El pasado jueves 15 de agosto, una Fiscalía local de Bogotá y el edificio en donde esta funciona se convirtieron en centro de atracción para quienes se encontraban en ese desangelado lugar. Afuera, mientras los ciudadanos corrientes hacían una fila de más de una cuadra de extensión, obligatoria para poder registrar su ingreso, una caravana espectacular de camionetas blindadas alteró la rutina. Mientras algunos de los vehículos desaparecían por un parqueadero de acceso privilegiado, otros se estacionaron al frente con el fin de dominar el sitio. Cuando después de media hora de paciente espera en la hilera de los comunes el periodista Julián Martínez, creador del medio virtual Revelados, pudo subir al despacho que lo había llamado para una conciliación por una denuncia penal cuyo contenido desconocía, encontró distribuidos en todo el piso a unos 15 hombres con el logo distintivo de la misma entidad citante, es decir, de la Fiscalía, estampado en sus chalecos. Escoltaban a alguien que debía ser muy importante.
Julián, antiguo miembro del equipo de Noticias Uno, no tuvo tiempo de darle gusto a su curiosidad. Cuando entró a la oficina que lo requería, se encontró a quien lo había denunciado: Néstor Humberto Martínez Neira. La fiscal local del llamado debió sentirse intimidada con la presencia del que, hasta hace apenas tres meses, era el jefe de sus jefes en la entidad investigadora. Ni en sueños ella hubiera podido imaginarse que semejante personalidad fuera a estar sentada en una de las sillas del destartalado cubículo que les asignan a los profesionales del nivel local. El acto prejudicial y la explicación a Julián sobre la querella que enfrentaba se iniciaron pese a que la fiscal advirtió que faltaba por llegar la segunda denunciada de su exjefe máximo: Cecilia Orozco Tascón, la misma que escribe esta columna. (Hace tiempo y ante la avalancha de gente poco respetable que quiere limpiar su nombre con falsas recriminaciones, tomé la opción legal de no atender, por principio, esa etapa y, en su defecto, enfrentar las denuncias durante el proceso formal).
Continúo: Martínez Neira, con su soberbia habitual, enteró al reportero de que, en su concepto, el del poderoso ex fiscal general, Julián y esta columnista somos delincuentes porque el primero le preguntó a la segunda, y esta respondió en uno de sus programas, sobre la extraña forma en que Martínez Neira conoció los términos de unos mensajes y unas llamadas telefónicas entre dos integrantes de la redacción de Noticias Uno en un momento clave: el de la época en que el noticiero reveló las escandalosas grabaciones del ingeniero Jorge Enrique Pizano con las que se descubrió que el multifacético abogado Martínez Neira tenía a su disposición serios indicios de los ilícitos que se estaban cometiendo en la Ruta del Sol II, años antes de que se destapara el affaire Odebrecht.
Antes de concluir la diligencia sin fórmula conciliatoria, el denunciante le exigió a su exsubalterna, la fiscal local, que dejara constancia de que “la señorita Tascón” no había asistido. No era un lapsus sino un intento machista de ofensa que no alcanza su propósito. No imagino a Martínez Neira llamando, por ejemplo, “el señorito Guzmán” al respetable abogado Ramiro Bejarano Guzmán a quien, por cierto, el fiscal general en la sombra teme tanto.
Aparte de la parafernalia con la que pretende aplastar a los periodistas que le incomodan, lo cierto es que Martínez no descansa desde cuando derrumbamos, gracias a la integridad moral de Pizano, su fachada de hombre ejemplar y lo expusimos como es. Su persecución contra Noticias Uno empezó de inmediato, a los pocos días de la muerte de Pizano, y con la ayuda, ingenua en unos casos y cómplice en otros, de periodistas y pseudoperiodistas, de medios y pseudomedios. El primer ataque surgió de una alcantarilla digital que suele publicar historias que mágicamente favorecen al señor Martínez. Allí rodó la versión mentirosa de que el noticiero había adulterado las grabaciones de Pizano. Cuando el peso de la verdad superó ese invento, saltó, en boca de un director radial, espero que de buena fe, otro rumor: que Pizano murió poco después de sufrir una depresión severa debido al incumplimiento de Noticias Uno con él (escuchar audio, minuto 20:00). Siete días más tarde, el 28 de noviembre de 2018, tuvo lugar el debate en el Senado de control político al fiscal. Sorpresa: Martínez repitió, exactamente, la mentira que le habían transmitido al director de la cadena de radio. “Se vino a saber”, fue la expresión que usó quien después de unos meses se vio forzado a renunciar por el peso de su desprestigio (ver, a partir del minuto 9:00). La denuncia del exfiscal, que no tiene ninguna posibilidad de desarrollarse en condiciones de igualdad e imparcialidad, es otro capítulo de su inagotable venganza. La “señorita Tascón” no se esconde ni se arredra. Seguiremos informando y enfrentando a gente como usted, señor Martínez Neira, hasta cuando la libertad exista.
Tomado de El Espectador