Madrid, 12 febrero.- Lejos de ser unos simples comicios autonómicos, las elecciones regionales en Cataluña del próximo domingo se plantean en España como un duelo interno entre los dos socios del Gobierno central en Madrid, el Partido Socialista (PSOE) y la izquierdista Unidas Podemos (UP), por ampliar su espacio frente al independentismo.

Las tensiones y las diferencias públicas en el seno del Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos han sido una constante desde el inicio de la legislatura hace poco más de un año, aunque en las últimas dos semanas han ido elevando el tono a cuenta de la campaña en Cataluña en la que los dos socios son rivales electorales.

La vivienda, el feminismo y, sobre todo, la situación de los políticos presos por el intento secesionista catalán y la Monarquía han sido algunos puntales sobre los que se han centrado las disputas, que han eclosionado con el cuestionamiento del vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, a la normalidad democrática plena en España.

La competencia electoral recrudece las disputas, que se han trasladado también a los grupos parlamentarios en el Congreso: la voluntad de cooperación se ha cambiado en estas dos semanas por la de una competición por la visibilidad y la autoría de las propuestas.

El mismo día que arrancaba la campaña y los tribunales ratificaban la convocatoria electoral para el 14 de febrero, muy discutida por la incidencia de la pandemia en España, Pablo Iglesias, líder de Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno español expresaba en un acto de partido las «profundas discrepancias» que mantiene con sus socios del PSOE.

Unas discrepancias que aparentemente son salvables en cuestiones a debatir en el Congreso español, pero que ahora se presentan como grandes diferencias a la hora de competir ambos partidos por un puesto en el gobierno regional de Cataluña.

CATALUÑA, CLAVE SIEMPRE PARA ESPAÑA

Desde hace unos años, aunque siempre han tenido un peso importante, los comicios catalanes representan un valor clave para la política central española, más ahora cuando el futuro del Gobierno de España pasa por el apoyo de la formación independentista de Esquerra Republicana, que sostiene al Ejecutivo de Pedro Sánchez, junto a otros partidos, en la gobernabilidad del país.

La apuesta de los socialistas, muy polémica en cuanto a que su candidato es el hasta ahora ministro español de Sanidad, Salvador Illa, un desconocido hasta hace poco tiempo que fue ganando enteros por su gestión en la pandemia, ha sido el punto de inflexión para que los partidos independentistas, hasta ahora con una mayoría en el parlamento catalán, hayan comenzado a temer la llegada a la presidencia catalana de una fuerza no secesionista.

En esa estrategia para devolver a Cataluña a un Ejecutivo constitucionalista, marcada por la presencia de Illa como candidato, Pablo Iglesias ha respondido con un ataque frontal a las bases de la democracia española, que él considera no es tan democrática mientras mantenga en prisión a los principales líderes independentistas catalanes, condenados a penas de prisión por intentar romper la unidad de España con una declaración unilateral de independencia y la convocatoria de un referéndum declarado ilegal por el Tribunal Constitucional.

Esos líderes, bajo la tutela carcelaria del gobierno regional de Cataluña, pudieron salir de la cárcel para hacer campaña electoral, marcada por la pandemia de coronavirus, que ha dejado poco margen para mítines presenciales.

LA PANDEMIA, UNA PREOCUPACIÓN

La principal preocupación de cara a las elecciones del domingo es la posibilidad de poder constituir las mesas electorales bajo la normativa sanitaria estipulada por la crisis sanitaria de la covid-19.

El Ejecutivo autonómico catalán asegura que ir a votar el próximo domingo será completamente «seguro» por todas las medidas adoptadas frente a la covid y prevé que todas las mesas electorales se puedan constituir, pese al aluvión de peticiones de renuncia -más de 30.000- de miembros designados.

Aun así, el voto por correo ha alcanzado cifras jamás vistas -ha crecido un 350 %, con un total de 284.706 solicitudes- y se teme que la participación presencial bata récords negativos, tras haber tocado techo con un 79 % en 2017.

Según las autoridades regionales, el 99,9 % de las mesas electorales tienen el número mínimo de miembros para constituirse, y el 30 % de ellos ya se ha hecho un test de antígenos.

Los resultados de las elecciones catalanas influirán claramente en el futuro del Ejecutivo central español, socios para la gobernabilidad y con una amplia representación en el Congreso nacional.

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