El pasado 19 de junio, publicó el artículo Primicia: salió en libertad alias Rogelio, viene rumbo a Colombia, en el texto se planteaba que el llamado jefe de La Oficina, quien además fungía como vicepresidente de la Corporación Democracia, al parecer había salido en libertad de una cárcel de los Estados Unidos.
Análisis Urbano quedó a la espera de la confirmación de la noticia por parte de las autoridades colombianas, e incluso de las americanas, hecho que nunca sucedió, pues pareciera que poco o nada importan las consecuencias de la salida de dicho personaje y su posible regreso a Colombia. ¿Será que creen que alias Rogelio es un santo que no causará remezones en la criminalidad del Valle del Aburrá?
Posteriormente, Revelaciones del Bajo Mundo afirmó, en el artículo titulado Los enigmas que rondan al Caso “Rogelio”, que: “En el último semestre ha circulado en tres ocasiones el falso rumor de la supuesta libertad de alias ‘Rogelio’, el cabecilla de la organización criminal ‘la Oficina’ recluido en una cárcel de Estados Unidos.
Las suspicacias que ha despertado esta información errónea, sobre las consecuencias que tendría para el bajo mundo el eventual retorno de este personaje a Colombia, hacen reflexionar sobre los enigmas que rondan este caso. Por qué las declaraciones ante la Fiscalía estadounidense, en las que ‘Rogelio’ ha confesado crímenes, no han sido utilizadas por la justicia colombiana para judicializarlo en nuestro país?”.
Con el debido respeto hacia este medio de comunicación, Análisis Urbano se sostiene en la primicia de que Carlos Mario Aguilar Echeverry, alias Rogelio, salió de la cárcel de Manhattan y se encuentra viviendo en los Estados Unidos, concretamente en Miami, alojado en la casa de su hermana Cruz Elena Aguilar Echeverry; además, está en una enconada lucha jurídica tratando de evitar su deportación a Colombia, donde, como es usual, no hay ningún proceso penal por el que pueda ser detenido a su llegada.
Es claro que su regreso sí causaría un revolcón en la criminalidad del Valle del Aburrá y, por obvias razones, en el Pacto del Fusil, que ya cumple dos años de estar funcionando.