La Habana, 23 septiembre.– El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, aseguró que el pueblo cubano «no renunciará nunca a su soberanía» y derrotará la «cruel y criminal política» de Estados Unidos, que este miércoles anunció nuevas sanciones contra la isla.
«Tal como denunciamos ante la AGNU (Asamblea General de Naciones Unidas), el imperio anuncia nuevas medidas que violan los derechos de los cubanos y también de los norteamericanos. Su cruel, y criminal política será derrotada por nuestro pueblo que no renunciará nunca a su soberanía», escribió el mandatario en Twitter.
Horas antes el presidente de EE.UU., Donald Trump, anunció que su Administración prohibirá a sus ciudadanos alojarse en los hoteles de la isla, todos estatales, y comprar tabaco o alcohol cubanos para llevarlos a su país.
Pese a que el embargo vigente desde hace seis décadas no permite la exportación de productos cubanos al país vecino, una directiva del expresidente Barack Obama autorizó a que los viajeros pudieran regresar de la isla a EE.UU. con una cantidad limitada de alcohol y tabaco (habitualmente ron y los famosos cigarros puros) para consumo personal.
El Gobierno de Trump también amplió las restricciones de viaje a Cuba, donde el turismo de los estadounidenses ya está prohibido, al eliminar la autorización que permitía a sus ciudadanos «asistir u organizar reuniones profesionales o conferencias en Cuba», algo que ahora solo se permitirá en casos excepcionales, bajo petición.
Díaz-Canel ya había vaticinado ayer martes, en su intervención ante la Asamblea General de la ONU, que llegarían nuevas sanciones: «El gobierno de Estados Unidos no oculta su intención de aplicar nuevas y más duras medidas agresivas contra Cuba en los próximos meses», afirmó.
A medida que se acercan las elecciones del 3 de noviembre, en las que busca un segundo mandato y quiere retener el favor de los estadounidenses de origen cubano en el estado clave de Florida, Trump ha endurecido su discurso hacia La Habana, aunque el retorno a la política hostil hacia la isla comenzó desde su llegada la Casa Blanca en 2017.
A lo largo de estos cuatro años, y especialmente en los dos últimos, la Administración estadounidense ha dado marcha atrás en el «deshielo» promovido por Obama e incrementado las sanciones con el objetivo de dañar la ya deteriorada economía de la isla y las miras puestas en sectores estratégicos para las arcas estatales como el turismo, las remesas o las misiones médicas.
La prohibición de los cruceros y el veto a los vuelos desde EE.UU. a todos los aeropuertos cubanos excepto el de La Habana han sido algunas de las medidas más duras tomadas por Washington. Al argumento de promover cambios democráticos en la isla, el Departamento de Estado sumó hace dos años el de castigar al Gobierno cubano por su supuesto apoyo para que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, siga en el poder.
Cuba atraviesa serios apuros económicos en este momento, reflejados en una creciente escasez de alimentos y productos básicos, ya que la pandemia obligó al país a cerrar sus fronteras al turismo desde abril pasado.
Este parón turístico agravó la crisis que ya arrastraba la isla debido al embargo y las sanciones anteriores, la reducción de la ayuda venezolana y el retraso en la aplicación de reformas para paliar las ineficiencias de su sistema centralizado.
EFE