Comunidades afectadas por Hidroituango huyen por aumento del caudal río arriba

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A la cabecera municipal de Sabanalarga, Occidente antioqueño, siguen llegando campesinos y comunidades que temen por sus vidas y su integridad. Aseguran que a pesar de lo que dicen las Empresas Públicas de Medellín acerca de los trabajos que se adelantan en Hidroituango, el nivel del río Cauca sigue en aumento en los municipios que se encuentran en la parte alta del afluente.

“En el Norte y en el Occidente de Antioquia sigue subiendo el nivel del río Cauca, pues no tiene por dónde correr y a eso hay que sumarle el invierno actual”, dijo uno de los campesinos desplazados.

En este momento se presenta una emergencia humanitaria, puesto que llegan ancianos, mujeres y niños que no tienen dónde pasar la noche. Tampoco tienen alimento ni medicinas.

Lugareños piden a EPM que se haga cargo de la emergencia y de las ayudas humanitarias que se requieren, “pues esta situación es consecuencia del trabajo de alta ingeniería que hicieron en la represa”.

Desde hace quince días que empezó la urgencia, la comunidad se ha desplazado a buscar refugio en lugar seguro en Ituango, Toledo y San Andrés de Cuerquia.

Estaban advertidos
“Para dar curso al agua que se encuentra represada en Hidroituango, se permitirá que esta corra por la sala de máquinas de la megaobra, haciendo uso del túnel de generación. Se han retirado algunos elementos y los que sufrirán el deterioro o pérfida tienen un valor de 400.000 millones de pesos, unos U$ 150 millones”, dijo un experto sobre el tema Hidroituango.

Esta contingencia ya había sido prevista y anunciada hace diez años por geólogos y ambientalistas de la Universidad Nacional, sede Medellín, quienes manifestaban que los estudios geológicos de la cuenca del río Cauca habían dejado en cuestión la estabilidad de los suelos en la cordillera y esto había sido desconocido.

El experto, que omitió su nombre por seguridad, lamento el hecho y destacó que las fuerzas sociales y las de la naturaleza venían gritando desde hace una década que asesinar un río con una presa de concreto de 230 metros de altura y 800 metros en la base, que inundar un bosque seco tropical en una extensión superior a 68 kms, que destruir un ecosistema y afectar comunidades ancestrales, que inundar la historia de fosas de crímenes de lesa humanidad que han sido denunciados, que la generación de energía sin usos humanitarios con destino a megaproyectos mineros e industriales que solo tienen por finalidad destruir más la naturaleza para saciar el consumo insaciable de una sociedad, nos conducen a clamar con puño en alto un “Nunca más represas”.