Bangkok/Pekín, 21 febrero 2025 – Birmania (Myanmar) entregó este viernes a otros 300 ciudadanos chinos que trabajaban en centros de estafa y que serán repatriados desde Tailandia, en medio de una operación conjunta entre los tres países que busca desmantelar estas instalaciones y sacar de allí a miles de personas.
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Las 300 personas fueron transferidas hoy a través del puente de la Amistad, que conecta la ciudad birmana de Myawaddy con la localidad tailandesa de Mae Sot, al oeste del país, convertida en centro de las operaciones contra los centros de estafa, según informó la cadena estatal china CCTV.
No queda claro si los ciudadanos chinos ya han sido deportados o están a la espera de serlo.
La mayoría de ellos, apunta CCTV, «participaban en actividades ilegales y criminales como fraude electrónico y juegos en línea, y algunos fueron obligados (a trabajar en estos centros)», según sus confesiones e investigaciones preliminares.
Otras 200 personas fueron deportadas en aviones desde Mae Sot a China el jueves, y se espera que un total de 1.041 chinos regresen a su país, dentro del total de 7.000 extranjeros a repatriar en los próximos días, de acuerdo con la estimación hecha esta semana por la primera ministra de Tailandia, Paetongtarn Shinawatra.
Las autoridades tailandesas han adelantado que entre los repatriados se espera que haya ciudadanos de muchas nacionalidades, principalmente de Asia, pero también de África y Latinoamérica, en un operativo que se está llevando a cabo con opacidad, desconociéndose cómo tienen lugar los rescates, entre otros detalles.
La semana pasada, el Ejército tailandés confirmó que 260 personas de 20 nacionalidades, que en su mayoría eran esclavizadas en centros birmanos, fueron recibidas en la frontera tailandesa y comenzaron los trámites con las embajadas respectivas para las repatriaciones.
La ONU denunció el pasado diciembre en un informe global el auge de las estafas en internet vinculadas a la trata de personas, con el Sudeste Asiático como epicentro de unos establecimientos que funcionan como prisiones y en los que los trabajadores son jóvenes, muchas veces extranjeros, con conocimiento tecnológico y de idiomas, según el estudio.
Se trata de complejos cerrados, similares a prisiones, donde estas personas, engañadas con falsas ofertas de trabajo, son obligadas a cometer estafas ‘online’ desde un ordenador, sufriendo una «violencia extrema», afirmó entonces Fabrizio Sarrica, un investigador de la ONU sobre trata.
EFE