Madrid, 12 abr – Carme Artigas fue secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial y ahora copreside el Consejo Asesor de la IA de la ONU, desde donde incide en la importancia de la regulación, la gobernanza y la ética de esa disruptiva tecnología, y advierte por qué: «la inteligencia artificial es la única tecnología capaz de evolucionar sin necesidad de intervención humana».
Y desde su actual puesto en la ONU, y en un contexto de batalla comercial y geopolítica entre los dos polos tecnológicos más importantes del mundo (Estados Unidos y China), Artigas defiende con contundencia la regulación impulsada por Europa, y con la misma firmeza y frente a quienes alertan de que los marcos regulatorios pueden penalizar la competitividad asegura que «la regulación no mata la innovación».
En declaraciones a EFE, Carme Artigas sí ha observado que Europa «está perdiendo la batalla de la narrativa» y se está imponiendo un relato que a su juicio es «falso», y ha asegurado que el Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial no regula el desarrollo de esa tecnología «sino los casos de uso de riesgo».
La asesora de Naciones Unidas se pregunta quién se tomaría una pastilla sin tener garantías de que ha pasado todos los controles de las agencias de medicamentos; quién entraría a un restaurante sin tener la confianza en que ha pasado todos los controles de cantidad; o quién se subiría a un coche sin tener la certidumbre de que es seguro, y responde que «con el uso de la inteligencia artificial debe ser igual».
Un orden global «basado en reglas»
Artigas ha subrayado que, al margen de lo que hagan China o Estados Unidos, la fortaleza de Europa radica en el estado de bienestar, el libre comercio y un orden global «basado en reglas», y en un momento marcado por la confrontación ha defendido la capacidad competitiva de Europa y la relevancia de que tenga en esta materia una legislación unificada y que defina con nitidez los usos de riesgo de la inteligencia artificial, una tecnología donde es necesario diferenciar -dice- «lo bueno, lo malo y lo feo».
Lo bueno: la inteligencia artificial es capaz, en el campo de la ciberseguridad, de anticiparse a la detección de amenazas, de automatizar respuestas para mitigar los incidentes que puede causar un ataque e incluso de gestionar las vulnerabilidades de una empresa.
Lo malo: la inteligencia artificial detecta muchos ‘falsos positivos» y alertas que son irrelevantes pero pueden llegar a saturar los equipos de seguridad de las empresas; tiene una alta dependencia de los datos de calidad y hay sin embargo muchos modelos sesgados o incompletos; y puede tener un elevado coste para las empresas, porque requiere inversión en talento especializado y una actualización continua.
Lo feo: además de que la propia inteligencia artificial puede impulsar y acelerar ataques, Carme Artigas cita las brechas éticas y legales, porque algunos sistemas pueden violar la privacidad, hacer análisis no consentido de datos personales o utilizar sin autorización material que puede estar protegido con derechos de autor.
«No podemos abdicar en la tecnología»
Y dado que esta tecnología es «la única que puede evolucionar sin intervención humana», la copresidenta del Consejo Asesor de la ONU incide en la importancia de poner «límites y salvaguardas a su uso» para no perder nunca el control y garantizar que las decisiones últimas siempre van a ser adoptadas por un ser humano.
Carme Artigas ha defendido en ese sentido la Carta de Derechos Digitales que se aprobó en España en 2021 -siendo ella secretaria de Estado- para garantizar que los derechos de la ciudadanía en un mundo analógico están protegidos también en los entornos digitales y reforzar la confianza de los ciudadanos en las nuevas tecnologías.
«Si un sistema automatizado de inteligencia artificial no me da crédito o me niega un tratamiento médico, yo tengo que tener el derecho a una segunda opinión, humana. La máquina no puede tener la última responsabilidad», ha manifestado Artigas, y ha concluido: «no podemos delegar, abdicar en la tecnología».
EFE