El 2019 pasó a la historia como uno de los años con mayor intensidad de protesta social en Colombia: estudiantes de universidades privadas salieron a apoyar a sus pares de las públicas, centrales obreras elevaron su poder de convocatoria, ciudadanos de a pie alzando la voz contra el balance de ejecución del Gobierno, cacelorazos que no paraban de sonar buscando la atención del Ejecutivo y demostrando el descontento social por el asesinato de líderes sociales y un día de noviembre con más de un millón de manifestantes en las calles cerraron el año, sin olvidar que incluso se creó el Comité Nacional del Paro.
Pero la llegada de una pandemia tenía que cambiar la realidad. Sin poder salir a la calle, sin poder estar en lugares concurridos, con el inminente riesgo de contagiarse solo al hablar con otra persona portadora del COVID-19, la protesta social también se encontró entre la espada y la pared. Los problemas siguen vigentes, pero el escenario para manifestar no es el mismo. Entonces, ¿cómo mantener vivo el derecho a la protesta en medio del aislamiento, de la cuarentena, del computador y el teléfono celular conectado a internet como canal de manifestación?
Decía Carolina Botero, directora de la Fundación Karisma, justo terminando el 2019, en una columna de opinión publicada en El Espectador, que “las redes sociales no son la panacea, pero habilitan y permiten el ejercicio de la libertad de expresión”. Y en el mismo texto, donde reflexionaba sobre el papel de estos nuevos vehículos de información en medio de la protesta social, consideraba que se equivocaban quienes creían “que estamos mejor sin ellas. Si las redes son su voz, cuide esa voz”, recalcaba.
Por eso, juntando todos estos escenarios y en entrevista con El Espectador, Camilo García Pérez, politólogo y líder de tecnología en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad el Bosque, explica el papel de la tecnología en medio de la protesta, de los perfiles falsos que viajan por la red, de lo que significan las redes sociales cuando muchas personas siguen en sus casas tratando de alejarse del nuevo coronavirus pero se quieren manifestar y, además, habla del cambio de época en el que entramos, dejando atrás la sociedad disciplinaria en la que vivimos, advierte.
Venimos de meses con mucha protesta social en Colombia. Pasaba en varios países de la región también y ahora vemos lo que sucede en Estados Unidos, pero la pandemia cambió todo. ¿Cómo se está manifestando la protesta virtual en esta época de covid-19?
Manifestarse es un derecho fundamental de los ciudadanos que pueden ejercer sin muchas limitantes. Considero que las personas seguirán saliendo a las calles. En Colombia los transportadores hicieron manifestaciones reclamando la activación del sector, en Estados Unidos se han presentado aglomeraciones de personas en varias ciudades, manifestándose en contra de la violencia racial; sin embargo, la pandemia sí modificará las formas y herramientas que se usan regularmente para la protesta. Un ejemplo es el Blackout Tuesday, organizado recientemente como reclamo por el crimen de George Floyd.
En Hong Kong, teniendo en cuenta el riesgo que estaban viviendo los manifestantes producto de la vigilancia en tiempo real de las cámaras de seguridad, crearon métodos de comunicación por medio de canales digitales para organizarlas y ejecutarlas. ¿Qué papel tiene la tecnología en la protesta social de este año?
La tecnología tendrá las dos caras de una misma moneda. Por un lado, la solidaridad y empatía con ciertas causas, que en el pasado fueran ajenas para la mayoría de ciudadanos, ahora se sentirán como propias; las redes sociales serán el medio para reivindicar y generar conciencia de temas locales que se sentirán globales. Por otro lado, la tecnología tendrá el poder de control y disuasión de la protesta, así como la Policía rastreó los celulares de algunos activistas en Hong Kong para judicializarlos.
En Colombia no hemos llegado al pico de contagio y tampoco está a la vista una vacuna. El único anuncio en esa ruta llega desde Rusia, pero es por ahora eso, un anuncio. ¿Usted cree que la protesta volverá a la calle en Colombia o la gente se manifestará desde las redes sociales?
Seguramente la gente usará ambos medios para protestar. Hace pocos días Fecode convocó a los docentes a manifestaciones por las medidas tomadas por el Gobierno en temas de educación, salud y derechos laborales. Entiendo que habrá reuniones de máximo cincuenta personas, con todos los protocolos de seguridad y cumpliendo las normas de aislamiento social. Quienes no participen de estas movilizaciones lo harán por las redes sociales. Si bien la pandemia mermó las movilizaciones nacionales que se venían presentando, no se han detenido las protestas localizadas por diferentes razones, como el hacinamiento en las cárceles.
