Estambul, 17 de diciembre de 2024.- Turquía parece estar concentrando tropas cerca de la frontera siria, aparentemente para una ofensiva contra las milicias kurdas YPG en Siria, país en una frágil transición tras la caída del dictador Bachar al Asad. Estas son las claves y el contexto.

¿Qué rol tienen los kurdos en Siria?

Los kurdos (que en general profesan el islam suní) suponen alrededor del 10 % de la población siria. Desde la década de 1960 y hasta el inicio de la guerra civil, en 2011, eran el sector más oprimido y perseguido, pero durante la contienda, el régimen llegó a un pacto de no agresión que permitió al partido PYD establecer una administración propia (AANES) en el noreste de Siria, conocido como Rojava.

Las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) son una milicia kurda surgida en la guerra civil y asociada al PYD. Dominan gran parte del noreste de Siria, región con una mayoría kurda, importante población de habla árabe y minorías cristianas y yazidíes. Su alianza con otros grupos se conoce como Fuerzas de Siria Democrática (SDF).

Ankara considera a las YPG terroristas por sus estrechos vínculos con el Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), la guerrilla kurda de Turquía.

La UE y EEUU califican al PKK de terrorista, pero no a las YPG. El PKK ha reivindicado atentados en Turquía, el último en octubre pasado, pero las YPG niegan cualquier actividad en suelo turco.

Rojava nunca ha reclamado la independencia, y tras la caída de Asad, adoptó la bandera utilizada por los insurgentes y estableció negociaciones con las nuevas autoridades de Damasco, encabezados por la milicia islamista Organismo de Liberación del Levante (HTS).

Turquía vs. kurdos vs. islamistas

HTS es el heredero del grupo yihadista Al Qaeda, cuya rama siria estableció el Estado Islámico (EI o Daesh), mientras que las YPG se oponen tajantemente al islamismo radical y entre 2014 y 2015 libraron duras batallas con los yihadistas, especialmente alrededor de la ciudad de Kobani, para lo que recibieron apoyo militar de Washington.

Estados Unidos mantiene aún tropas en las regiones kurdas.

Turquía lanzó su primera intervención militar en Siria en 2016 contra el EI, pero en 2018, junto con milicias locales, conquistó la región de Afrin, administrada por el PYD. En 2019 ocupó una franja fronteriza de 100 kilómetros de largo en el centro-norte, ofensiva parada tras oponerse Rusia.

¿Qué busca Ankara en Siria?

Ankara subraya que los kurdos deben participar en la construcción de la nueva Siria, pero considera que las YPG son un grupo terrorista dirigido por combatientes llegados de Turquía o Irak que «oprime a los kurdos sirios» y debe disolverse.

Entre sus motivos: las YPG son cercanas a los movimientos de izquierda kurda y turca de Turquía, la oposición más firme al presidente, Recep Tayyip Erdogan, y su partido, el islamista AKP.

La ambición de Erdogan es poner fin al conflicto con el PKK integrando a los kurdos en su proyecto de liderazgo islámico, mientras que el partido prokurdo de Turquía (DEM)) exige una sociedad laica y democrática.

Derrocar a las YPG debilitaría la corriente izquierdista entre los kurdos de Turquía y facilitaría a Ankara atraerlos a su propio entorno ideológico.

¿Habrá ofensiva?

Puede que sí. Tras la retirada de Rusia y la desbandada del Ejército regular sirio, las YPG solo tienen como aliado a Estados Unidos y no está claro que el aún presidente Joe Biden vaya a intervenir.

Donald Trump, que asumirá el cargo el 20 de enero, casi seguro que no: en 2019 permitió la ofensiva turca contra las YPG y propone retirar a las fuerzas estadounidenses de Siria.

Así, Washington tiene mucho que decir en ese asunto.

Tampoco cabe esperar un apoyo a las YPG desde la región autónoma del Kurdistán iraquí, ya que su Gobierno es un estrecho aliado de Ankara y depende económicamente del comercio con Turquía.

La victoria turca militar parece segura, pero podría tardar en llegar y tener efectos nefastos sobre la transición en marcha en Siria.

¿Cómo sería el ataque?

Al igual que en sus anteriores ofensivas, Ankara contaría con milicias locales, sobre todo del ámbito islamista, pero esto podría desencadenar una polarización en toda Siria, creando desconfianza en la población cristiana y en la alawí, opuestas al islamismo.

Si no se consigue establecer pronto en Siria un Gobierno de transición apoyado por todas las minorías, se vislumbra una nueva guerra civil o bien un régimen del núcleo duro islamista.

Esos dos escenarios no beneficiarían a Ankara, que quiere cuanto antes un vecino estable, próspero y respaldado por la comunidad internacional.

Pero el Gobierno turco puede temer que una integración del bloque político kurdo en Damasco también sea contrario a sus intereses.

Ilya U. Topper

EFE

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