Madrid, 26 enero – El escritor John Banville se inventó a Benjamin Black para firmar sus novelas negras y ahora ha decidido abandonar el pseudónimo excepto para las ediciones en español, según ha anunciado este martes el irlandés, que cree que es muy peligroso que la sociedad demande cada vez más violencia en la ficción.
Banville (Wexford, Irlanda-1945) comenzó a firmar como Benjamin Black sus novelas negras protagonizadas por el patólogo Quirke y ambientadas en el Dublín de 1950, una saga que lleva ya ocho libros, el último de los cuales, «Quirke en San Sebastián», ha presentado en una rueda de prensa telemática con periodistas españoles y latinoamericanos.
«Quirke en San Sebastián» (Alfaguara) es el título de esta novela que llegará a las librerías el próximo jueves y que, como novedad, está ambientada parcialmente en España, en la ciudad de San Sebastián.
Precisamente es a España donde John Banville, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2014, ha decidido «exiliar» a su pseudónimo para sus novelas negras, que a partir de ahora firmará en el resto del mundo con su verdadero nombre porque quiere que se sepa que él es el autor.
Ha recordado que aunque le pone «enfermo» releer sus libros, tuvo que recurrir a uno de ellos para consultar unos datos para su nueva novela: lo escuchó en un audiolibro -interpretado más que leído por un actor- y pensó que, en definitiva, no estaba tan mal.
«Me gusta pensar que algún día se publiquen de nuevo en el mundo angloparlante con mi propio nombre; me gustaría decir que son míos, que se note», ha señalado el irlandés, que seguirá conservando su pseudónimo solo en las traducciones al español: «Benjamin Black está al sol, en España, está muy feliz aquí», ha indicado.
El escritor irlandés ha relatado cómo su editor y otros autores han comprobado que hay novelas cada vez «más terribles y crueles»: «¿en qué punto vamos a parar?», se ha preguntado al recordar series de televisión en las que se torturan niños.
«Queremos cada vez violencia en la pantalla y en la ficción y eso es una tendencia muy peligrosa», ha indicado el autor que ha considerado que el mundo «se está convirtiendo en un lugar cada vez más brutal y no es positivo que la novela negra trate de ser más brutal que el mundo». Y ha dicho que sería terrible para él que sus libros contribuyeran a eso.
El escritor ha reconocido que ha usado «el terrible pasado de Irlanda» como materia para sus novelas y que no se siente culpable por ello.
«Sigo sintiendo rabia y vergüenza por lo que les ocurrió a niños y chicas jóvenes se quedaron embarazadas de sus novios y las familias les encerraron en esos campamentos», ha insistido Black/Banville, que creció en Irlanda en los años 50 cuando la Iglesia tenía mucho poder. «Todos lo sabíamos y no lo sabíamos al mismo tiempo».
Su nueva novela está ambientada en San Sebastián, una ciudad de la que se enamoró, ha recordado. En esta entrega, el doctor Quirke está felizmente casado con Evelyn, su querida psicóloga austriaca, y pasando unas románticas vacaciones en San Sebastián. Lejos están los casos y las investigaciones, hasta que cree reconocer en un hospital a una amiga de su hija a la que todos creían muerta.
Porque, lamenta, su protagonista «es una de esas pobres criaturas que todo lo que toca se convierten en tragedia, en parte por su culpa y en parte porque el mundo es lo que es».
«Me gusta pensar que los lectores van a disfrutar, eso es lo único que pretendo que hagan» ha indicado el escritor, que ha explicado que escribe los libros que le gustaría leer: «luego me ponen enfermo, pero eso es un problema mío», ha dicho.
Como Banville, explica, lleva trabajando en una novela desde hace cuatro años y medio, que cree que será la última, dice. Entretanto, se dedica a sus obras policíacas.
No obstante, asegura «odiar» la clasificación de géneros literarios: «las novelas negras son negras porque hay un crimen pero no me gusta la idea de los géneros, no creo que signifique absolutamente nada. Para mí, lo que hay son libros buenos, los no tan buenos e incluso malos», ha dicho el autor, que dice que él en su casa los coloca en orden alfabético.
Y subraya que escribir «nunca es una tarea fácil: todas las mañanas me siento delante de la página y pienso, cómo se hace esto, no voy a ser capaz…Pero si no escribo, ¿a qué me voy a dedicar?. Entonces me obligo a escribir».
El aislamiento impuesto por la pandemia no le importa porque le encanta estar aislado, pero dice que se siente culpable porque el resto del planeta sufre.
Pero cuando todo esto finalice, «a lo mejor me voy a un pub lleno de gente para recuperar el tiempo perdido», planea el escritor irlandés.