Buenos Aires, 30 de noviembre de 2021.- En la mano de Leo Messi y el papa Francisco, o de otros tantísimos argentinos populares o anónimos que recorren el mundo, el mate ejerce como uno de los grandes embajadores de la identidad del país rioplatense, que este 30 de noviembre, como cada año, rinde homenaje a una infusión que denota amistad y momentos compartidos y que tiene grandes propiedades para la salud.
Desde 2015, y tras ser aprobado por ley, Argentina celebra el Día Nacional del Mate en conmemoración del nacimiento del caudillo de origen guaraní Andrés Guacurarí y Artigas (1778-1821), “Andresito”, que gobernó la Provincia Grande de las Misiones y fomentó la producción y comercialización de esta yerba.
«La costumbre del mate ha permanecido inalterada desde tiempos remotos y por cinco siglos de historia, arraigándose y extendiéndose a lugares lejanos», cuenta a Efe Juan José Szychowski, presidente del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), entidad que coorganiza el Mate Rock 2021, festival musical con el que este martes se conmemorará a la popular yerba en Posadas, capital de la norteña provincia de Misiones.
Si bien Argentina es el principal productor y exportador mundial de este producto, por su origen guaraní -pueblo que se extendía en lo que hoy corresponde al norte argentino, parte de Paraguay y de Brasil- el mate es parte también de la cultura de esos países y de Uruguay, así como en zonas de Bolivia y Chile o incluso en Siria o Líbano, producto de las corrientes migratorias.
UN «COMPAÑERO IDEAL»
Se llama mate -palabra derivada del quechua «mati», que significa calabaza- tanto al tipo de yerba que se usa para elaborar la infusión -que en Argentina se produce y cultiva en las provincias de Misiones y Corrientes- como al recipiente de calabaza, madera, cristal, metal u otro material donde se realiza.
Aunque casi como una religión, los detalles de elaboración dependen a menudo de cada persona, el modo de hacer el mate tradicional -hay diversas variedades, como el cocido, el mezclado con leche o el tereré, que se toma frío- consiste en llenar tres cuartas partes del mate con yerba e ir mezclando esta una y otra vez, conforme se va bebiendo, con agua caliente que se guarda en un termo.
Para beber el mate se usa un sorbete conocido como «bombilla», que filtra la yerba del liquido y que por lo general suele ser de alpaca, acero o plata.
Un particular kit matero que no puede faltar en casa o en la oficina y que, en tiempos de no pandemia, suele ser compartido en momentos familiares o de amistad.
Según Szychowski, el mate es el producto «que más representa a los argentinos». Una encuesta encargada por el INYM a Voices! Research & Consultancy reveló en 2016 que era considerado el principal rasgo identitario de la argentinidad por el 38 % de los consultados, seguido de la carne con un 37 % y el dulce de leche y el vino con un 11 % y un 7% respectivamente.
«Tomar mate significa amistad, charla, momentos compartidos. Para los materos es un compañero ideal durante toda la jornada», remarca el presidente del INYM, organismo no estatal creado por el Congreso argentino en 2002.
Esta entidad, que busca promover la producción y consumo de mate, destaca los beneficios que la yerba tiene para la salud, como su capacidad antioxidante y su colaboración para la prevención de la obesidad o de enfermedades cardiovasculares, crónicas de origen inflamatorio o neurodegenerativas.
UNA LARGA HISTORIA
Para los guaraníes, el de la yerba mate es el árbol por excelencia, un regalo de los Dioses. A su llegada, los conquistadores aprendieron de esos nativos su uso y virtudes y difundieron su consumo en el Virreinato del Río de la Plata. También los jesuitas introdujeron el cultivo en las reducciones y contribuyeron a su difusión.
Ahora, siglos después, el mate es sin duda un emblema de este lado del mundo. Como concluye Szychowski, mientras los argentinos toman mate amargo o dulce con yerba de una molienda más gruesa o intermedia; la de los uruguayos es más fina, mientras que los paraguayos prefieren yerbas compuestas con añadidos como menta, boldo, peperina, poleo, burrito y anís.
EFE