En la ciudad colombiana Barranquilla (norte), uno de los principales focos de COVID-19 en el país, las autoridades implantaron cercos epidemiológicos en barriadas y plazas de mercado para tratar de frenar la pandemia que está acelerada desde comienzos de mes.
En lo que va de junio los contagios y defunciones se han duplicado en esta ciudad, capital del departamento del Atlántico, que a la fecha cuenta 6.013 casos y 261 fallecidos.
Ante esa emergencia, el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, declaró la alerta naranja, ordenó intervenir el sistema de salud en lo relacionado con el manejo de las unidades de cuidados intensivos (UCI) de hospitales públicos y privados y extendió los cercos sanitarios que se hacen en los barrios a las plazas de mercado del centro.
El cerco, que comprende los sectores de Barranquillita y Paseo Bolívar, estará acompañado de un programa de apoyo económico a los comerciantes informales que no puedan ejercer su actividad.
A estas medidas se suman las adoptadas la semana pasada, de toque de queda todos los días desde las ocho de la noche hasta las cinco de la mañana, incluidos los tres puentes festivos de este mes, cuando al restricción comienza los sábados a las dos de la tarde.
En el departamento del Atlántico, que tiene concentrado el 90 % de su población en Barranquilla y cuatro municipios de su área metropolitana, la situación es igual de grave. Hasta el 31 de mayo tenía 3.933 contagios y en solo 15 días de junio la cifra subió a 10.882, mientras que los fallecidos en el mismo período pasaron de 183 a 419.
PROBLEMAS CON LAS UCI
La decisión de asumir el manejo de las UCI se da en momentos en que empiezan a escasear ante la creciente demanda de respiradores para atender a pacientes con complicaciones.
Ese drama lo vivió la familia de Víctor Vásquez, quien ingresó a la Clínica Murillo con problemas respiratorios relacionados con la COVID-19 y murió cinco días después en la misma sala de urgencias, sin que lo ingresaran a una UCI.
«A mi papá lo llevamos el jueves y nos dijeron que era urgente una UCI, pero ni la Nueva EPS -empresa de salud a la que estaba afiliado- ni la misma Alcaldía nos dieron respuesta y mi papá falleció», relató este martes a Efe su hija Dayana Vásquez, para quien la tragedia no termina porque una tía suya también requiere un respirador para sobrevivir.
Al respecto, el secretario de Salud de Barranquilla, Humberto Mendoza, dijo a Efe que en la asignación de las UCI «confluyen varios fenómenos como el incremento de enfermedades respiratorias prevalentes en la época, la atención a la morbilidad tradicional y algunos indicadores de accidentalidad, violencia intrafamiliar y agresiones de delincuencia común».
«Lo que quiero decir es que las UCI no están atendiendo solo casos de COVID-19», explicó el funcionario, quien añadió que la capacidad de uso de las UCI de la ciudad «oscila entre el 85 y el 90 %, de lo cual Barranquilla usa el 58 %, y el resto son pacientes de otros municipios del Atlántico y de otros departamentos de la costa Caribe».
En medio de la crisis, el ministro de Salud de Colombia, Fernando Ruiz, informó que llegaron a Barranquilla 49 respiradores que reforzarán las unidades de cuidados intensivos de la ciudad.
«Con el aporte del Ministerio de Salud elevamos nuestra capacidad hospitalaria», manifestó el alcalde al recibir los equipos.
TRABAJO Y CONTAGIO
Con las medidas implantadas, los vendedores del centro tendrán restringido el acceso durante los próximos 15 días en la zona del cerco sanitario, lo que agrava la situación de familias enteras que viven de esa actividad, especialmente aquellas que no están en los censos de la Alcaldía.
Según la administración local, los 4.000 censados y registrados recibirán bonos de ayuda, pero otros, como Luis Manotas, que carga bultos en graneros del sector, se sienten marginados de esos beneficios a pesar de estar igual de necesitados.
«Yo no tengo un puesto de venta, si no nos dejan entrar a trabajar al sector del mercado no sé de qué voy vivir», expresó a Efe este joven de 23 años.
INQUIETUD POR CAPACIDAD DE FUNERARIAS
Ante el aumento de muertes por COVID-19, que en algunos días han superado las 20 diarias, a los habitantes de Barranquilla les preocupa un colapso de las funerarias, pero la Alcaldía asegura que «las rutas y protocolos están claramente definidos» para garantizar el servicio.
«Lo que estamos haciendo es comunicarnos directamente con los responsables cuando vemos un poco de demoras a la hora de recoger los cadáveres en las morgues. También hemos notado necesidad de más articulación entre entidades, en cuyo caso también hemos procedido a llamar su atención y a solicitar mejoras», manifestó Mendoza.
Según el funcionario, «el problema estructural» que puede ser la capacidad para hacer cremaciones, pues la ciudad dispone de cuatro hornos, uno en Barranquilla y tres en el área metropolitana, lo han resuelto «con el mecanismo de la inhumación».
EFE