Estudiantes de la Universidad del Tolima -UT- lograron la “matrícula cero” para quienes cursan pregrado, luego de haber resistido durante siete días y dos horas a través de la ‘Huelga de hambre de educación UT’.
El pasado 22 de julio los cuatro estudiantes que desarrollaron la Huelga de hambre de educación UT recibieron la noticia de que la exigencia de no pagar matrícula en el próximo semestre de estudios había sido aprobada. Obtuvieron así 6.000 millones en materia de pregrado distancia y presencial. Ese mismo día levantaron la huelga.
La Universidad del Tolima alberga aproximadamente 20.000 estudiantes en carreras de pregrado. Es la única universidad pública de la región. Está ligada con el Instituto de Educación a Distancia -IDEAD-, el cual también recibió el beneficio de la “matrícula cero”.
Apoyo popular
Los huelguistas siempre obtuvieron el apoyo de los estudiantes de la universidad, mediante redes y de manera presencial. También recibieron donaciones de sueros y alimentos, pero de estos últimos hacía solo uso la guardia.
“Aquí la guardia tuvo un papel fundamental ya que aunque no estaban dentro de la huelga, fue vital su prestación de guardia por las noches. Gracias a ellos logramos soportar esas 172 horas”, comenta Camilo Andrés Pinzón, estudiante de Licenciatura en Ciencias Sociales y huelguista.
Tanto el Servicio Nacional de Aprendizaje -SENA- como sindicatos de la Universidad y otros colectivos y organizaciones sociales externas fueron de gran apoyo para la acción. Equipos de DDHH y de salud de la propia universidad también brindaron sus servicios. Estudiantes del programa de enfermería eran quienes tomaban los signos vitales y medidas antropométricas de los huelguistas. El equipo asistencial de doctores y enfermeros de la UT también fueron partícipes al estar pendiente de estas acciones desde el tercer día de huelga, además la percepción de la ciudadanía fue positiva respecto a la actividad.
Acciones pre-huelga
La acción de protesta estudiantil venía desarrollándose aproximadamente un mes atrás. El 30 de junio se instaló un campamento universitario al interior del campus de la UT, en la sede Santa Elena, con una reunión informal entre vicerrectores y estudiantes. Ahí se explicó por qué el campamento y se nombraron las exigencias. El 1º de julio se acordó una mesa de diálogo con la Administración para saber su respuesta.
Quince días después, los estudiantes decidieron escalar esta primera medida. Al siguiente día comenzó la huelga de hambre. Inicialmente estaban tres estudiantes: Juan Camilo Tiba (egresado), Juan Carlos Galindo (estudiante) y Camilo Andrés Pinzón (estudiante). Dos días después se unió Andrés Caro, estudiante de Historia.
“El primer día de huelga la Administración no nos proporcionó baño ni techo. La atención fue muy precaria. No teníamos ni energía eléctrica en el espacio. Tres días después la Administración decidió cooperar en estos aspectos”, comenta Pinzón.
Entre los 7 días y 2 horas de la huelga más los 15 días de campamento, el estudiantado estuvo en protesta por 21 días.
Banderas de lucha
Aunque el eje fundamental de esta huelga fue exigir la “matrícula cero”, existen otros cuatro puntos de peticiones del estudiantado frente a la institución. Estas venían a partir del campamento estudiantil realizado el 1º de julio.
La primera exigencia era lograr la “matrícula cero” a raíz de que las condiciones en la pandemia de la Covid-19 han ocasionado desempleo a gran parte de la población ibaguereña. De no lograrse, el nivel de deserción podría ser alto en el semestre B – 2020.
Como segundo punto, el estudiantado exigió claridades al Bienestar Universitario en cuanto a apoyos tecnológicos de Tablets y tarjetas sim para poder continuar las clases de manera virtual. De tercer punto se buscó reforzar la política de género interna desde la mesa constituida por diversidades, colectivos sociales y feministas de la universidad. Así como también se pidió la construcción de una línea de atención en el campus, ya que existen denuncias de estudiantes hacia profesores, administrativos y trabajadores de la universidad sobre casos de abuso.
