela, el Chocó, el Cauca, Antioquia, el Putumayo, el Meta y el Caquetá… todas estas zonas, con el Acuerdo de Paz, pasaron a ser zonas naranjas. Ahora, apenas dos años después. Están al rojo vivo.
También recordemos por favor, y nunca lo olvidemos, que Duque fue a New York a la ONU a mostrar fotos de reclutamiento de menores de edad en Venezuela para bandas criminales, y las fotos resultaron siendo de Colombia.
Un presidente no puede hacer esas cosas, de verdad.
MEDIO AMBIENTE
Iván Duque no se ha metido demasiado con el tema de medio ambiente, quizás ni para bien ni para mal. Lo que sí resulta negativo en exceso es su visión de túnel hacia el fracking, como si esta fuera la única alternativa para el declive de la economía petrolera.
El fracking, además de causar problemas medioambientales incalculables por más que se haga con protocolos, está probado que causa problemas en las vías respiratorias de las personas.
A Colombia le quedan unos cuatro años de producción de petróleo tal y como lo hace, sin fracking. Cuatro años para que encontremos soluciones para suplir el hueco fiscal que esto va a dejar. Y soluciones tenemos: aguacate Haas, marihuana medicinal, frutas y verduras exóticas, telas, artesanías y bordados, proyectos productivos, ecoturismo.
Vamos a ver qué hace Duque, y también qué hace con el tema del glifosato. Estudios de todo el mundo ya confirmaron cientos de veces que le hace daño a la salud de las personas alrededor de los campos con estupefacientes, y de todas maneras no sirve porque la coca pues simplemente la siembran en otro lado, o la siembran debajo de bosques tupidos por los que el glifosato nunca va a pasar.
VÍCTIMAS
…
ECONOMÍA
Ojalá que a no se le ocurra hacer la bobadita de volverle a prestar 370 de billones de pesos al cuñado, porque las cortes y el pueblo no lo van a dejar.
Sobre la economía de Duque, parece que simplemente retomó lo que dejó Santos y lo dejó como estaba. La economía colombiana, antes de la pandemia, llevaba varios años siendo, si bien no la más prolífica, sí una de las más estables de América Latina.
La Economía Naranja, -supimos que incluso hay un libro publicado por Duque-, aún hacemos el esfuerzo con matemáticos, sociólogos y filósofos para entender qué es, y dos años después no lo hemos logrado.
GOBERNABILIDAD
Aquí Duque se saca un deficiente. Duque planteó ideas de Economía Naranja (dos años después nadie parece saber qué es), renovación generacional en los ministerios, cero mermelada y equidad de cargos gubernamentales para hombres y mujeres.
A ver. En economía Duque no demuestra ningún liderazgo. De hecho, las visitas oficiales que ha hecho a otros países, además de gastar millones del erario público, han pasado desapercibidas al haber firmado ningún tratado de importancia mayor que pueda vitalizar la economía colombiana.
De hecho, Duque ha figurado en sus visitas a otros países, primero, por casi que arrodillarse a la delegación comunista china (cuando critica el comunismo a rajatabla en latinoamérica), y segundo, aunque quisiéramos olvidarlo, cuando lo único que se le ocurrió decirle al rey de España antes de que se fugara fue “Uribe le manda saludos. Que lo quiere mucho”.
El niño de los mandados.
La renovación generacional y la equidad de cargos para hombres y mujeres se puede decir que en algunos casos ha sucedido, pero esto no sirve de nada si de todas maneras hay nombramientos que hace por cuotas políticas o económicas, como el desastroso ministro de Defensa Guillermo Botero, por salir del paso con una persona que tenía experiencia en otras cosas, como la nefasta Alicia Arango, o por delegarle la responsabilidad a alguien que tiene más cancha en la vida que él, como el paupérrimo Carlos Holmes Trujillo.
Y esto solo en Defensa, porque Nancy Patricia Gutiérrez fue un fiasco en Interior, porque Carrasquilla sigue haciendo jugarretas con nuestro dinero en Hacienda mientras pensamos en Covid, porque Salud no ha hecho sino quejarse y no darle soluciones al sector salud y porque de Canciller hemos tenido a Holmes Trujillo y a Pacho Santos. Sobre eso no hay que explicar más nada.
También, la mermelada de Duque, que prometió no comer de ella ni repartirla, la tiene fresca y a diario para buscar actos legislativos que beneficien a su grupo cercano económico, para manejar el Congreso dependiendo del vaivén del Centro Democrático y hasta para defender la “honorabilidad” de Álvaro Uribe por encima del prestigio de sus Altas Cortes.
Un psicoanalista, de quien nos reservamos el nombre, nos dijo que, según su opinión, “Duque no demuestra empatía ni carisma”.
Duque es un líder. Pero no es un buen líder. No tiene experiencia, y en dos años no la ha adquirido tampoco.