Antioquia, Colombia, 9 abril de 2025.- El asesinato de Sara Millerey González Borja, una mujer trans de 32 años, ha marcado profundamente la conciencia nacional. Su crimen, ocurrido en el municipio de Bello, Antioquia, no solo le arrebató la vida de forma brutal, sino que dejó al descubierto la persistencia de la transfobia como una forma de violencia estructural que cobra vidas en Colombia.
Sara fue golpeada con saña, le fracturaron los brazos y las piernas, y posteriormente fue arrojada a la quebrada La García, como si su existencia careciera de valor. Aunque alcanzó a ser rescatada con vida por habitantes del sector, falleció días después en un centro asistencial de Medellín. Murió no solo por las heridas físicas, sino por el odio social que aún condena a muerte a quienes se atreven a vivir su identidad con valentía.
Desde la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (CORPADES) se emitió un pronunciamiento cargado de dolor, indignación y esperanza herida. En sus palabras, el asesinato de Sara no puede ser un número más en las estadísticas de violencia, sino un grito que interpela a toda la sociedad. “Cada golpe que recibió Sara fue un golpe contra toda la sociedad. Cada fractura en sus extremidades fue una fractura en el sueño de una Colombia donde quepamos todos”, señalaron.
El crimen ha sido catalogado como transfóbico por organizaciones defensoras de derechos humanos. De acuerdo con el informe de Caribe Afirmativo, en lo corrido de 2025 ya han sido asesinadas 24 personas LGBTIQ+ en Colombia, de las cuales 13 casos ocurrieron en Antioquia, evidenciando una situación alarmante y sistemática.
CORPADES también exigió a los grupos armados ilegales que hacen presencia en la región que aclaren si este asesinato tiene relación con estructuras de control social o criminal. La sociedad civil reclama que la verdad salga a la luz y que los responsables, tanto materiales como determinadores, sean llevados ante la justicia.
Durante su agonía, Sara pidió auxilio mientras se sostenía de unas ramas en medio de la corriente. Sin embargo, su lucha por sobrevivir fue grabada y difundida en redes sociales. Esta revictimización mediática ha sido duramente cuestionada. “Nos duele pensar que, mientras ella luchaba por su vida, alguien grabó su agonía en lugar de tenderle una mano”, expresó CORPADES.
La corporación también hizo un llamado urgente a las autoridades judiciales y al Estado colombiano para que este caso no quede en la impunidad, sino que se investigue con enfoque diferencial, reconociendo el carácter de crimen de odio que tuvo el asesinato de Sara.
Además, insistieron en que la sociedad debe revisar sus prejuicios normalizados y su papel frente al silencio cómplice que perpetúa este tipo de violencias. “La diferencia no es una amenaza; es la esencia misma de lo que nos hace humanos”, concluye el comunicado.
Sara Millerey merecía vivir. Merecía un país donde su identidad no fuera una condena, sino una celebración de su autenticidad. En su nombre, CORPADES y múltiples organizaciones seguirán alzando la voz para que la transfobia no siga siendo una sentencia de muerte en Colombia.
A.U.
Carta abierta: Un grito contra el silencio y la violencia tras el crimen de Sara Millerey González Borja
Un Grito Contra El Silencio y La Violencia Tras El Crimen de Sara Millerey González Borja by Análisis Urbano Medellín