Colombia y EE.UU., dos socios con diferencias destinados a entenderse

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Bogotá, 16 abr – El viaje este domingo del presidente colombiano, Gustavo Petro, a Estados Unidos y su primera reunión bilateral con Joe Biden dibujan un idílico escenario de estrechas relaciones entre dos países que tienen desencuentros notorios pero que saben que se necesitan mutuamente.

«Estados Unidos necesita a Colombia y Colombia necesita a Estados Unidos», resume a EFE el profesor de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario Mauricio Jaramillo.

La llegada de Petro ha plasmado la «sintonía ideológica» de ambos gobiernos, que tienen una «sensibilidad ambiental» común y voluntad para repensar políticas como la de drogas, también «afinidades en materia de derechos humanos e incluso en términos de paz».

RELACIONES «MALTRATADAS»

El expresidente colombiano Iván Duque se vanagloriaba de que Colombia era el primer socio de Estados Unidos en la región, y fue el primer líder latinoamericano en reunirse con Biden tras la salida de Donald Trump, aunque le costó más de un año y varias visitas al país el que le recibieran en la Casa Blanca.

El propio Trump, por quien el uribismo, la corriente política de Duque, había abogado en campaña, «menospreció» al expresidente, según Jaramillo, porque le consideraba falto de capacidad de mando.

«Duque por acción u omisión maltrató la relación con Estados Unidos», alega Jaramillo, mientras que Petro ha sido «más inteligente» ya que desde que asumió el cargo en agosto pasado ha buscado un acercamiento que el próximo jueves se va a concretar con la reunión con Biden en el Despacho Oval.

No obstante, al chileno Gabriel Boric la Casa Blanca le abrió las puertas el 9 de junio de 2022, apenas tres meses después de llegar al cargo, y a Luiz Inácio Lula da Silva no le hizo falta más de mes y medio para hacer efectiva la reunión después de volver a la Presidencia brasileña.

Por eso algunos consideran que la reunión de Petro llega tarde y que no ha sido tan fácil de conseguir, a pesar del arduo trabajo del embajador colombiano en Washington, Luis Gilberto Murillo, y la aparente buena tónica entre ambos gobiernos.

LA CONTROVERSIA DE LAS DROGAS

En los despachos estadounidenses hay quienes empiezan a cansarse del discurso «castigador» de Petro contra EE.UU. y de sus críticas al manejo de la política de drogas en Latinoamérica, según analistas consultados por EFE.

«La guerra contra las drogas ha fracasado. La lucha contra la crisis climática ha fracasado», anunció Petro durante su primer discurso en la pasada Asamblea General de la ONU y apuntó hacia un lugar: «40 años ha durado la guerra contra las drogas, si no corregimos el rumbo y esta se prolonga otros 40 años, Estados Unidos verá morir de sobredosis a 2.800.000 jóvenes por fentanilo».

Según el profesor de la Universidad de Rosario, Petro es el primer presidente en ejercicio que se atrevió a verbalizarlo así y se lo repitió al secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, cuando vino a Colombia y le replanteó la política de extradiciones, por ejemplo, algo que no gusta demasiado en EE.UU.

«Petro tiene obligaciones y Estados Unidos lo sabe, sabe que le eligieron para un cambio», afirma Jaramillo, quien considera que en este caso Colombia tensa la cuerda porque sabe que Estados Unidos tiene una «fuerte presión para cambiar el enfoque» de drogas, aunque no esté siempre de acuerdo con todo lo que se plantea.

«Estados Unidos sabe que la cuerda se puede tensar pero no se puede romper y en Casa de Nariño (sede presidencial colombiana) piensan igual», dice a EFE una fuente conocedora de las relaciones.

PUENTE A VENEZUELA

En esa simbiosis, Petro, por ejemplo, llegará a Washington buscando «más apoyo», sobre todo fondos para ciertas reformas, lo que puede visualizarse en sus recientes declaraciones de que no hay dinero para implementar el acuerdo de paz de las FARC.

Y EE.UU., además de ver a Colombia como una ayuda para la acogida de venezolanos -es el país con mayor número- que disminuya lo que ven como una «oleada», también lo necesita para relanzar las propias relaciones con Venezuela.

Después de constatar que las sanciones contra el Gobierno de Nicolás Maduro no han servido para mucho, apunta Jaramillo, «a Estados Unidos le interesa que haya una transición democrática».

Y ahí «Petro quiere ser doble puente», pues se lleva bien tanto con el Gobierno como con la oposición, pero además quiere posicionarse como el líder regional que quiere ser para conectar a Venezuela y Estados Unidos.

Sin embargo, y pese a su anuncio de una «conferencia internacional para el diálogo venezolano» en Colombia, que será el 25 de abril y a la que por el momento solo se esperan cancilleres, no se prevé que la declaración bilateral tras el encuentro con Biden vaya a trascender demasiado sobre Venezuela.

En todo caso, aunque esa buena sintonía entre el Gobierno colombiano y el estadounidense es lo que reluce, fuentes próximas aseguran que el jueves en el Despacho Oval la conversación puede ser tensa y no tan jovial.

Irene Escudero

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