Madrid, 12 mar – Los huesos faciales descubiertos en el yacimiento de Atapuerca (Burgos) (en el norte español) de entre 1,4 y 1,1 millones de años, son los restos humanos más antiguos hallados en Europa occidental. Además, sus rasgos no encajan con ninguna de las especies conocidas del Pleistoceno; es una especie humana nueva en Europa que, de momento, ha sido clasificada como Homo affinis erectus.
Los científicos creen que este hallazgo indica que en el Pleistoceno temprano, en Europa occidental hubo al menos dos especies: Homo. aff. erectus, que llegó primero al continente, y H. antecessor, hasta hoy la especie humana más antigua de Europa occidental y central.
El estudio, publicado en Nature y liderado por la investigadora del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA) Rosa Huguet, es una colaboración con Xosé Pedro Rodríguez (Universidad Rovira i Virgili), María Martinón-Torres y José María Bermúdez de Castro, del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), y una treintena de científicos del equipo de Atapuerca.
Evolución humana en Atapuerca
Se cree que Eurasia fue poblada por primera vez por homínidos hace al menos 1,8 millones de años. En Europa occidental, las pruebas más antiguas de asentamientos humanos se han encontrado en el yacimiento de la Sierra de Atapuerca.
Los fósiles más antiguos, de hace unos 860.000 años, aparecieron en el yacimiento de La Gran Dolina de Atapuerca en el verano de 1994. Aquel hallazgo fue histórico, habían encontrado los restos de seis individuos (dos niños, dos adolescentes y dos adultos) de una especie nueva, Homo antecessor.
Este hombre primitivo, con una parte del rostro más ‘esbelta’, parecida a la de los humanos modernos, era el ancestro de nuestra especie –H. sapiens– y de los neandertales.
Pero, en 2007, esta vez en La Sima del Elefante de Atapuerca, apareció una mandíbula de homínido de unos 1,2 millones de años de antigüedad que no se pudo asignar de forma concluyente a H. antecessor y que (sospecharon) podría pertenecer a una especie distinta. «Finalmente se clasificó como Homo. sp, es decir, sin especie», apunta Rosa Huguet en declaraciones a EFE.
Un año después, encontraron la falange de una mano pero, de nuevo, no se pudo asignar a una especie concreta.

Finalmente, tras muchas campañas de excavación, el equipo de Atapuerca ha dado con la pieza que buscaba: un maxilar de homínido descubierto en 2022 en la Sima del Elefante y en un nivel inferior (unos 2,5 metros más profundo) de donde estaba la mandíbula de 2007, «es decir, era aún más antiguo», destaca Huguet.
El maxilar, junto a un hueso cigomático del lado izquierdo de la cara de un adulto descubierto en el mismo nivel, han sido analizados con técnicas de imagen 3D, y los resultados se acaban de publicar en Nature.
El estudio de estos restos, bautizados como ‘Pink’, en honor a una canción de Pink Floyd, y como guiño a la investigadora Rosa Huguet (pink es rosa en inglés), ha revelado que tienen entre 1,1 y 1,4 millones de años.
Sin embargo, Pink no es un H. antecessor porque carece de los rasgos ‘modernos’ de la cara de esta especie que, en la zona infraorbital, por debajo de los ojos, «tenía una cara vertical» y «una nariz proyectada, que sobresale, parecida a la nuestra», explica a EFE Martinón-Torres.
Y comparado con los restos más antiguos que se conservan fuera de África (homínidos del yacimiento georgiano de Dmanisi, de 1,7 millones de años y con los restos de H. erectus de otras partes del mundo) Pink tampoco encaja en el grupo.
Pink «está en el medio y abre un capítulo totalmente nuevo, está en un limbo de la evolución humana», por eso, mientras surgen nuevas pruebas o hallazgos que lo confirmen, «lo hemos clasificado como H. aff. erectus«, resume Martinón.
El equipo lo tiene claro, el hallazgo demuestra que antes de la llegada de H. antecessor, en Europa occidental hubo otra especie: «Tenemos un nuevo miembro en la foto de familia de la especie humana y, aunque sea una foto un poco borrosa, hay alguien más. Atapuerca ha vuelto a hacer historia, con mayúsculas», relata Martinón-Torres.
Un entorno bien descrito
El estudio también ha logrado describir el contexto de este homínido: «Gracias a un trabajo holístico y a la recuperación de otros restos arqueológicos, como herramientas de piedra y huesos de animales con marcas de corte, y al estudio paleoecológico de los sedimentos, hemos descrito el ambiente en el que vivían estos hombres y saber cómo era su estilo de vida», comenta Huguet.
«Sabemos que había zonas boscosas, con fuentes de agua estacionales y animales propios de ese ambiente, como castores o hipopótamos. También sabemos que el clima no era muy extremo, sino húmedo y templado, con plantas como el avellano, que es muy mediterráneo», describe la investigadora.
Además, su industria lítica era muy primitiva, con herramientas sencillas de Modo 1, de cuarzo y sílex de la cultura olduvayense, con las que podían procesar animales.
Un futuro prometedor
El hallazgo ahora plantea el reto de encontrar nuevos restos que confirmen la existencia de este nuevo género, oficial y taxonómicamente.
En la Sima del Elefante, quedan por excavar las últimas partes del yacimiento (unos 5 metros de tierra), lo que anticipa «dos o tres años de trabajo muy interesantes gracias este estímulo», avanza Huguet.
Además, aunque en Gran Dolina, cuyos sedimentos más antiguos son de hace un millón de años, no es probable que aparezcan restos del nuevo Homo, en otros lugares que se están excavando desde hace poco tiempo y que tienen mucho potencial, como Cueva Fantasma, no se puede descartar.
«En Atapuerca nunca digas nunca jamás porque ya nos hemos sorprendido otras veces. Es un yacimiento con unas posibilidades tremendas y con un grado de conservación excepcional. Es simplemente espectacular», concluye Martinón.
Elena Camacho
EFE