Los 16 integrantes de la agrupación Azul Ilusión, algunos con discapacidad cognitiva y otros con sensorial o motora, ven en la música un lenguaje diferente en el que su condición no representan una barrera sino una oportunidad para demostrar su fortaleza y talento.
«Me gusta cuando le canto a la gente, al amor y a la felicidad», dijo a Efe Juan David Escobar, vocalista y pianista del grupo, quien con sus interpretaciones demuestra que discapacidad no significa límites.
En el barrio Prado en Medellín, donde está ubicada la sede de la Corporación Artística Azul Ilusión, a partir de la cual se formó este grupo que ha llevado su música hasta Córdoba (Argentina), ensayan un repertorio que incluye canciones con mensaje como «Celebra la Vida» o «La Vida es un Carnaval», además de temas navideños y bailables.
Pilar Pérez Restrepo, profesional en percusión sinfónica de la Universidad EAFIT, es la directora de la corporación y la cabeza de un proyecto que tiene a la inclusión como bandera.
«Hay gente que piensa que ellos no van a ser capaces de tocar, pero la música es otra cosa. Ahí no existe la discapacidad», apostilló Pérez.
La historia se repite en cada presentación: «Un impacto en el público» que ve subir al escenario a personas con bastones y unas «características especiales» que minutos después despejan cualquier duda con energía, inspiración y calidad musical.
Según la directora, los espectadores se encuentran con un grupo que además de «despertarles un montón de sentimientos les trae felicidad y baile».
CON CORAZÓN Y SIN LÍMITES
Juan David, con discapacidad múltiple (invidente y de tipo cognitivo) ha evolucionado desde su ingreso en 2007, año de la fundación de Azul Ilusión a partir de la unión entre una música y una educadora especial que surgió como un proyecto de enseñanza basado en pedagogías musicales.
«Me han enseñado a tocar el piano y a cantar. Lo disfruto. La gente dice que lo hago bien», señaló el joven, quien tiene a «Mi Verdad» de Maná y Shakira como canción favorita y le pone su dulce voz al clásico «Feliz Navidad» por estos días.
Como compañera tiene a Natalia Gómez, de 21 años, la otra vocalista de la agrupación que atrapa al público con su personalidad «alegre y arrolladora», como ella misma se describe, pues le transmite vitalidad con cada una de sus interpretaciones.
«La música es pasión y alegría», le dijo a Efe Gómez, también invidente y con condiciones asociadas que no han limitado su desarrollo artístico y mucho menos el sueño de «hacer muchos conciertos».
Bongó, batería y timbal están a cargo de David Pérez, el percusionista de la agrupación que para su maestra desvirtúa algunos conceptos sobre el síndrome de Down, pues su capacidad «sorprende en cada ensayo y concierto», agregó Pérez.
Él, además de ser «muy musical», muestra en el escenario «sabor» y «sangre negra» que prueba que en el arte no hay límites sino puertas que ha abierto cada miembro de Azul Ilusión.
ARTISTAS REALES
Para la corporación, que se ha fortalecido con la asesoría de Interactuar capacitando a su directora en temas administrativos no convertirse en una entidad «con ánimo de pérdida», el propósito es desarrollar el talento artístico de sus miembros y abrirles espacios de inclusión laboral desde las artes.
«Nuestra idea es que los vean como artistas y no como ‘hay pobrecitos, qué pesar’. Que sienta que (el grupo) se escuchan bien», afirmó Pérez.
En ese sentido, la percusionista aseguró que pone a disposición de sus alumnos lo aprendido en la academia para trasladar esa «exigencia» que todo músico debe tener para lograr progresos y conseguir calidad artística.
«Soy música, así que trato que ellos también puedan asumir esa exigencia», agregó la directora.
Esa disciplina ha dado frutos al conseguir participar en un festival de talentos especiales en Argentina y recibir un premio de la alcaldía de Medellín para realizar conciertos de sensibilización en una iniciativa de paz en la ciudad.
Ese tipo de espacios, en el que han competido con otras agrupaciones, les ha permitido mostrar la calidad de los integrantes para ser contratados por empresas privadas y centros comerciales con repertorio como viejoteca, bailable, pop y bachata.
«El mundo es muy grande. No nos podemos quedar aquí. Hay que mostrar el talento que ellos tienen», afirmó Pérez.
EFE