“El Estado en 30 años no hizo nada. La decisión de hacer una investigación que el Estado no hizo, la tomamos nosotros, y este martes se la entregamos a la Comisión de la Verdad de la Jurisdición Especial para la Paz, JEP, porque queremos que nos digan la verdad”.
Con el llanto entrecortado, como si hubiese sido ayer, Aura Leticia Ruiz de Calero, revive así su dolor de madre al haber perdido a su hijo Andrés Felipe Calero Ruiz, uno de los 107 pasajeros que murieron el 27 de noviembre de 1989 cuando el vuelo 203 de Avianca explotó en el aire sobre los campos de Soacha, población de Cundinamarca.
Para ella, en las 48 entrevistas que hicieron en la investigación, quedó el 90% de la verdad revelada: el narcotraficante Pablo Escobar, jefe del cartel de Medellín, puso la plata y ejecutó el plan a través de los hermanos Carlos y Fidel Castaño, jefes paramilitares del Urabá antioqueño. El DAS está involucrado porque a través de ellos supieron que el entonces candidato César Gaviria viajaría en ese vuelo. El otro 10% serían ya los procedimientos judiciales que solo pueden hacer la Fiscalía y entidades del Estado.
Estos supieron que el entonces aspirante a la presidencia César Gaviria tomaría ese vuelo comercial de las 7:00 de la mañana, y como Escobar libraba su guerra contra el Estado, decidió atentar contra Gaviria. Sin embargo, por seguridad, nunca ponen el nombre de su avanzada en las reservas.
La doliente de esta tragedia, que fue declarada delito de lesa humanidad en 2009, recuenta que “alias Arete (Carlos Mario Alzate), uno de esos monstruos hoy escondido en España, confesó que él preparó la bomba con dinamita y semtex”. Alias Popeye también confesó haber participado en la planeación del atentado que hizo estallar el Boeing 727-21 HK-1803 de Avianca.
“Avianca no nos ayudó en nada, dijo que fue algo circunstancial, pero nunca nos revelaron qué decía la caja negra del avión”, denuncia la señora Ruiz de Calero.
Aura Leticia recuerda que Felipe, su esposo, murió esperando conocer la verdad. Fue él quien puso la primera tutela a Avianca, exigiendo que le entregaran el informe de la caja negra. No se la entregaban y él volvía a interponer otra tutela y otra, hasta que por fin, después de muchas, le enviaron el informe. Pero qué casualidad, le faltaban tres hojas.
Entonces persistió exigiendo que le entregaran el informe completo. “Como 8 o 15 días después de morir mi marido, fue que enviaron las tres hojas que faltaban, en las cuales quedaba demostrado por qué había responsabilidad de Avianca”, rememora esta doliente de una de las 24 víctimas de Cali.
Según ese informe, la tripulación hace el saludo protocolario y una auxiliar de vuelo dice que el pasajero de la 15F se bajó, pero dejó un paquete. “Los pilotos no dijeron nada y siguieron. El piloto Diego estaba programado pero lo subieron y lo volvieron a bajar dos veces del avión, dice que habría que pedir a la Aeronáutica Civil los informes de los controladores aéreos de la época, para saber cuál era el protocolo a seguir en ese caso; esa es otra parte que vamos a investigar”, revela la señora Ruiz de Calero.
En todo este proceso durante 30 años, ella dice que “Avianca no nos dio ni la hora, ni reparación ni nada, solo un seguro, pero mínimo porque era una bomba”.
Con relación a la versión de que la causa de la explosión de la aeronave habría sido una falla de una prueba balística en los talleres de Indumil, en el que una bala perdida habría impactado el tanque del avión, expuesta por el periodista de Noticias Uno, Felipe Romero en su libro lanzado ayer, ‘Vuelo 2013, revelaciones de un misterio’, la calificó como “una locura”.
“Ese señor está loco. Si eso hubiese sido así, por qué no lo dijeron en ese momento, sino ahora, 30 años después. ¿Esa es una investigación?, ¿pagada por quién? ¿Por qué no la sacó en ese momento?, ¿quién se lo ayudó a hacer?”, cuestiona esta doliente del atentado.
En ese sentido, ella argumenta que cómo dar crédito a esa nueva versión, si alias Arete confesó que se arrepentía de ese atentado y Popeye fue el primero que dijo que un guardaespaldas de (César) Gaviria era amigo de un guardaespaldas de Escobar. Por eso se dio cuenta, cuando éste le dijo: como que van a atentar contra tu jefe (el candidato) y por eso Gaviria no viajó en ese vuelo. Él viajó en un avión privado que alguien de Cali le prestó y cuando se bajó, se enteró de que el avión de Avianca había explotado.
Sin embargo, cuestiona que en la versión de Gaviria éste dijo que su escolta le habría dicho que había tenido un sueño y que era mejor no tomar ese vuelo. “Quién se va a creer ese cuento. Esto es una maraña que se llama (César) Gaviria, que sabía todo y ha tratado de tapar la verdad, él es verdadero culpable, por algo no se subió al avión”, dice entre sollozos esta madre, una de las más acérrimas abanderadas de los familiares de las otras 107 víctimas para que la verdad se esclarezca.
La doliente recuerda que cuando los familiares llegaron al Cerro Canoas, donde cayó el avión, ya habían saqueado los cadáveres. Al hermano suyo lo llamaron porque su hijo cargaba una tarjeta del Banco de Bogotá, donde había hecho la pasantía y llamaron. Allí le dieron el número de su hermano, quien recibió la llamada en la que le dijeron que tenían la billetera de Andrés Felipe.
“Mi hermano fue y apareció un niño con la billetera con la cédula, las tarjetas, todos los papeles y un cinturón del avión. Mi hermano le preguntó si también habían recuperado la medalla y el Cristo que él portaba, pero el chico se echó a correr”, evoca nostálgica.
“Si en ese avión hubiese venido el hijo de un político, las cosas hubiesen sido muy distintas”, reclama y suplica: “Yo lloro todos los días, y espero poderme morir en paz, sabiendo la verdad”.
Tomado de El País de Cali