Redacción América, 10 may- América Latina llega al IV Foro Ministerial China-Celac, que se celebrará el 13 de mayo en Pekín, con estrategias diversas pero con una convicción compartida: China ya no es solo un socio comercial, sino un actor político clave en la reconfiguración del orden global, y este foro —sin la presencia de Washington— refleja la creciente voluntad de los países de la región por diversificar sus alianzas en un mundo cada vez más multipolar.
El encuentro se produce en un contexto global marcado por la competencia estratégica entre China y EE.UU. y en un momento en el que América Latina redefine su lugar en el tablero geopolítico, con la guerra comercial y tecnológica entre ambas potencias como telón de fondo y con países de la región que deben moverse con cautela, buscando oportunidades sin comprometer sus márgenes de soberanía.
Para el diplomático y académico chileno Fernando Reyes Matta, director del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China, la región debe abordar esta relación con una mirada estratégica y autónoma, ya que “el concepto de autonomía emerge para darle una orientación distinta, nueva, a la relación con China”, afirma en entrevista con EFE.
Según Reyes Matta, la realización del foro en paralelo al primer diálogo formal entre China y Estados Unidos este fin de semana en Ginebra no es casual: “¿Qué podemos hacer juntos cuando el mundo está cambiando tan profundamente?”, se pregunta.
Colombia busca marcar el rumbo político
Colombia, que ostenta la presidencia pro tempore de la Celac, ha señalado que este foro representa una oportunidad clave para definir el rumbo político de la región.
El presidente Gustavo Petro ha subrayado que el objetivo es consolidar una plataforma de cooperación multilateral que no esté subordinada a las potencias tradicionales.
En palabras del viceministro Mauricio Jaramillo, la Celac se proyecta en dos niveles: el intra Celac, centrado en los asuntos latinoamericanos, y la proyección extrarregional, donde China se convierte en un interlocutor estratégico.
En este sentido, la presencia del presidente Petro en Pekín junto a sus homólogos de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y Chile, Gabriel Boric, no solo tiene un carácter simbólico, sino que busca posicionar a América Latina como una región capaz de ejercer mayor influencia en la gobernanza internacional, con propuestas propias y sin depender exclusivamente de Washington o Bruselas.
China llega a esta cumbre no solo como el mayor socio comercial de muchos países de la región, sino como un actor que busca ampliar su influencia política y multilateral.
Su narrativa de respeto a la soberanía, desarrollo compartido y cooperación Sur-Sur ha ganado espacio en un continente históricamente influenciado por Estados Unidos.
Estrategias divididas, agenda común
La región no acude al foro con una voz unificada. Mientras Brasil, Chile y Bolivia buscan una relación estratégica con China sin romper puentes con Occidente, otros países como Argentina, bajo el mandato de Javier Milei, han dado un giro drástico en favor de Washington.
La nueva política exterior argentina ha enfriado la cooperación con Pekín tras años de acercamiento con el gobierno anterior.
En contraste, el Brasil de Lula mantiene su interés en una reforma del sistema multilateral que dé mayor representación a los países en desarrollo, una meta que comparte con China en espacios como los BRICS o la propia Celac.
Desde México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha adoptado una postura pragmática. Aunque reconoce el comercio con China, ha dejado claro que su prioridad es preservar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC). “Eso no quiere decir que no haya comercio con China, hay comercio con China”, aclaró recientemente.
Sheinbaum ha impulsado el llamado “Plan México”, que busca reducir la dependencia de productos importados de Asia —incluidos los provenientes de China— mediante una reindustrialización nacional que aproveche el marco del T-MEC, mientras Washington ha acusado a empresas chinas de invertir en México para utilizar el tratado como trampolín hacia su mercado, algo que el Gobierno mexicano niega.
China como interlocutor multilateral
El foro China-Celac se ha convertido en una plataforma privilegiada para discutir proyectos regionales en infraestructura, tecnología, energía limpia y conectividad. A diferencia de otros espacios multilaterales, aquí China promueve una agenda alternativa basada en la cooperación bilateral y sin condicionalidades políticas explícitas.
En países como Nicaragua, Honduras y El Salvador, el discurso de Pekín encuentra eco. Estos Gobiernos han optado por romper relaciones con Taiwán y establecer vínculos estrechos con China, destacando su papel como actor respetuoso de la soberanía y dispuesto a invertir en desarrollo.
Otros como Uruguay buscan acuerdos comerciales bilaterales con China más allá del consenso del Mercosur.
Una hoja de ruta hacia 2027
El IV Foro Ministerial China-Celac servirá para hacer balance del Plan de Cooperación Conjunta 2022-2024 y sentar las bases de una nueva hoja de ruta que guíe las relaciones hasta 2027. Temas como el cambio climático, la salud pública, la educación y la digitalización estarán en el centro del debate.
El desafío para Latinoamérica es construir una relación con China que aproveche las oportunidades sin caer en una nueva dependencia. “Todo el proceso de digitalización global que viene reclama una mirada distinta. Y ahí es donde China y América Latina y el Caribe pueden tener una posibilidad de debate compartido”, plantea Reyes Matta.
Manuel Fuentes
EFE