Recife (Brasil), 5 de junio.- Unas 700 personas se movilizaron este viernes en Recife, capital del estado brasileño de Pernambuco (nordeste), para protestar por la muerte de Miguel Otavio, un niño negro de cinco años que cayó de un noveno piso mientras su madre, una empleada doméstica, paseaba las mascotas de su empleadora
Movimientos sociales y activistas convocados en las redes sociales marcharon hoy desde el centro de Recife hasta el conjunto residencial de lujo donde ocurrió el fatal accidente, al parecer por descuido de la patrona, y levantaron las consignas contra el racismo y la discriminación social.
La muerte ocurrió el miércoles en el Condominio Pier Mauricio de Nassau, más conocido como «Las Torres Gemelas de Recife», dos gigantescos edificios residenciales a orillas del mar y que sobresalen en medio de la zona portuaria, cuando la madre del menor salió a pasear las mascotas de su patrona.
La empleada doméstica Mirtes Renata de Sousa había llevado ese día al trabajo a su único hijo, Miguel Otavio, y pidió a su empleadora, Sari Corte Real, esposa del alcalde de la turística ciudad de Tamandaré, Sergio Hácker, que cuidara del menor mientras paseaba a los perros de la familia.
Imágenes del circuito interno de seguridad registraron el momento en que Miguel Otavio entró en el elevador y la patrona presionó uno de los botones para que el niño bajara solo en busca de su madre.
Pero el pequeño pulsó otros botones y terminó saliendo en el noveno piso, destinado para los aires acondicionados y el único sin mallas de protección en el balcón, desde donde cayó de una altura de unos 35 metros.
Las circunstancias de cómo se produjo la caída están en investigación, pero Corte Real responde ante la Justicia por homicidio culposo, cuando no hay intención de matar, por haber dejado al menor sin la compañía de un adulto dentro de un elevador, una situación que está contemplada como delito en el estado de Pernambuco.
La mujer llegó a ser detenida tras el suceso, pero fue liberada después de pagar una fianza de 20.000 reales (unos 4.000 dólares).
La madre del menor, quien pide que se haga «justicia», culpa a su patrona de negligencia por falta de «paciencia» cuando ésta se encontraba haciendo la manicura y el menor insistió en querer bajar a los jardines del edifico para el encuentro con su progenitora.
VOCES CONTRA EL RACISMO
El eco de la muerte del menor se sintió con fuerza en las redes sociales el jueves, día del funeral, y las personas comenzaron a convocar movilizaciones para este viernes con el tema del racismo y la intolerancia social como banderas.
En la marcha se vieron carteles con mensajes como «Crimen de burguesía blanca», «¿cinco uñas valen más que cinco años de un negro?» y «Vidas negras importan», que se convirtió en una cruzada contra el racismo en varios países tras el asesinato el mes pasado de George Floyd a manos de la Policía en Estados Unidos.
La psicóloga Iris María da Silva, que trabaja en la red pública de salud, dijo a Efe que el «desespero y angustia» de un menor de cinco años al sentirse separado de su madre, aunque sea por pocos minutos, es «comprensible» en esa edad y la «negligencia» de la patrona quedó «demostrada en las cámaras del elevador».
«Vinimos aquí en nombre de la sociedad y la población negra y no podemos desvincular esto de lo que pasó en Estados Unidos con la muerte de George Floyd. La lucha no es de ahora. Si fuese lo contrario Mirtes estaría presa y sin derecho a fianza. Este acto no termina aquí», agregó la psicóloga.
La tía del menor, Francecleide Rosángela de Sousa, relató a periodistas que la patrona de su hermana «llevó al niño hasta la muerte» y su actitud de haber ido al velorio fue «una atrocidad, una crueldad» y agradeció a artistas, como las cantantes Ludmilla y Anitta, por solidarizarse en las redes sociales con su familia.
«No es sólo aquí en Recife, es el mundo entero. Ya en España hubo expresión por el caso de Miguel», afirmó la tía, quien espera que la patrona se «entregue a la Justicia» y pague por su «perversidad».
La marcha terminó cuando varios de los manifestantes se acostaron en medio de la avenida y se escucharon gritos de «No fue accidente, fue asesinato», mientras que diversos residentes del edificio lanzaron desde las ventanas de sus apartamentos globos negros para homenajear la memoria del pequeño Miguel Otavio.
EFE