Desde finales del siglo pasado se viene presentando una disputa entre los departamentos de Antioquia y Chocó por una franja territorial que comprende el corregimiento de Belén de Bajirá, perteneciente al Municipio de Riosucio en Chocó y los corregimientos de Blanquiceth, Macondo y Nuevo Oriente, ubicados en el Municipio de Turbo en Antioquia. La disputa tomó relevancia en los últimos tiempos cuando el gobierno nacional, a través del Instituto Geográfico Agustín Codazzi – IGAC, determinó que el territorio en mención pertenecía al departamento del Chocó y así quedó consignado en el mapa que la entidad publicó hace aproximadamente un mes.
A partir de ese momento el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, inició una cruzada en pos de defender los intereses del departamento frente a los territorios ya mencionados, la estrategia comprende acciones legales tales como, una demanda de nulidad interpuesta ante el Consejo de Estado contra el acto administrativo que autorizó la publicación del nuevo mapa por parte del IGAC, y una acción de cumplimiento instaurada por la Asamblea Departamental ante el Tribunal Administrativo de Antioquia con el fin de garantizar el cumplimento de la Ley de Orden Territorial, según la cual Belén de Bajirá pertenece al municipio de Mutatá en el departamento de Antioquia.
De igual manera, Luis Pérez llevó a cabo la recolección de más de un millón trescientas mil firmas en el Departamento, con el fin de solicitarle al gobierno nacional que se realice una consulta popular donde sean los habitantes del territorio en conflicto los que determinen a que departamento desean pertenecer. Del lado del Chocó por su parte, el gobernador se ha mantenido al margen de la controversia y se ha limitado a reprochar las declaraciones del gobernador de Antioquia y a exigirle respeto a la decisión del gobierno nacional, posición lógica de quien se reconoce como vencedor.
Es de resaltar que, a partir del conflicto territorial mencionado, se han exacerbado, de un lado el regionalismo antioqueño y del otro, la animadversión de una parte de la población nacional hacia nosotros los denominados “paisas”, situación mucho más visible en las redes sociales, que dicho sea de paso, se han convertido en el desfogue de las peores pasiones del ser humano. Unos y otros exponen sus razones para definir la suerte del territorio en litigio, aunque muchas de dichas razones responden más a la emotividad de quienes las esgrimen que a un examen concienzudo de la realidad que enfrenta la población que habita los corregimientos ya reseñados, lo anterior demuestra que en realidad nos preocupamos más en defender nuestra posición, independientemente de los intereses que ella represente, que en proteger los derechos de los directamente afectados con las decisiones gubernamentales.
Ello se corrobora al observar que en el debate, brilla por su ausencia la preocupación por las deplorables condiciones socioeconómicas que afrontan los habitantes de los corregimientos en disputa, y quienes esgrimen argumentos en dicho sentido, se olvidan que durante varias décadas Antioquia ha tenido la plena convicción de la pertenencia de los corregimientos disputados a su territorio, y sin embargo, el progreso de los mismos es ínfimo frente a otras zonas del departamento, más aún, si se tiene en cuenta el gran potencial que ellos poseen. Igualmente, quienes defienden la posición del departamento del Chocó, se preocupan más en criticar la idiosincrasia del pueblo antioqueño, que de las penurias de los habitantes de Belén de Bajirá y demás corregimientos en disputa.
Sin duda alguna, el debate debería concentrarse en la mejor manera de superar la pobreza extrema y dignificar la vida de los habitantes de los territorios en disputa; las imágenes que se han visto por los medios de comunicación y la percepción de quienes hemos tenido la oportunidad de presenciar de manera directa las difíciles condiciones socio – económicas que enfrentan la gran mayoría de los habitantes de la zona de Urabá, no dan espacio a un debate tan anodino como el que se está presentando frente al tema, más bien unos y otros, deberíamos indignarnos ante el flagrante olvido al que han sido sometidas, no solamente esas, sino gran parte de las poblaciones del territorio nacional.
Es por eso, que antes de liderar campañas en pro o en contra de la pertenencia de los territorios reseñados a uno u otro departamento, todos los colombianos, sin importar los absurdos y anacrónicos regionalismos, nos deberíamos unir en torno al objetivo común de exigir de los gobernantes del orden departamental y nacional, una cruzada en contra de la exclusión y discriminación de las poblaciones más apartadas y olvidadas de Colombia, ¿De qué nos sirve el orgullo regionalista cuando muchos de nuestros compatriotas mueren en el olvido y la desesperanza?. Ello no deja de ser una ofensa más a la dignidad de los habitantes de los territorios en disputa, convertirlos en trofeo de ambiciones.
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