Redacción Deportes, 13 marzo.- Marzo de 2020 pasó a la historia como el mes en que la covid-19 se tornó pandemia y paralizó al mundo, incluido el deporte, que en América solo tuvo 10 días de actividad y hasta hoy, un año después, no ha vuelto a ser el mismo.
La epidemia transmitida por el coronavirus 2019 fue declarada el 30 de enero de 2020 una emergencia de salud pública de preocupación internacional por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero el 11 de marzo, 367 días atrás, el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró en Ginebra la existencia de una pandemia «por los niveles alarmantes de propagación y gravedad».
Para entonces estaban documentados 118.000 casos en 114 países, y 4.291 personas habían perdido la vida.
Ese mismo día en Nueva York, a 6.216 kilómetros de Ginebra, el comisionado de la NBA, Adam Silver, anunció la suspensión de la temporada regular, en principio durante 30 días, tras el positivo por coronavirus del pívot francés de los Jazz de Utah, Rudy Gobert.
Al margen del estudio de medidas urgentes para preservar la salud humana, Silver y los dueños de los 30 equipos ese día comenzaron a asimilar el impacto de la pérdida de unos 476 millones de dólares solo en derechos de taquilla pues faltaban por jugarse 259 de los 1.230 partidos de la Liga regular y se esperaban en media 83 más de la fase de ‘playoffs’.
A partir de entonces se produjo un terrible efecto dómino y en poco tiempo se sucedieron los anuncios de para temporal o indefinida, aplazamiento y hasta suspensión de las grandes citas deportivas del año.
El 12 de marzo en Zúrich, a 2.325 kilómetros de la sede de la NBA, la FIFA aceptó posponer el comienzo de las eliminatorias del Mundial de Catar previstas para el final de ese mes, como la víspera habían solicitado los diez países socios de la Conmebol, por considerar la situación como «excepcional».
Cinco días después, desde su sede en Paraguay, la Conmebol anunció el aplazamiento de la Copa América, programada para junio y julio en Colombia y Argentina, y la programó para los mismos meses de 2021 en decisión conjunta tomada con la UEFA y sus 55 federaciones con miras a su Eurocopa.
Habían pasado exactos 4 meses desde que en la ciudad china de Wuhan se declaró el primer contagio con el nuevo coronavirus. Y la pesadilla se instalaría en América 101 días después, el 26 de febrero de 2020, con un viajero brasileño que arribó a Sao Paulo procedente de Italia.
En forma casi simultánea el béisbol de las Grandes Ligas (MLB) y la Liga de Fútbol Americano (NFL) suspendieron indefinidamente el comienzo de sus temporadas.
La MLB 2020, que debía comenzar el 26 de marzo, se recortó a 60 partidos por equipo con estadios vacíos en comparación de los 162 que cada novena juega como mínimo cada temporada.
La decisión vino acompañada de un duro enfrentamiento pues los propietarios de los 30 equipos no querían pagar a los peloteros como si fuese una temporada normal, como la de 2019 en que la Liga registró un récord de ingresos brutos por 10.700 millones de dólares.
La edición 104 de las 500 Millas de Indianápolis, que iba a disputarse el 24 de mayo, fue aplazada para el 23 de agosto.
El Comité Olímpico Internacional (COI) fue el que más tiempo tuvo en vilo al deporte del mundo. Hasta que el 24 de marzo anunció el aplazamiento de los Juegos de Tokio para 2021.
Menos de una semana después el COI había dicho que se tomaría cuatro semanas para analizar la situación pero el plan Tokio 2020 parecía insostenible ante la creciente presión de deportistas de élite en todo el mundo, de federaciones deportivas internacionales y comités olímpicos nacionales.
La noticia del aplazamiento de un año surgió horas después de que los comités olímpicos de Estados Unidos y Canadá comunicaron, el lunes 23 y el domingo 22, respectivamente, que no enviarían delegaciones a las justas ese año.
Si bien muchos deportistas recibieron con alivio la noticia, con el paso de las semanas comenzaron a vivir otro problema que añadía más incertidumbre a sus planes de preparación: los gobiernos cambiaron sus prioridades y los millonarios recursos destinados al deporte aficionado pasarían a reforzar la atención a la crisis económica cada vez más desoladora.
