Amenazas a periodista y líder social del Nordeste, Jhanuarya Gómez, parecen no importar a la Fiscalía

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Jhanuarya Gómez es una mujer valiente. No le interesa la fama, ni el dinero y mucho menos el poder. Solo quiere ayudar a sus vecinos, a sus paisanos, a la comunidad segoviana, tierra que ama y que extraña hasta la lágrima cuando está lejos.

Nació en Turbo, Antioquia, pero desde muy pequeña, a los 12 meses de nacida, se la llevaron a vivir a Segovia, la Puerta de Oro del Nordeste antioqueño.

Segoviana de pura sangre, como se define, descubrió desde muy joven que sería una líder, o lideresa, como dicen hoy. Apasionada por el deporte y la cultura, en estas disciplinas ejerció sus primeros liderazgos. Es madre de dos niñas, madre soltera, cabeza de hogar, periodista comunitaria y líder social. Dirige un medio digital: El Informativo de Antioquia, a través del cual mantiene entrega noticias a la comunidad del departamento, pero haciendo énfasis en la zona del Nordeste.

Análisis Urbano se desplazó hasta Segovia para hablar con ella y conocer un poco más de su vida, de su labor y de las amenazas que ha recibido por parte de ilegales que están molestos con su trabajo periodístico y comunitario.

La encontramos encerrada. Confinada en una vivienda de la que no puede salir si no es con un grupo de escoltas. Jhanuarya es una de esas líderes sociales que padece la persecución de los grupos ilegales y el abandono estatal. Tiene miedo.

“Puedo decir que estoy muy bien, en un término muy cerrado, porque ampliamente no es así. Gracias al Señor nos encontramos hoy con vida y seguimos ejerciendo esta labor periodística en el Nordeste antioqueño”, dijo en un primer intercambio de palabras con este medio de comunicación.

¿Cómo es ejercer el periodismo en una zona tan difícil como Segovia?

Es bastante complejo ejercer periodismo en nuestra zona y más cuando hay tantos temas de índole social que se deben tocar con mucho tacto. Es muy complejo de pronto querer informar a la comunidad y sentir la presión de que si lo hago bien hecho pueda traerme consecuencias. Entonces es muy complejo ser periodista y sentir esa presión de qué puedo decir, qué es conveniente mostrarle a la comunidad. En ocasiones me he encontrado con información que creo que es muy importante para la comunidad y deseo transmitirlo pero debido a las constantes amenazas me abstengo.

¿Y el liderazgo social?

También ejercemos una labor social a través de estos medios de comunicación. Apadrinamos escuelas, ayudamos en la labor social, problemáticas de derechos humanos y estamos siempre dispuestos a prestar acompañamiento a la comunidad segoviana y cualquier persona que lo necesite así no sea de Segovia.

Pero me han amenazado es por el tema periodístico. En Segovia hay personas que son líderes sociales en sus veredas y en sus sectores y no tengo conocimiento de amenazas en contra de ellos. Conozco a un colega periodista que ejerce su trabajo desde afuera porque no puede hacer presencia en el municipio. También hay una canal local y gracias a Dios el señor no ha tenido inconvenientes, porque él trabaja más que todo con la Alcaldía, no con periodismo particular, de denuncias. También es muy preocupante porque hay medios de comunicación que son anónimos y como Jhanuarya es la única que denuncia desde el periodismo, entonces todo es Jhanuarya. Yo ando amenazada es por dar la cara, no tengo necesidad de esconderme detrás de un perfil falso ni en ningún medio de comunicación anónimo para brindarle información a la comunidad.

¿Cuándo empezaron las amenazas?

Para poder ejercer periodismo en el Nordeste tiene que obviar y esconder cosas. Estoy muy amenazada. Son demasiadas amenazas. Muchas veces me sorprendo porque mi medio de comunicación siempre ha tratado de ser muy imparcial y de llevar información real. Hace dos años empezaron las amenazas, en el mes de abril, luego de que Segovia vivió un paro minero bastante pesado. Luego de ese paro empezamos a hacer mucho énfasis en el tema minero, investigando con el fin de transmitirle a la comunidad información relevante, que desconoce sobre el tema minero que no sabía que existía.