Muchos advierten que el mundo de las redes virtuales, el digital, es muy alejado de la realidad, precisamente en un país tan desigual y con muchas regiones sin conexión a internet. ¿Cuál es su opinión?
La pandemia nos ha revelado situaciones que antes no eran visibles para la mayoría. En el caso de la educación superior, una vez decretada la pandemia, iniciamos la estrategia de formación virtual de cientos de asignaturas para miles de estudiantes. Sin embargo, con datos obtenidos de una encuesta realizada en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad El Bosque, logramos identificar que, si bien la mayoría de estudiantes tenía conexión a internet, un grupo significativo no podía conectarse a las clases o no contaba con un computador. Así mismo identificamos que el estudio, la familia y la vida personal se mezclan en un solo espacio, generando dificultades académicas, cuyas consecuencias aún no conocemos.
¿Cree entonces que, aunque no todos estemos en ese ecosistema digital, es posible lograr que se gesten cambios sociales desde el mundo virtual?
Pienso que los cambios sociales serán sobre todo en nuestra vida laboral. Según el filósofo Byung-Chul Han, nos aproximamos a un cambio de época. Dejamos atrás la sociedad disciplinaria, en la cual cumplíamos horarios y puestos de trabajo fijo, para adentrarnos en la sociedad de rendimiento, donde la productividad y la eficiencia personal empujan a los ciudadanos a maximizar la productividad. La virtualidad ha permitido que miles de ciudadanos trasladen sus puestos de trabajo a la casa, como argumenta el famoso antropólogo David Graeber en su libro Trabajos de mierda: “Ya no tendremos a nuestros jefes custodiando nuestro tiempo como un dragón custodia el oro”, ahora, gracias a la virtualidad, cada quién maximizará su potencial y rendimiento.
Con la llegada del covid-19 también aparecieron aplicaciones para rastrear el virus y, como se esperaba, a los ciudadanos. ¿Usted cree que se está violentando la intimidad de las personas con estas “apps” y que el manejo de toda esta información merece un debate legislativo profundo?
Hace pocos días la Superintendencia de Industria y Comercio realizó unos requerimientos a tres de las aplicaciones del covid-19 que se vienen implementando en el país, para verificar si se está cumpliendo con las garantías de recolección y tratamiento de datos personales. El derecho de habeas data es un derecho fundamental en Colombia y, por lo tanto, estas aplicaciones deben ser sometidas a investigación.
En el caso de Bogotá, ahora nos piden llenar un formulario en la página Bogotá Cuidadora. Sabemos que la intención es llevar un registro para prevenir el contagio, pero, ¿estaríamos ante el riesgo de proporcionar información que luego será usada con otros fines? ¿Incluso podría ser una forma de controlar cualquier tipo de protesta social futura?
En Bogotá se desató una polémica por la obligatoriedad de la aplicación; sin embargo, después de la intervención de la Superintendencia, Claudia López rectifico y modificó la decisión. Debemos asumir el desafío de la pandemia con rigurosidad científica, confiando en las instituciones del Estado y responsabilizando a los ciudadanos del cuidado personal. La tecnología hace parte del desarrollo humano y debemos usarla para nuestra evolución.
En el mundo digital hay mucho perfil falso. En una protesta ¿esa realidad de los perfiles falsos le quitaría legitimidad a la manifestación virtual?
En las protestas contra el racismo en Estados Unidos, varios de los llamados influencers se vieron sorprendidos tomándose fotos, haciendo creer que estaban participando de las protestas, solo para después subirlas en las redes sociales y conseguir “me gusta”. En la protesta siempre han existido perfiles falsos, seguramente la protesta virtual no será la excepción, en donde todo vale para conseguir seguidores. Por otro lado, cientos de estrellas del cine y del deporte se unieron a la protesta en sus redes, legitimando la manifestación a través de la virtualidad.
Muchas de las protestas internacionales se gestaron en incidentes muy específicos que terminaron levantando los ánimos de poblaciones enteras. Un ejemplo: la primavera árabe. Otro muy cercano: George Floyd. ¿Se podría catalogar la sola publicación de este video y su posterior masificación como un triunfo de la protesta social?
Sin duda es un triunfo. Como lo dije antes, se logró la solidaridad y empatía de millones de personas, situación que solo fue posible a través de las redes sociales.
Tomado de El Espectador