El cuarto punto estuvo centrado en el calendario académico para el semestre actual. Se solicitaron tres semanas globales para todos los programas. En la asamblea del 1º de julio las y los estudiantes participantes exigieron claridad frente a la desprotección presentada por parte del Bienestar Universitario en lo requerido para la posible retroalimentación académica.
Y de último punto se presentó la licitación del bloque inteligente. Se exigió una veeduría frente a posibles irregularidades en el cambio de constructora del Bloque 03. Esto, además, violaría la autonomía universitaria ya que la Gobernación juega un papel clave al realizar este bloque.
Amenazas
Uno de los casos más repetitivos que vivieron estos estudiantes en huelga fue que la Policía pasaba periódicamente, solicitando documentos de identidad únicamente a quienes acompañaban a los huelguistas.
El 21 de julio se realizó una asamblea con los estudiantes presentes en el lugar. Al mismo tiempo, se cerraron las calles del lugar con orden y un clima pacífico. A los pocos minutos, llegó un Mayor de la Policía exigiendo que se levantara el cierre.
“Aquí se presenta un choque de derechos. El derecho a la protesta social por un lado, y por el otro, a la libre movilidad. Sin embargo, la comisión de DDHH procuró que no se violente ningún derecho. Desafortunadamente, el Mayor tenía un actitud irrespetuosa”, afirma Estefanía León, integrante de la comisión estudiantil de Derechos Humanos de la UT.
A pesar que se dialogó con la encargada de DDHH de la Policía y se logró solucionar la situación, “el mayor manifestaba que no se retiraría porque ‘a él nadie le daba órdenes y que no comía miedo de nadie’”, cuenta León.
Otra tarde se acercó un hombre con gafas oscuras, gorra, pañoleta negra en la cara, casco de motocicleta y ropa oscura. Dijo que era familiar de uno de los huelguistas. Las personas de Derechos Humanos hicieron las respectivas indagaciones y confirmaron que esta persona no era conocida. “Sabemos que era una persona que quería dañar el espacio”, denuncia Andrés Pinzón.
Además, hubo momentos en que pasaban personas de civil de manera muy sospechosa. En algunas ocasiones llegaban a tomar fotos al lugar y a las personas presentes. En otras, intentaban entrar al campamento.
La respuesta de la Administración
La primera respuesta de la Administración de la universidad fue que no contaba con los recursos para garantizar la matrícula cero. Los huelguistas y la comunidad estudiantil no recibieron apoyo por parte de la Rectoría y mucho menos del Gobernador.
“Decían que habíamos dañado el protocolo de bioseguridad. Además, que los estábamos haciendo correr con una posible multa de más de 20 millones de pesos en contra de los dictámenes del Gobierno Nacional y Departamental. Nunca tuvimos una respuesta de solidaridad”, afirman Juan Carlos Galindo.
Las posibles soluciones o acuerdos con la Administración sobre las cinco banderas de lucha presentadas en el pliego de exigencias están en transcurso de desarrollo. En el primer punto fue posiblemente garantizado. Los demás se encuentran en la fase de desarrollo.
En cuanto a las peticiones de acción en casos de violencia basada en género, la Personería Municipal solicitó a la Administración universitaria protocolos reales en casos. Los que posee la institución son muy precarios para desarrollar soluciones de manera positiva e inmediata.
Al anunciarse la entrega de los 6.000 millones a la universidad para la matrícula cero, el Rector Omar Mejía, especialista en Derechos Humanos, se tomó el crédito de la lucha realizada por estudiantes. “El discurso del rector desconoció el trabajo que el estudiantado y los sectores populares veníamos haciendo desde hace mes y medio en las diferentes movilizaciones con eje principal de matrícula cero”, denuncia Galindo.
Esta fue una protesta simbólica. Su impacto mediático ayudó a visibilizar la acción mediada por los cuatro huelguistas, los compañeros de salud, Derechos Humanos y los de la guardia nocturna.
“Se pudo evidenciar que plata para la educación sí hay. Se necesita voluntad para que haya una educación gratuita y de calidad en el país. Fue un proceso bastante arduo, competente, alentador, si en algún momento nos toca repetir este proceso, seamos egresados o estudiantes, lo volveremos a hacer”, concluyen los huelguistas.
Tomado de Colombia Informa