Muchas personas lo ven desde lo físico: tan bueno, andás en camioneta, con escoltas, pero no saben lo incómodo, lo triste que es no poder llevar una vida normal, no poder salir con mis hijas a un parque o que mis hijas salgan a jugar al barrio normal con sus amigas como lo hacían antes ya no lo pueden hacer. Es muy triste tener que explicarle a mi hija que no la puedo dejar salir a jugar o ir a amanecer en la casa de una amiguita porque hay peligros. Entonces es bastante complejo vivir en esta situación.

¿Intentaron asesinar a su pequeña hija de once años?

Lastimosamente después de iniciar con la tarea nos empezaron a llegar las amenazas. En los últimos seis meses he recibido cerca de seis amenazas y un intento de asesinato, que en realidad no fue contra mí sino contra mi hija, la menor. Es difícil vivir así. En los últimos cuatro meses me he cambiado de casa unas cinco veces, soy apartada de todos, no tengo amigos, nadie me visita, mi familia no sabe dónde vivo, vivo muy aislada. Vivimos bastante encerradas. No tenemos una vida normal.

Tengo dos hijas, una de quince años y otra de once años. El ataque fue en contra de mi hija de once años. Ese día la orden fue asesinar a mi hija de once años, ya que no podían hacerlo conmigo.

¿Tiene protección?

Sí. Tengo que agradecerle demasiado a la Unidad Nacional de Protección, UNP, también a la Policía Nacional, que se ha portado muy bien. Cuando tuve que salir de ese lugar que quiero tanto, de Segovia, porque me dieron dos horas para salir cuando fueron a sacarme de mi casa, mi pueblo, mi barrio donde me crie, había ya hombres armados alrededor de mi casa, la Policía estuvo ahí, me sacaron del municipio, me entregaron en Medellín. Allí la Policía y Derechos Humanos siempre estuvieron muy pendientes de mí, para apoyarme.
La UNP para mí ha sido un ángel, porque cuando voy a veredas a visitar a mis ahijados, a continuar con mi labor social, los escoltas me protegen.

A pesar de que es complejo vivir así, porque hay que cumplir con parámetros, recomendaciones, autocuidarse, no ir a ciertas zonas en ciertos horarios, la UNP siempre ha estado dispuesta a apoyarme.

¿Qué le dice la Fiscalía?

En este momento tengo seis denuncias en Fiscalía, donde se entregaron las pruebas de las amenazas y hasta el momento no se ha presentado un resultado o que me digan mira tu caso está así, o avanza, no. Ese es mi llamado para la Fiscalía. La Fiscalía en otras ocasiones me han dicho, por ejemplo, “no, no es tan grave”, después de ver los videos donde se ve gente a las once de la noche afuera de mi casa, mirando las ventanas, mirando la puerta a ver cómo te pueden atacar.

Yo vivo sola con mi hija y tengo escoltas de la puerta de mi casa para afuera, pero ¿adentro qué? El resto del tiempo que permanezco encerrada es un riesgo latente, porque tengo un esquema que sale conmigo a hacer mi labor, pero en mi casa permanezco sola todo el tiempo, entonces el riesgo aumenta porque soy un blanco fácil. Saben que vivo sola con una niña de once años y es bastante complejo.

¿Está pidiendo reubicación?

Le pido al Gobierno Nacional, en cabeza del presidente Iván Duque, que nos brinde más apoyo a las personas que queremos y que amamos el trabajo social, porque no podemos seguir permitiendo que ser líderes sociales o periodistas comunitarios se nos convierta en un riesgo. No estamos haciendo algo malo, todo lo contrario, tratamos de aportar a nuestras comunidades desde los dos ámbitos: desde el periodismo, de la labor social. Le pido más acompañamiento. Estoy solicitando hace mucho tiempo reubicación.

