Alias Chupeta “prendió el ventilador” y reconoció sobornos a periodistas y congresistas en Colombia

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En un tribunal de Nueva York, el narcotraficante Juan Carlos Ramírez, alias Chupeta, exlíder del cartel del Norte del Valle, aseguró este miércoles 5 de diciembre que su relación con el mexicano Joaquín El Chapo Guzmán, líder del cartel de Sinaloa, se inició en la década del 90. “Y le vendía cocaína de la mejor calidad”, dijo Chupeta en audiencia adelantada en un juzgado de Brooklyn.

Llegaban tantos aviones con coca a tierra manita que parecía que Colombia estaba invadiendo México. La frase no fue inventada. Según alias Chupeta, fue alias el Azul quien se lo dijo. Juan Esparragoza, alias el Azul, un padrino para los narcotraficantes, lo habría mencionado en una reunión que alias Chupeta, El Chapo y alias el Azul sostuvieron en una prisión.

Chupeta es testigo del Gobierno de Estados Unidos en el juicio que se adelanta en Nueva York en contra de El Chapo. El narco vallecaucano, de 55 años, desde 1990 hasta 2007 envió al Chapo toneladas y toneladas de cocaína.

Habló de su actividad delictiva en Colombia
En Colombia no había nada que alias Chupeta no pudiera comprar. Derrochó millones de dólares en coimas para congresistas, policías de élite y periodistas en Colombia; prostitutas, regalos y apartamentos para agentes de la DEA.

Chupeta reveló que pagó por lo menos 10 millones de dólares en sobornos a congresistas colombianos en la década del 90 para que impidieran restablecer la extradición, y que llegó a pagar una vez un millón de dólares a un congresista colombiano a cambio de una carta de salvoconducto.

También relató que donó medio millón de dólares para la campaña presidencial de Ernesto Samper, y que sobornó a periodistas colombianos de “televisión, periódicos” para que no se publicase información sobre él. “Hacía pagos de corrupción a la prensa”, afirmó.

A los agentes de la agencia antidrogas estadounidense (DEA) en Colombia, el Chupeta contó que les enviaba prostitutas y regalos, incluido apartamentos, a través de policías colombianos de élite que corrompía.

Inclusive años después del arresto y extradición del Chupeta, los regalos siguieron. En 2015, la noticia de que agentes de la DEA en Colombia participaron en orgías financiadas por carteles y recibieron dinero, armas y regalos del narco provocó la caída de la directora de la agencia antidrogas.

El Chupeta amasó una fortuna de más de 1.000 millones de dólares enviando unas 400 toneladas de cocaína en aviones, barcos pesqueros y semisumergibles a Estados Unidos vía México, hasta su arresto en Brasil en 2007, cuando le incautaron 120 millones de dólares en efectivo y en oro.

Vivía a todo lujo: tenía varias casas, un yate, una colección de relojes y valiosas obras de arte, entre ellas dos pinturas del colombiano Fernando Botero estimadas en medio millón de dólares cada una, cuyas fotos fueron mostradas al jurado.

No le temblaba la voz al ordenar asesinatos, lo cual hizo unas 150 veces, según sus propios informes contables donde registró los pagos a los sicarios. “Es imposible ser el líder de un cartel en Colombia sin que haya violencia”, se justificó ante el abogado defensor William Púrpura, a cargo de su contrainterrogatorio.

Contó que mandó matar por ejemplo a 36 familiares o colaboradores de su exsocio Víctor Patiño, alias “La Fiera” o “el Químico”, que fue detenido y extraditado a Estados Unidos y estaba colaborando con las autoridades.

Uno solo de esos asesinatos, de un hermano de Patiño, “Tocayo”, le costó 338.776 dólares en sicarios, según sus libros de contabilidad.

Chupeta no recuerda todos los asesinatos que ordenó, ni sabe todos los nombres de sus víctimas. “No los he contado”, dijo el testigo, cuya apariencia es extraña como resultado de sus múltiples cirugías plásticas para modificarse el rostro a las que se sometió en Brasil: implantes en los labios y en los pómulos, una nueva nariz, ojos estirados, trasplante de pelo, un hoyuelo en la barbilla.

También mató él mismo a un hombre en 2004, a quemarropa, disparándole en la cara a menos de un metro de distancia.

El abogado Púrpura, que buscó socavar su credibilidad como testigo, hizo la cuenta, y dijo al jurado que si el Chupeta logra reducir su pena cinco años a 25 años de cárcel, lo mínimo que establece su acuerdo de cooperación con la fiscalía, pasaría en prisión apenas “60 días por asesinato”.

El Chapo, considerado uno de los mayores jefes del cartel mexicano de Sinaloa, de 61 años y extraditado a Estados Unidos hace casi dos años, es acusado de traficar más de 155 toneladas de droga a este país. Si es hallado culpable puede ser condenado a cadena perpetua.

Tomado de Vanguardia.com