Aún no hay justicia en el crimen de lesa humanidad contra los Santiagos de Bello

FECHA:

Cuatro años llevan Santiago Echeverri y Santiago Pérez desaparecidos. Cuatro años llevan sus familiares buscando por todos lados respuestas que no aparecen. Cuatro años llevan las autoridades sin resolver este caso y sin dar con el paradero de los jóvenes.

La historia comienza con dos hombres del municipio de Bello que llevaban vidas normales, estudiaban en universidad y eran amigos. Sus nombres son Santiago Echeverri Ortiz, de 23 años cuando desapareció, y Santiago Pérez Villa, de 21.

A los Santiagos los unía una amistad formada entre salidas a conversar, ser vecinos y el amor por los caballos. Santiago Pérez es recordado como alguien a quien le gustaba mucho expresar su cariño a las personas, y no reparaba para dar o pedir un abrazo. Santiago Echeverri, por su parte, tenía un muy buen sentido del humor, y era ese hombre “amigo de todos”.

Ambos tenían una reputación respetada en Bello, al haber vivido en este municipio desde pequeños. En específico crecieron en el Barrio Obrero, donde no eran desconocidos para nadie. Allá crecieron, y llegaron a tener sus amigas, sus novias, y a salir de rumba como muchachos normales de su edad.

No eran jóvenes de corrillos ni de vicios, ni hacían parte de ninguna banda criminal ni estaban involucrados en ningún delito o negocio turbio. Tampoco eran traficantes de drogas, como se llegó a decir de manera errónea en algún momento.

Los Santiagos eran dos jóvenes normales, con sueños, esperanzas y metas.

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Ambos tenían unas pesebreras alquiladas, donde compartían su afición por los caballos. Allí pasaban tiempo y compartían medicinas e insumos para el trabajo equino.

El día 27 de julio de 2015, en horas de la noche, los dos se encontraron para hablar en las pesebreras. Estuvieron conversando durante un rato, y ya pasadas las 9 de la noche salieron a buscar algo de comer: iban por algo de comida rápida, que era lo que más les gustaba. Dijeron que iban a ir a comer y que luego se irían para sus casas.

Salieron de las pesebreras en un Mazda 323 propiedad de la familia de Santiago Pérez. Se dirigieron hacia el Barrio Obrero de Bello, y desaparecieron. Allí fue donde los vieron por última vez.

Desaparecidos

Los Santiagos no eran jóvenes de perderse o de irse sin dejar aviso, por lo que la situación resultó de inmediato preocupante. Ellos no dejaban de comunicarse con sus padres pero sus celulares, cuando se les llamaba, se iban a buzón de mensajes sin repicar.

Se especuló que aquella noche se habrían ido a dormir a la casa de algún amigo. No obstante, la preocupación creció cuando a la mañana siguiente tampoco hubo razón de ellos.

Sus familiares comenzaron a buscarlos de manera inmediata, con la preocupación de que ellos no acostumbraban a irse de esa manera sin avisar. Comenzaron a preguntar por ellos, esperanzados de que alguien en la zona pudiera indicarles algo sobre su paradero.

Se buscó en distintas calles de Bello, en hospitales, e incluso en morgues. También se buscó a las autoridades, pero nadie daba razón. Estaban desaparecidos.

El carro en el que habían salido a buscar la comida apareció mes y medio después, al otro extremo del Valle de Aburrá, en una calle de Sabaneta.

Los implicados

Al día siguiente de la desaparición de los Santiagos se empezaron a escuchar rumores en la zona por parte de miembros de bandas. En concreto, se decía que integrantes de la banda de Playa Rica eran quienes se los habían llevado.

Toda esta historia, sin embargo, estaba rodeada con una estela gigante de silencio. Los de las bandas hablaban con temor, o hablaban diciendo que no los fueran a involucrar. Se les notaba el miedo para hablar, y parecían estar amenazados. La poca información se daba a medias y tampoco conducía a saber dónde estaban los jóvenes.

Lo que se pudo averiguar fue que el autor intelectual del secuestro fue alias Sebitas o Japonés, quien por ese entonces era el criminal a cargo del Barrio Obrero de Bello. Sebitas era el encargado de las extorsiones en esta zona, al punto de que si alguien vendía una propiedad tenía que darle una “comisión” por la venta.

Se sabe que suya fue la orden para secuestrar a los Santiagos, y que usó a miembros de la banda de Playa Rica para hacerlo. Los autores materiales del secuestro fueron alias Mara, alias Pitola (quienes eran hermanos) y alias Orejas. Otros dos que también pudieron estar involucrados son alias Malano y alias Galán.

Los cuatro principales implicados, al parecer, sabían que habían cometido un error y que la habían “embarrado” porque salieron de Bello y trataron de esconderse días después de la desaparición de los Santiagos.

La información que se conoce apunta a que alias Sebitas se había empezado a drogar de forma constante con 2CB y que tenía delirios de poder. Incluso quería tratar de quitarle el puesto a quienes estaban por encima de él en las estructuras criminales, y había comenzado a actuar de forma errática y desenfrenada.

Sebitas incluso estaba amenazando a quienes estaban cerca de él, y esparció el rumor de que los Santiagos estaban involucrados en el tema de tráfico de drogas.

Un par de meses después de la desaparición de los Santiagos, a alias Sebitas lo asesinaron en Rionegro, en una casa en la que estaba viviendo hacía pocos días. No forzaron la puerta, y lo encontró su familia una semana después de que lo mataran.

A alias Malano lo encontraron con droga y armas en el municipio de Segovia, pero menos de cuatro meses después fue liberado. Desde entonces está desaparecido. Alias Mara estuvo San Andrés, y allá lo apuñalaron y estuvo al borde de la muerte. Luego volvió a Medellín nadie sabe cómo, y la última vez que se supo de él fue que estuvo en el aeropuerto de Rionegro tratando de salir del país. Luego volvió a desaparecer.

Por su parte, alias Pitola, alias Orejas y alias Galán fueron asesinados.

Silencio de las autoridades

Una de las teorías alrededor del secuestro de los Santiagos es que, como eran jóvenes de bien que no le hacían daño a nadie, por motivos de rabia los hicieron desaparecer. Otra teoría es que alias Sebitas lo hizo como una demostración de poder en su desenfreno y locura.

Otra es la envidia, o que habían querido involucrar a los Santiagos en los asuntos de las bandas pero ellos no quisieron.

Más allá de esto no hay sino especulaciones, porque las investigaciones de la Fiscalía nunca avanzaron. Uno de los grandes problemas del caso fue que cambió de investigador en múltiples ocasiones, por lo que nadie pudo trabajarlo de manera continua.

Todos los rumores, todo lo sucedido, y todo lo que se habló lo supo la Fiscalía desde un principio. No obstante, aún cuatro años después de la desaparición de los Santiagos, hay silencio alrededor de este caso y no hay información nueva que pueda servir para ubicarlos.

Hacemos el llamado a las autoridades para que estas desapariciones, crímenes de lesa humanidad, no queden en la impunidad ni en el silencio. Los familiares de los Santiagos todavía esperan poder encontrarlos.

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