Por GERMAN NAVAS TALERO Y PABLO CEBALLOS NAVAS
Las aves dieron alas a los periodistas para con sus plumas escribirnos la verdad.
Hay gente de buenas. Se llenan de plata sin gran esfuerzo y son siempre de la “alta” sociedad. Los más jugosos contratos a sus bolsillos van a parar, los mejores cargos públicos pasan por la puerta de su casa, algunos periodistas corren a entrevistarlos y convienen con anterioridad las preguntas que les van a hacer. ¿Quiénes son esos seres privilegiados?
Conocimos una información publicada hace algunos meses que ilustra cómo los de abajo –si el estado de cosas nacional no cambia– estarán siempre abajo y los de arriba de ninguna manera se moverán. Pluralidad Z, un medio independiente, contó en esta nota que la Gobernación del Atlántico suscribió en enero de 2021 un contrato “millonario”, poco transparente y con un esquema de contratación que reducía sustancialmente la competencia, tan limitada que fue adjudicado al único proponente: la empresa A Construir, propiedad de los hermanos Daes, amigos de la casa Char. El monto a ejecutar: 161.000 millones de pesos. Para entender mejor este enredo recomendamos la lectura del artículo que sobre el tema publicó La Silla Vacía y que pueden leer cliqueando acá.
Somos asiduos compradores de los almacenes Olímpica y esperamos que por fidelidad nos entreguen una boleta para ver si podemos ganarnos un ‘contratico’ de estos. En la Costa Atlántica los amigos de las familias Char y Daes se sienten honrados de conocerlos y de fotografiarse con ellos, incluso les parece una ocasión memorable coincidir con ellos en una reunión o fiesta. Las investigaciones transcurren y como a María, pasan vírgenes y sin mancharse. Estos individuos se pasean por las calles y los clubes ‘olímpica-mente’ mientras nadie les reprocha por sus cuestionables movidas. Nada distinto podía esperarse de esta “gente de bien”, a ellos todo les corresponde a título de consanguinidad, hasta tener su propia gobernadora.
Los Char, además de participar en el negocio de grandes superficies y gracias a su «suerte», se adueñaron de un equipo que hace arrodillar a la mayoría de barranquilleros. Lo dicho, hay personas con buena suerte, así como también países con mala suerte. Léanse los artículos de Pluralidad Z y La Silla Vacía antes reseñados, imaginamos que quedarán aterrados al igual que nosotros. Lo peor –como dijo Mauricio Navas Talero (@mauricionavast) en su columna de Diario Criterio– es que “ni vergüenza les da”.
Ya que de contratos hablamos, fue curioso ver que, en los días anteriores a la votación del proyecto de reorganización de la Procuraduría, el fantasma político tomó carne y hueso y quienes venían asistiendo a sesiones remotas desde sus camionetas aparecieron en el Elíptico. Parecían niños ansiosos de romper la olla de la piñata, querían que los vieran, que se supiera el sentido de su voto, pues había en juego una gran cantidad de frescos cargos oficiales, a cuya repartición aspiraban muchos de ellos. Habían desaparecido del Capitolio y el milagro se hizo, reencarnaron en ávidos aspirantes a cobrar los favores que hicieron para aprobar la reforma. No es que nosotros seamos criticones, Germán lo denunció públicamente en el Congreso durante el último debate del proyecto.
Que si los nuevos cargos se necesitan o no, no es lo que estamos analizando, cuestionamos el oportunismo de decenas de congresistas que, alegando motivos de salud, se negaron a asistir por meses al Congreso pero que, cual vacuna Pfizer, de un día a otro se inmunizaron y estuvieron prestos a aprobar presencialmente el proyecto de la Procuraduría. Pensando un poco en el pasado recordamos que Alejandro Ordóñez consiguió su reelección repartiendo las procuradurías delegadas que el Congreso tuvo a bien crear y las cuales le sirvieron al ex-procurador para comprar los votos necesarios en el Senado y asegurar así su reelección. Estas informaciones son de conocimiento público y sirvieron como fundamento para la decisión de la Sala Plena del Consejo de Estado, que en septiembre de 2016 anuló la reelección de Ordóñez. Con las jugadas que atestiguamos la semana pasada varios congresistas se aseguraron una cantidad nada despreciable de votos para las elecciones que han de realizarse en marzo del año entrante. Nos contaron que esas sesiones no eran aptas para diabéticos por la gran cantidad de mermelada que se suministraba en los pasillos y oficinas colindantes al recinto de la plenaria. En marzo veremos quiénes fueron los favorecidos con esta repartija de cargos.
Cosas como las que hemos tratado antes producen iracundia y es ahí cuando el ciudadano del común –aquel ‘patinchado’, aquel sin esperanza, aquel del día sin odio del que hablaba José Antonio Osorio Lizarazo– hace uso del derecho constitucional a la protesta. Sí, derecho, no favor. Es que parece que, para algunos, entre ellos el flamante minInterior Daniel Palacios, permitirle a la gente quejarse es un favor que les hace el gobierno. Este gobierno fascista cree que la mordaza es una respuesta admisible al reclamo por hambre, de hecho, parece ser una posición inamovible. Este superministro quiere que la gente salga a protestar jugando al reloj de Jerusalén o al corazón de la piña, ignorando que la esencia de la protesta es entorpecer el ritmo normal de la sociedad –de la ciudad, de los bienes y servicios, del transporte, etcétera– y opera de ese modo aquí, en Francia, en Estados Unidos y en Timbuktu. ¿Sabe usted, ministro, dónde la protesta no puede obstaculizar el tráfico o acercarse a los aeropuertos y a los puertos? En las dictaduras y en los regímenes autoritarios.
