Coronavirus en Colombia: ¿Cómo será el plan de choque?

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La rápida expansión global del coronavirus, que esta semana llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a elevarlo a categoría de pandemia, puso a correr bases al Gobierno colombiano, al equipo económico y a las autoridades locales y regionales. Tras reuniones extraordinarias y apariciones inusuales, todos salieron a explicar en medios de comunicación las decisiones que comienzan a tomar para contener el contagio y mitigar los daños que podría causar.

La primera en hacer públicas estrictas medidas para tal fin fue la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien el miércoles en la noche declaró la alerta amarilla para la capital de la república; prohibió los eventos públicos de más de 1.000 personas; instó a que las empresas públicas y privadas utilicen el teletrabajo y adopten horarios flexibles, mediante un sistema de turnos que evite aglomeraciones en el transporte público en las horas pico; y anunció que reforzarán la limpieza y desinfección de los buses y estaciones del sistema TransMilenio.

El anuncio de cancelación de eventos no cayó bien en algunos sectores empresariales que temen que el rigor de esta medida termine quebrando a cientos de empresarios medianos y pequeños, y afecte el empleo. Sin embargo, la alcaldesa insiste en que la salud es lo primero.

Unos minutos después el turno fue para el presidente Iván Duque, quien anunció un paquete de medidas para ayudar a los empresarios que empiezan a ser afectados por la llegada del covid-19 al país, principalmente los de turismo y aviación, que incluyeron ampliar plazos para el pago de parafiscales e IVA a las compañías del sector, así como la reducción de aranceles a la importación de algunos insumos para las aerolíneas. Esto generó el primer contrapunteo en las redes sociales entre los seguidores de Duque y los de Claudia. Para los segundos, la alcaldesa ‘pegó’ primero con sus decisiones, que no estaban focalizadas en el rescate de un sector económico, sino en medidas más generales y complejas frente a la crisis.

Pero el jueves en la mañana el Gobierno nacional se fue con todo. Duque anunció la declaratoria de emergencia sanitaria, que incluye cancelar los eventos públicos de más de 500 personas, suspender el tránsito y el desembarco de cruceros, y el aislamiento preventivo de ciudadanos extranjeros en hoteles. Como esto implica mandar mucha gente a la casa y evitar las aglomeraciones, el mandatario presentó un plan de choque que incluye una línea de crédito de Bancóldex por 250.000 millones de pesos para las empresas afectadas por esa menor afluencia de clientes. Además, habló de flexibilizar normas para permitir el trabajo virtual de los funcionarios públicos. El sábado, el presidente envió otro mensaje a los colombianos. En una reunión con alcaldes y gobernadores, aseguró que «aquí no dejaremos de tomar ninguna medida que sea necesaria para proteger la vida y la salud de los colombianos». Agregó que «esta pandemia demanda lo mejor de nosotros». El presidente tomó una decisión adicional: aplazó la prueba de estado del Icfes que se iba a realizar el domingo.

Luego vino una cascada de anuncios por parte de entidades públicas y privadas, así como de Gobiernos departamentales y municipales, sobre las medidas que empiezan a tomar para mitigar el impacto del virus. La Dimayor decidió cancelar el torneo nacional de fútbol. El Ministerio de Justicia canceló por unas semanas las visitas a los sitios de reclusión y las repatriaciones de presos. El gobernador de Cundinamarca suspendió el Estereopícnic y el Jamming de Girardot. Corferias anunció que aplaza la Feria Internacional del Libro, entre otros eventos.

También plantearon directrices para los centros de adultos mayores, una de las poblaciones más críticas, pues la mortalidad del virus en mayores de 80 años alcanza el 14 por ciento. Universidades como Los Andes se sumaron a las medidas drásticas y decidieron que en las próximas tres semanas las clases serán virtuales.

Muchos críticos y políticos, que no desaprovechan la ocasión para reprochar las acciones del Gobierno, aseguraron que mientras el énfasis de las medidas del Distrito están en mitigar los riesgos para contener el virus, las del Gobierno central fueron más de orden económico.

Se referían a disposiciones para darle un mayor flujo de caja a las empresas vía aplazamiento en el cobro de impuestos. Por ejemplo, se aprobó la suspensión del cobro de la contribución parafiscal del turismo, por las ventas generadas en los próximos seis meses. Dicho pago estaba previsto para realizarse en el primer trimestre del año, y ahora podrá hacerse durante el segundo semestre de 2020.

Otro beneficio es el aplazamiento del pago del impuesto de renta y complementarios de los sectores de aviación y turismo, a fin de que se puedan utilizar esos dineros para el manejo de la crisis.

Pero muchos empresarios reclaman más ayuda y temen que las medidas frenen la economía. Incluso no ha faltado quien asegure que se trata de decisiones exageradas porque el país tiene aún pocos casos. Esta discusión ya se está dando en todo el país, y cada vez más alcaldes y gobernadores estudian cómo ponerle freno al contagio del coronavirus.

¿Será suficiente?
El jueves pasado, tras el desplome de los mercados de valores, luego de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciara el cierre de vuelos a Estados Unidos desde Europa, las autoridades monetarias reaccionaron.

Como ese día el dólar llegó a cotizarse a niveles cercanos a los 4.100 pesos, algunos sectores reclamaban la intervención del Banco de la República. Se trata de un tema muy controversial para la mayoría de economistas, que consideran que gastar las reservas internacionales para defender la tasa de cambio es una mala decisión.

Pero, tras una junta extraordinaria del Emisor, Juan José Echavarría, gerente del banco; Hernando Vargas, gerente técnico; y Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda, anunciaron un paquete de medidas con instrumentos de cobertura cambiaria para que los participantes del mercado financiero puedan cubrir el riesgo de que la tasa de cambio suba demasiado. El Emisor subastará 1.000 millones de dólares de estos instrumentos. Así no sale a vender dólares de sus reservas sino que busca dar cobertura y reducir la volatilidad.

Mientras tanto, el precio del dólar continuará fluctuando de acuerdo con lo que ocurra con el precio del petróleo, las tasas de interés interna y externa, o las primas de riesgo soberano. El banco también amplió la liquidez a la economía, pues aumentó el cupo de repos de 9 a 17 billones de pesos, así como el tipo de jugadores que puede acudir a ella, incluyendo a fiduciarias y comisionistas de bolsa, y los instrumentos que usan para respaldarla.

Muchos se preguntan si las medidas anunciadas hasta ahora serán suficientes para contener el virus y calmar la economía. Si los casos crecen, es probable que las medidas sean cada vez más restrictivas. Pero de eso nadie tiene certeza.

Lo único claro es que todos esperan que estas decisiones tengan un impacto en términos de actividad económica y, de paso, sean efectivas para contener el principal riesgo que hoy hace temer a los colombianos: el de salud.

Tomado de Revista Semana

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