Por Luis Fernando Quijano Moreno
“La paz no se escribe con letras de sangre, sino con la inteligencia y el corazón”.
Juan Pablo II
En el inicio de los años 90, el temido jefe del cartel de Medellín (representante legal de la mafia antioqueña) Pablo Emilio Escobar Gaviria desató una guerra sin cuartel contra “el establecimiento” y la sociedad en general; en esta murieron miles de personas, balas y bombas no distinguían entre políticos, criminales o quienes fueran ajenos a la guerra. Las balas o las bombas venían e iban disparadas o reventadas de todos los bandos, el terror era generalizado.
Fue una época donde fueron declarados objetivo militar centenares de miembros de la Policía Nacional de Colombia, razón por la que muchos de ellos tomaron la decisión de entrar a la confrontación desde la ilegalidad. ¿Cómo terminó esa cruenta guerra?
El conflicto desatado en Medellín en los 90 no fue una simpleza, el patrón del crimen ordenó disparar y lanzar bombas a diestra y siniestra, la respuesta de sus enemigos no se hizo esperar, la ley del talión asomó sin contemplaciones, 1×10 —un policía por diez jóvenes— llegó a ser la consigna de muchos policías que decidieron jugar con las mismas armas de Escobar. fue la época de los carros cascones conducidos por miembros de la Policía. Los diez que morían, en la mayoría de las veces, no eran sicarios, tan solo jóvenes inocentes que se “parchaban” en las esquinas, pero para estos criminales uniformados era una medida ejemplarizante para que no se les ocurriera apoyar a Escobar.
Investigaciones confirman que entre 1990 y 1994 se presentaron en Medellín más de 27.000 homicidios la mayoría a causa de la guerra del cartel de Medellín y el Estado; con razón el entonces alcalde de Medellín, Ómar Flórez Vélez, afirmaba que: “Me tocó el pico más alto en la historia de los homicidios en Medellín, cuando nos convertimos en la capital más peligrosa del mundo”.
Era un período donde se ofrecía dinero por matar policías, si mal no recuerdo la cifra oscilaba entre un millón y medio y tres millones de pesos, lo paradójico es que en su mayoría los pagos eran efectuados por un oficial de la institución policial, se sabe que en esos tiempos, como ahora, muchos miembros de la institucionalidad no solo policías trabajaban para mafias y paramilitares.
Ahora nuevamente se estaría repitiendo tan nefasta historia, las AGC o Clan del Golfo ha empezado a utilizar el Plan Pistola y con explosivos contra miembros de la policía, léase bien, policías, no miembros del Ejército o la Fiscalía. ¿Por qué estarían enfocados los ataques contra los policías? ¿Se supone que es una lucha frontal del Estado contra las AGC? Dudas quedan.
En todo caso, lo real es que aquí están atentando contra policías; los están pagando para asesinarlos, y ellos no parecieran poder contener la oleada de ataques armados. Ya no es Pablo Escobar ni los narcos los que los atacan, esta vez es la mezcla de Paramilitarismo y mafia la que desató la violencia. ¿Por qué lo hicieron? Razones hay muchas.
¿Plan Pistola y con explosivos?
Se calcula que más de diez miembros de la policía han resultado muertos en las últimas semanas por la escalada violenta que ejecutan las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), denominadas Clan del Golfo. ¿Por qué lo estarán haciendo?
Dos hipótesis podrían ser las que se aproximan a las justificaciones de los ataques, una sería que estarían pretendiendo ganar espacio en las negociaciones de paz en Colombia, matar policías los podría mostrar como una organización político-militar y entrar a la negociación política, según ellos. Creo que están ante un error garrafal al que no se le han medido las consecuencias.
La otra sería que la muerte o las capturas de miembros de importancia en la estructura podrían estar llevando a los ataques a la Policía para buscar controlar mermar o reducir su accionar. También sería un error, pues podrían perder a los aliados dentro de la fuerza pública, en especial de miembros de la Policía, como le ocurrió a Pablo Escobar.
Cual fuera la razón para atacar a los uniformados las consecuencias podrían ser nefatas para las AGC, radicalizar a miembros de la Policía les generaría una respuesta contundente en contra de sus miembros y en especial contra los “jefes” de la estructura paramafiosa, el aniquilamiento en vez de la captura; ellos, Otoniel, Marcos Gavilán, Inglaterra, Nicolás, El Indio Santana, entre otros, no han entendido que no son más que paramilitares y mafiosos, atacar la policía a mansalva les podría acarrear la muerte violenta en momentos donde ya se estaría preparando su posible sometimiento a la justicia, único camino que les ha ofrecido el gobierno y que parecieran haber aceptado.
Es bueno que la cúpula de las AGC recuerden lo que no parecen entender, ellos no son organizaciones insurgentes como las FARC-EP o el ELN, que luchan contra el Estado, ellos tan solo son peones de poner o quitar por parte del poder real en Colombia, en otras palabras, son juguetes de la extrema derecha mafiosa y paramilitar colombiana.
Se nota que estos jefes son poco inteligentes y no han entendido que la historia del país demuestra que hay cosas que el crimen urbano-rural, ya sea organizado o mezclado con paramilitares y mafias, no deberían tocar: una de ellas es la Policía, un sector de ellos no se queda quieto, contraataca en todas las formas posibles, sí, legal e ilegal. Perder la protección oficial es el primer síntoma de la derrota, eso podría ocurrir de seguir actuando así.
Recalco que las AGC están cometiendo un error de marca mayor, están dejando nuevos enemigos en el camino, están generando nuevas guerras y podrían verse abocados a lo que ocurrió con Pablo Escobar y con miembros de La Terraza o el Bloque Metro de las ACCU, eliminados por meterse con el poder real y formal de este país.
Espero que los jefes de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia muestren más sagacidad y entiendan que la paz es el camino, así sea con diálogos, negociación y sometimiento a la justicia; para llegar a ella se deben dar hechos reales y matar policías, defensores de derechos humanos o vender franquicias al crimen trasnacional no son la senda. No se equivoquen, esa es mi apreciación.
Apunte urbano
Algunos jefes de Las AGC están próximos a someterse a la justicia colombiana, ojalá entiendan que el camino es sinuoso, espero que no solo estén hablando de legalizar capitales, también deben comprometerse en desmantelar el negocio criminal y entregar a los auspiciadores del paraestado, además de los ejércitos criminales que lo protegen y no vender las franquicias al crimen trasnacional, cosa que no dudo que harán alguno de ellos o todos, las ofertas en dólares y euros por entregar zonas, rutas, ejércitos, laboratorios son muchas y en verdad nada despreciables.
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