¿Por qué regresó a Segovia?

Es que me estaba muriendo de depresión. Una vez me llamaron del hospital, como a las once y media de la noche, y me dicen que hay una chica de trece años del cabildo indígena por tener bebé, ella no sabía que estaba embarazada, no tenía ropa, no tenía nada. Y yo tan lejos de mi pueblo, saber que no podía hacer nada por ella, sentí mucha impotencia, eso me dio muy duro y yo no hice sino llorar y llorar y desde ahí dije que tenía que volver a mi pueblo porque si no la depresión me iba a matar.

Pero, está en riesgo no solamente mi vida, sino la de mis hijas, eso prima para mí. Trato de ayudar a la comunidad en lo que pueda, lo hago gratis, no le cobro nada a nadie. Hemos entregado viviendas, sillas de ruedas, medicamentos, ropa, visitamos escuelas. Nada más esta semana tuvimos la oportunidad de estar en tres escuelas rurales, en veredas, allí el riesgo es bastante porque es trocha, donde ingreso solamente con el esquema de seguridad, pero cuando uno ve cómo los niños te reciben, salen a abrazarte, porque se alegran cuando tú vas, y uno lleva ropa, así sea de segunda, ellos se la miden a ver qué les sirve, y que si no les sirve la arreglan, cosen la camiseta, si son unos zapatos que le ponen una plantilla, uno ve la emoción de esos niños y eso vale todo.

Después del atentado, ¿cómo siguió su hija?

Me preocupa mi hija de once años. Sicológicamente está mal, es una niña que no duerme. Me he levantado en la madrugada muchas veces y está ella en la ventana revisando que no haya nadie. Es muy triste. Quisiera yo en este momento, no por voluntad mía, sino por asegurar la vida de mi hija y la mía, volver a salir. He intentado por muchas partes, por correos electrónicos, comunicarme con la ONU, con organizaciones de Derechos Humanos, con alguien que me brinde la información sobre cómo salir del país o del departamento y empezar de cero. Lastimosamente nunca se me ha abierto una puerta, pero nunca es tarde, esperemos que alguien me pueda colaborar.

Hay gente irresponsable que todo lo atribuye a Jhanuarya, que es la periodista que desinforma, la lambona, la comprada. Entonces cuando uno da información que perjudica a un sector o a ciertas personas entonces uno es el malo, el lambón, el regalado. Y eso es lo que me tiene así en este riesgo tan alto que estoy presentando.

Análisis Urbano realizó un recorrido por el Nordeste antioqueño. Estuvimos en Remedios, Segovia, Vegachí, Yalí, Maceo y Yolombó. Nuestra misión: investigar qué pasa con Libertadores del Nordeste, grupo paramilitar mafioso que opera en esta zona; qué pasa con las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, AGC o Clan del Golfo, con el Eln, con las disidencias y el posible ingreso de los Caparros a esta zona.

Estos grupos quieren el dominio territorial. Para lograrlo se enfrentan entre ellos y con las autoridades. Y en el peor de los escenarios, crean alianzas para derrotar a sus enemigos. En este recorrido nos hemos encontrado con gente valerosa, que enfrentan diariamente al crimen, diariamente la ilegalidad, líderes sociales, verdaderos héroes en una región como esta, tan compleja, donde se disputan la minería de oro, el mercurio y el tráfico de estupefacientes, sin importar el miedo y la zozobra en la que sumergen a sus habitantes.

Señores del Estado: ayuden a Jhanuarya, a su familia, a sus hijas. La tarea del periodismo es informar sobre lo que pasa. Somos imparciales, periodistas que informamos a las personas lo que pasa.

“Yo nunca me meto con nadie, no defiendo ni ataco a nadie, ni en redes sociales ni en tarima. Estamos para trabajar para la comunidad. Por favor, que respeten lo que hacemos. No soy política, desde el periodismo también podemos servir a la comunidad”: Jhanuarya Gómez.

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