Entre lo poco que se alcanzó a disputar con normalidad en América durante el tercer mes de 2020 destaca el título obtenido por Boca Juniors en la Superliga Argentina, el inicio de la fase de grupos de la Copa Libertadores y el triunfo de Colombia en la Copa Davis que le dio el pasaporte para jugar la ronda final.
Se jugaron 32 partidos en dos jornadas de la Libertadores pero el 13 de marzo la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) optó por aplazar la tercera fecha, que debía disputarse la semana siguiente. Y horas después decidió postergarla indefinidamente.
Dos semanas después el Centenario, estadio del primer Mundial de fútbol de la historia, jugado en 1930 en Uruguay, abrió sus puertas para albergar en uno de sus anexos a 28 personas sin hogar y con problemas físicos ante la amenaza del coronavirus, que hasta entonces registraba 189 infectados en el país.
Y en el Maracaná, escenario de la final de la Copa de 1950 y la de 2014, así como de la apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de 2016, se adaptó un sector como hospital de campaña para tratar a contagiados. Para entonces en Brasil se habían registrado 57 muertos y 2.433 casos confirmados.
La actividad deportiva estuvo interrumpida en América durante dos meses desde mediados de ese marzo negro. En casi toda América, pues en Nicaragua sus diferentes ligas continuaron como también en Bielorrusia, Burundi y Tayikistan.
Hacia mediados de mayo una nueva normalidad comenzó silenciosa, lenta y nerviosa, sin público en los recintos deportivos. Sin saludos de manos entre jugadores rivales ni abrazos entre los del mismo equipo, ni conferencias con la prensa o autógrafos para los fanáticos.
La Copa Libertadores de 2020 se reanudó el 15 de septiembre y coronó al Palmeiras brasileño el 30 de enero pasado, mientras que la Copa Sudamericana de la pasada temporada volvió el 27 de octubre y apenas el 23 de enero celebró la final conquistada por el Defensa y Justicia argentino.
Las eliminatorias sudamericanas del Mundial de Catar comenzaron al fin el 8 de octubre y hasta noviembre pasado cumplió cuatro de sus dieciocho jornadas.
El concepto de ‘burbuja’ fue incorporado en Estados Unidos por la NBA, la MLS y la NHL para aislar a los equipos en una sola sede y activar las ligas. Otros países de la región replicaron el concepto para permitir la retomada de entrenamientos de clubes y selecciones.
La NBA organizó su ‘burbuja’ en Orlando y con este concepto llevó al fin su temporada el 12 de octubre con los Lakers como campeones.
La MLS hizo algo parecido con una ‘burbuja’ en Orlando.
La temporada de la NFL también transcurrió con estadios vacíos entre el 10 de septiembre y el 7 de febrero pasado aunque algunos partidos debieron aplazarse por positivos en varios equipos.
Más osadía hubo en la recta final de las Grandes Ligas pues se autorizó una capacidad limitada de alrededor de 11.000 espectadores por juego para la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, y para la Serie Mundial, que el 27 de noviembre coronó a los Dodgers en la sede única de Arlington (Texas).
Pero nada parece garantizar que haya vuelto la luz un año después de registrarse el mes más corto y oscuro en la historia del deporte.
Dos meses atrás, el 13 de enero, una nueva oleada de la pandemia perturbó la marcha o los preparativos de campeonatos como la Fórmula Uno, mientras en Europa se anunciaba la paralización del rugby.
Desde que comenzó la temporada 2020-2021 de la NBA, el 22 de diciembre, al menos siete estrellas se han perdido partidos por circunstancias relacionadas con la covid-19: Kevin Durant, James Harden, John Wall, DeMarcus Cousins, Jayson Tatum, Bradley Beal y Jaylen Brown.
La incertidumbre volvió de nuevo a Sudamérica el 6 de marzo cuando la Conmebol, tras una reunión telemática con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, anunció la suspensión de las dos fechas de las eliminatorias sudamericanas del Mundial previstas para finales de este mismo mes.
¿La razón? La negativa de varios clubes europeos a prestar a sus jugadores a las selecciones debido a que en su retorno iban a tener que permanecer al menos 10 días aislados para prevenir contagios de coronavirus justo cuando se definen las competiciones más importantes en ese Continente.
Hernán Bahos Ruiz