Les sugerimos que se lean el libro de Osorio Lizarazo El día del odio, de descarga libre en la edición de la Biblioteca Básica de Cultura Colombiana a la que pueden acceder acá. Esta obra ofrece una explicación sociológica a la respuesta de un pueblo agotado, explotado y violentado. Ministro Palacios, en un break de la planeación en la que anda el gobierno para seguirle haciendo daño al país, léase este libro, le haría bien ampliar un poco su cultura general.
Había un adagio antiguo que decía “cuando los párvulos piden pan, hay que darles”, que podría expresarse también como “si el niño tiene hambre, dele de mamar”. Aquí, aunque sea contra-intuitivo por nuestra experiencia nacional, los políticos y ‘opinadores’ de derecha no han entendido lo básico: si el pueblo tiene hambre, hay que darle de comer. Señoras y señores del alto gobierno, estamos seguros de que con los miles de millones de pesos que se gastan comprando municiones, gases lacrimógenos y bombas aturdidoras se podrían abrir unos cuantos comedores comunitarios, nunca antes tan requeridos.
Como hay tantos puntos de contacto entre los gobernantes de derecha y del autodenominado centro, observamos que Claudia López –heredera del candidato presidencial de la derecha corporativa Enrique Peñalosa– se duele del costo de los daños materiales que pueden haber ocurrido durante la protesta, relación que no se encuentra probada en la mayoría de los casos, pero ni una lágrima sincera por las mutilaciones oculares, abusos sexuales, usos de munición recalzada, desapariciones, acusaciones de tortura en instalaciones públicas y homicidios perpetrados por la Policía en Bogotá. Es tan atrevido su desinterés que, según ella, en la ciudad solo han ocurrido dos hechos de violencia policial, como lo reportó La Silla Vacía, medio que tuvo acceso al documento que la alcaldesa le entregó a Juliette de Rivero, representante en Colombia de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU. Quizá mientras redactaba el documento Claudia se confundió e iba a hacer referencia a los dos homicidios que tanto se ha esforzado por desconocer y hasta desvirtuar –en el caso del joven arrollado por una tanqueta del ESMAD mientras conducía su motocicleta, la Alcaldía dio a entender que se le había atravesado a la misma cuando intentaba adelantarla–.
Para Claudia López, al igual que para Iván Duque, el problema (el único que merece la atención de las autoridades) es el vandalismo, no la violencia policial ni los ataques de civiles contra los manifestantes. Siempre es bueno recordar que los vándalos en su tiempo no fueron ni un quinto de lo extremistas que son nuestros gobernantes, en su génesis fueron un pueblo que se negó a ser conquistado y luchó por su independencia.
Alcaldesa, debería de preocuparle más la cifra de cuánto se ahorraría la ciudad si dejara el costoso, ineficiente e impopular capricho del TransMilenio por la Séptima –ahora bautizado en la neolengua como “Corredor Verde”– y también haría bien hacer referencia a la plata que se habría ahorrado Bogotá si se hubiesen aceptado los diseños del metro subterráneo, pero sabemos que su aversión a Petro no se lo permite. Usted ha llegado a niveles inusitados de radicalismo en el centro político. A uno le sorprende, como ciudadano y como votante de izquierda, que una propuesta de izquierda moderada –centroizquierda, como se identificó López en campaña y en esta entrevista con El País ocho meses después de su posesión– pueda tener tantos puntos de acuerdo con la ultraderecha militarista, constrictiva y enemiga de los derechos y las libertades. Es preocupante que la alcaldesa verde y su equipo de gobierno repliquen el lenguaje de Jose Felix Lafaurie, María Fernanda Cabal, Jaime Arturo Restrepo, Hernán Mejía, Álvaro Uribe y hasta el de Christian Garcés, este último implicado en un grave caso de incitación a la autodefensa armada el 28 de mayo en Cali, vínculo que encontró Cuestión Pública en esta impecable pieza de periodismo investigativo. (Sumamente despreciable esta actuación de la que le acusan, representante Garcés. El Centro Democrático debería censurar su comportamiento.)
Finalmente, así como le decimos mentiroso a aquel periodista que manipula información verídica o de plano presenta información falsa, debemos aplaudir a José Alberto Tejada (@joaltejada), periodista de Canal 2, quien no ha tenido dificultad en nombrar la violencia y a sus actores preponderantes –civiles armados y efectivos de la fuerza pública–, como si la han tenido sus pares en los canales masivos nacionales. Desde aquí y desde ya ponemos su nombre en consideración para el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar o para cualquier otro galardón que se entregue en el oficio periodístico. Tejada no solo es un hombre valiente, es un comunicador comprometido con la verdad y con la investigación en el terreno. Contrario sensu, creemos que este año nuestros vecinos de los medios tradicionales –Caracol Radio, Blu Radio, El Tiempo, Noticias Caracol (salvo la sección investigativa) y todas las marcas de RCN– no merecen ni una nominación, ello como reproche por su pobre y sesgado cubrimiento de las protestas, que se redujo –en nuestro juicio– a salvar los nombres de los funcionarios que han metido la pata durante el paro nacional.
En la antigüedad las plumas servían, y todavía ahora a las aves, para elevarse hacia los cielos, pero una vez dejaban tal función se iban al tintero para servirle al periodista como instrumento para escribir los hechos y llevar al papel, entre otras, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esos fueron los periodistas que con la pluma de las aves nos abrieron los ojos para reclamar unos mínimos comunes y transnacionales. Ahora muchos comunicadores ni vuelan ni plumas tienen, pero a punta de clics destruyen honras, vidas y comunidades, particularmente las de los más pobres que no tienen plumas ni alas y difícilmente pueden conservar sus vidas ante la violencia estatal y paraestatal de la que son víctimas.
Tomado de La Nueva prensa