Bolivia: Guarderías y padrinos para preservar a las tortugas de la Amazonía

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La Paz, 16 de noviembre de 2021.- Una guardería para crías de las petas de río, las tortugas que viven en la Amazonía boliviana, y una campaña para apadrinarlas son parte de una iniciativa de los guardaparques locales para conservar a estos animales, considerados vulnerables por la creciente demanda y el comercio ilegal de sus huevos y carne.

Las petas, tortugas de la especie Podocnemis unifilis, son las beneficiarias del Proyecto Quelonios que impulsan los guardaparques de la Reserva de la Biósfera Estación Biológica del Beni, un área protegida de unas 135.000 hectáreas en la región homónima en el noreste amazónico boliviano.

Esta iniciativa busca recaudar fondos para «repoblar y conservar la especie de la peta de río», explicó a Efe Marcos Uzquiano, jefe de Protección de la Reserva de la Biósfera Estación Biológica del Beni.

Con un aporte de 10 bolivianos, equivalentes a 1,43 dólares, en una cuenta del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), una persona puede convertirse en padrino o madrina de una tortuga de río, explicó Uzquiano.

Imagen/Archivo

«Las personas pueden ser padrinos o madrinas de una o varias tortuguitas», indicó el experto, quien destacó que la iniciativa ha tenido por ahora «una aceptación bastante positiva».

ESPECIE VULNERABLE

Los guardaparques vieron la necesidad de repoblar las petas en la reserva y en los ríos amazónicos bolivianos «debido a la fuerte presión que sufren» pues, según Uzquiano, están incluidas en el Libro Rojo de Vertebrados de Bolivia como una especie vulnerable.

Esto se debe a un fuerte incremento del consumo de la carne y huevos de tortuga, que tradicionalmente han sido parte de la dieta de las comunidades indígenas y poblaciones aledañas. Últimamente también ha sido requerida la grasa de estos animales para fines medicinales.

El consumo en sí no está prohibido, pero sí la comercialización de la carne de tortugas o sus huevos porque eso se constituye en tráfico de especies, indicó el experto.

El problema es que los indígenas y pobladores se lanzan a los ríos en pos de los huevos de tortuga en la temporada de desove, entre julio y septiembre, «la mayoría con fines de comercialización».

«Si en una playa hay 30 o 40 nidos, la gente va y saca los 40 nidos, no dejan ni un nido para que se reproduzcan naturalmente, y eso es cada vez mucho más complejo, hay más demanda, cada vez el costo del huevo de tortuga se incrementa», lamentó Uzquiano.

Entonces algunas personas han visto esto «como una oportunidad de generar ingresos», lo que ha hecho que la especie afronte «un fuerte grado de amenaza».

PLAYA ARTIFICIAL Y GUARDERÍA

Ante esto, los guardaparques de la reserva han hecho en los últimos años campañas entre agosto y septiembre para recolectar los huevos en contenedores donde incluyen todo el detalle de la cantidad de unidades por nido, sin mezclarlos con otros, y los llevan al Campamento los Petos, explicó Uzquiano.

Allí los colocan en una pequeña playa artificial que está cercada con una malla y que fue construida para resguardar los nidos, cada uno señalizado con la fecha y cantidad de huevos correspondiente.

Después de unos 70 a 80 días los huevos comienzan a eclosionar, entonces los guardaparques llevan a las tortugas recién nacidas a una «guardería» que montaron en el mismo campamento.

Allí se las tiene resguardadas con alimentos y agua que se cambia periódicamente hasta que pierden el ombligo y alcanzan un desarrollo suficiente para ser liberadas en el río.

En esta ocasión, se recolectaron 4.800 huevos sembrados en 161 nidos en la playa artificial y «ya han nacido cerca de 500 petitas pequeñas que están en la guardería», señaló Uzquiano.

Para este 30 de noviembre se prevé liberar en el río Maniqui, cerca de la localidad beniana de San Borja, a las tortugas que ya estén en condiciones de vivir allí.

La recaudación de recursos mediante la campaña de apadrinamiento de tortugas busca asegurar la continuidad del proyecto en 2022.

Se prevé publicar el monto total recaudado, más la lista completa de personas que aportaron a la campaña, a quienes también se enviará un certificado de apoyo, indicó Uzquiano.

El Proyecto Quelonios también quiere contribuir al consumo tradicional en el marco de los usos y costumbres de las comunidades y pueblos indígenas bajo un enfoque de sostenibilidad y equilibrio con la conservación de la especie.

«Pero lo que no se tienen que confundir es que no se puede permitir el comercio ilegal de huevos de tortuga, no se puede permitir el tráfico de especies. Estamos luchando contra eso», agregó.

Gina Baldivieso

EFE

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