Cacería de la Policía a narcos ‘invisibles’ que no tienen ni celular

FECHA:

Pablo Emilio Robles Hoyos, de 48 años de edad, regresó al país en el 2014. Llegó en calidad de deportado al cumplir una condena por narcotráfico de cinco años en México.

Robles, más conocido como el ‘Señor del Lago’, fue capturado en enero del 2009 por la Policía Federal de México junto con siete hombres, entre ellos, Jerónimo Gámez García, alias el Primo, uno de los duros del cartel de los Beltrán Leyva.

En su momento se sindicó a Robles de ser un enlace directo para transportar la cocaína del cartel del norte del Valle a los hermanos Beltrán, quienes tienen injerencia en Sinaloa.

El 18 de abril del mismo año, un comando armado intentó rescatar al ‘Primo’ y al ‘Señor del Lago’ cuando eran trasladados a la cárcel de Nayarit en Ciudad de México. El plan de fuga se frustró, pero fueron asesinados ocho agentes federales.

A su regreso a Colombia, cinco años después, Robles se radicó en Cali. No abrió redes sociales. No tenía una línea de celular a su nombre, y, al parecer, dice la Policía, sus finanzas las movía a través de terceros o en efectivo, ya que no tiene cuentas bancarias registradas ni tarjetas de crédito o débito.

No existía en papeles ni había datos relevantes sobre su rastro, era invisible para las autoridades, pues no había señales de sus actividades y menos de hechos ilegales.

Esto hasta mayo del año pasado, cuando un grupo de investigadores de la Policía Judicial (Dijín) empezó a rastrear una red de narcotraficantes que tenía fuerte injerencia en Tumaco, Nariño, y que estaría enviando alrededor de 15 toneladas de cocaína al mes a carteles mexicanos.

“Con labores de inteligencia se fue ubicando al grupo de delincuentes. Queríamos descubrir quién era la poderosa cabeza que podía mover tanta cocaína, que finalmente llega a las calles de Estados Unidos”, dijo un investigador a EL TIEMPO.

La información obtenida por la Dijín fue compartida con agencias internacionales, entre ellas, la DEA. Y, acudiendo a labores encubiertas, lograron tener el hilo conductor que los llevó a identificar al ‘Señor del Lago’ como el supuesto cerebro detrás del envío de toneladas de cocaína a Centroamérica.

Robles, que hace parte de esa nueva generación de narcotraficantes que se catalogan por la Policía como ‘invisibles’ por su bajo perfil y ‘modus operandi’, fue capturado por la Policía Judicial el 6 de febrero en un lujoso apartamento ubicado en un exclusivo sector de Cali, dando cumplimiento a una solicitud de extradición de la Corte de Miami en Florida (Estados Unidos), que le adelanta un proceso por narcotráfico.

Hace una semana, la ubicación y destrucción de un laboratorio para el procesamiento de cocaína en una finca ubicada en Guasca, Cundinamarca, que pertenece a la familia del embajador de Colombia en Uruguay, Fernando Sanclemente, dejó sobre el escenario nuevamente a los llamados ‘narcos invisibles’. De acuerdo con las autoridades, el propietario del laboratorio –que había arrendado el predio en donde ubicó un laboratorio de producción mensual de entre 400 y 450 kilos del estupefaciente– entraría en esta categoría de traficantes que intentan no dejar huella para estar alejados del radar de las autoridades.

Siguen bajando perfil
El director de la Dijín, general Fabio López Cruz, señaló que las autoridades han tenido que cambiar sus métodos de investigación para detectar a los ‘empresarios’ dedicados al tráfico de droga que en muchos casos no andan ni armados.

“Los grandes carteles fueron exterminados por el poder del Estado y mutaron a otro tipo de redes. Hoy vemos al llamado ‘clan del Golfo’, los ‘Caparros’ y hasta al Eln que se financian del tráfico de la cocaína, pero dedicados a la vez a otras actividades ilegales como la minería ilegal y la extorsión”, dijo el oficial.

En cambio, los ‘narcos invisibles’ solo se dedican al tráfico de cocaína, no mezclan otro ilícito, y su compromiso es cumplir con la calidad y cantidad de la droga que han negociado.

“Están en un rango de edad entre los 35 y 50 años. Conocen bien esta actividad ilegal por algún rezago de su pasado, y con esa experiencia buscan pasar inadvertidos. Su mayor preocupación es no dejar rastro de sus actividades”, señaló.

Esto significa, de acuerdo con el general López, que estas personas no usan ningún medio tecnológico para comunicarse, “y si lo hacen, lo realizan a través de aplicaciones encriptadas. Nunca están al frente de las negociaciones. Para tal fin utilizan a terceros, personas de su confianza que se encargan de verificar los embarques y el envío de la droga. No dejan huella”.

Esto se suma a que invierten sumas millonarias en perfeccionar los métodos para asegurar sus envíos. Así se evidencia en el hallazgo de semisumergibles mucho más estructurados y con mayores capacidades de movilidad.

Lo otro que se ha detectado es que estos narcos no ponen propiedades a su nombre, lo que dificulta los procesos de extinción de dominio, que se deben profundizar intentando ubicar a sus testaferros. De los viejos capos mantienen otros rasgos, como el gusto por las fiestas y las mujeres, lo que ha facilitado algunas de las operaciones contra estos narcos que no hacen parte de carteles de la droga y solo manejan desde sus agendas los contactos para conseguir la droga y traficarla.

Este grupo de narcos empezó a ser detectado por las autoridades hace dos años gracias al intercambio de información con la DEA, lo que llevó a que se fortaleciera el grupo especial de la Dijín contra el tráfico de droga. Ese grupo cuenta con el apoyo de la Fiscalía.

El general López dijo que los ‘narcos invisibles’ han tomado como zona de operaciones el suroccidente del país, y han logrado alianzas con disidencias que delinquen en Nariño.

Precisamente en esa línea investigativa, este viernes en la madrugada, la Dijín capturó a José Albeiro Arrigui, alias Contador, considerado el capo del narcotráfico en Tumaco.

Es señalado de controlar el 75 por ciento de la producción de cocaína en la costa Pacífica nariñense y sería uno de los principales proveedores de coca para los llamados ‘narcos invisibles’. Su zona de injerencia estaba en los corregimientos de la Guayacana, Llorente, Zabaleta, Robles y La Bocana, donde se concentran gran parte de las 41.913 hectáreas sembradas con matas de coca.

El año pasado, las autoridades lograron capturar a otros ‘narcos invisibles’. Entre ellos están Pedro Loevel, alias Milán, y Luciano Llanos, alias Milú, quienes no aparecían en carteles de los más buscados ni se movían con ejércitos privados, pero, según las autoridades, movían cerca de 10 toneladas al mes hacia Centroamérica. Están solicitados en extradición.

Tomado de El Tiempo

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