Lima, 28 septiembre.- El impacto de la pandemia de la COVID-19 en la economía de Perú ha demostrado que el país andino ha vivido un «espejismo de crecimiento» y puede cerrar este año con 1,5 millones de empleos menos que en 2019, de acuerdo con proyecciones ofrecidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
«La COVID-19 ha dejado una cosa clara: es cierto que Perú era uno de los países que más crecía en la región antes de 2020, pero ese crecimiento ha sido un espejismo», afirmó este lunes el director de la OIT para los países andinos, Philippe Vanhuynegem.
Durante la presentación virtual del documento «Perú: Impacto de la COVID-19 sobre el empleo y los ingresos laborales», Vanhuynegem remarcó que «hoy está claro que el país no puede pensar en salir de esta crisis recuperando el tipo de crecimiento que se ha tenido hasta ahora».
«Es urgente aprovechar este golpe en la economía, las empresas y los trabajadores, para iniciar un proceso de sofisticación de la economía», enfatizó el representante de la OIT respecto a un país que, en 2019, tenía un 72,7 % de economía informal.
IMPACTO DE LA PANDEMIA
Con más de 800.000 casos detectados y 32.000 decesos, la COVID-19 ha golpeado a todos los estratos sociales del país, al punto que la OIT homenajeó al inicio de la presentación al coautor de su estudio, Julio Gamero, quien falleció en agosto víctima de la epidemia.
Durante la videoconferencia, se enfatizó en la heterogeneidad, la escasa diversificación productiva, la baja productividad y la informalidad como explicaciones del impacto de la COVID-19 en la economía y el mercado laboral del país.
«La crisis económica y social actual no solo se puede explicar por la pandemia, la estructura de la economía y del mercado del trabajo de antes contribuye», sostuvo Vanhuynegem.
En ese sentido, la OIT indicó que, si el PIB se reduce en 13 %, Perú puede cerrar este 2020 con una disminución de su población ocupada de cerca de 1,5 millones de personas con respecto a 2019.
RECOMENDACIONES
En el estudio, la OIT urgió a los peruanos a «trabajar, en el mediano plazo, promoviendo actividades tecnológicas con potencial de empleo que impulsen, no solo a un pequeño grupo de empresas, sino al conjunto de la economía, por medio de encadenamientos productivos y de empleo hacia atrás y hacia adelante».
El organismo recomendó, además, que se generen mecanismos de estímulo fiscal para orientar inversiones privadas hacia nuevos sectores, mediante las tecnologías de la información y la comunicación, energías limpias y la construcción sostenible.
En el corto plazo, señaló que se deben acelerar políticas que garanticen una recuperación rápida de puestos de trabajo y advirtió que se acelerará un proceso de digitalización que ofrecerá nuevas oportunidades de empleo, pero que también puede limitar la incorporación de los colectivos menos preparados al mercado laboral.
ESCENARIO DE INCERTIDUMBRE
Al inicio de la presentación, el director de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro, remarcó que la pandemia ha generado «un escenario de gran incertidumbre con impactos diferenciados», al punto que además de permitir el gran salto al teletrabajo también «exacerbó problemas del siglo pasado».
«Son historias muy distintas las que están pasando en los países», dijo antes de señalar que «la integración entre políticas sanitarias y económicas es fundamental» para enfrentar esta crisis.
El coordinador residente de Naciones Unidas en Perú, Igor Garafulic, agregó que «esta crisis económica y social no tiene precedentes», por lo que consideró que «hay que estructurar un modelo de desarrollo más sostenible, inclusivo y resiliente»
LO QUE DICE EL GOBIERNO
Tras la presentación del documento, el ministro peruano de Trabajo, Javier Palacios, señaló que está «totalmente de acuerdo» en que no existe dilema entre la importancia de la política sanitaria y la recuperación económica.
«Lo que existe es una necesidad de equilibrio, y encontrarlo no es sencillo en un escenario donde las precariedades apremian y hay muchísima vulnerabilidad», remarcó.
Palacios aseguró que desde el inicio de la epidemia en el país, en marzo pasado, el Gobierno puso en marcha un plan económico que, entre múltiples aspectos, ha buscado «generar oportunidades de ingresos para los más vulnerables», mediante la creación de unos 300.000 empleos temporales.
Anunció que, además, se trabaja una «política nacional de empleo decente» que «obliga a mirar que la normalidad a la que lleguemos no sea la normalidad antigua, sino una nueva normalidad» que, entre otros aspectos, comprenda la diversificación productiva.
DIÁLOGO ENTRE TODOS
A su turno, la presidenta de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep), María Isabel León, enfatizó que en su país se debe «lograr escuchar de manera verdadera y sentida a todos los involucrados» en esta crisis.
Admitió, además, que en las últimas décadas no se ha «podido resolver la informalidad laboral, ni la informalidad en general», por lo que se debe dar el salto hacia la diversificación productiva y la capacitación laboral.
Por su parte, el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Julio César Bazán, remarcó que en Perú «hay un problema enorme centrado en las personas que toman las decisiones, definen las políticas y las implementan».
Sostuvo que, además de mantener las medidas sanitarias y de recuperación económica, se debe «atacar la corrupción política y económica», así como «pasar de las palabras a los hechos para poder verdaderamente hablar de diálogo y de interés de un desarrollo con creación de empleo» en su país.
David Blanco Bonilla
EFE