Desaparecer humanos, macabra práctica de combos de Bello y, ¿de todo el país?

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El país está de nuevo escandalizado por cuenta de la declaración que hizo el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, en la mañana de este martes 16 de julio al término de un consejo de seguridad.

El mandatario regional manifestó su preocupación por denuncias en relación con la desaparición de personas. Un denunciante afirmó a las autoridades que las bandas criminales están arrojando los restos de personas desmembradas a los cerdos.

La Fiscalía está a cargo de la protección del denunciante, quien habría escapado luego de ser secuestrado y torturado. Escapó antes de ser asesinado, dijo el testigo, y contó que presenció cuando otra persona que estaba con él fue asesinada, desmembrada y lanzada a los cerdos, quienes la devoraron en minutos. “Es es un acto de lo más brutal de la humanidad”, expresó Pérez. “Esperamos que no vayamos a descubrir que han metido a 20 o 30 a una marranera”, agregó el gobernador.

“Es un acto tan atroz, tan brutal, tan inhumano, que a uno le da es pena decir esto en público. Yo lo estoy diciendo es para que nos ayuden a que la gente participe más y que esto no vuelva a ocurrir. Yo le pedí a la Fiscalía, le pedí a la Secretaría de Gobierno, les pedí a las autoridades que empiecen a hablar más con el testigo, y que nos indiquen qué hay que hacer en este tema y si alguna gente conoce esta situación tan atroz que nos dé información”, añadió el gobernador Luis Pérez.

Es aterrador y funesto, pero es una práctica frecuente en la criminalidad
El tema no es nuevo. Desde esta plataforma informativa lo hemos advertido. Las estructuras criminales han utilizado esta macabra forma de desaparecer a sus enemigos desde años atrás. Veinte días después de la muerte de Pablo Escobar, en diciembre de 1993, en los alrededores de la Catedral las autoridades buscaron los restos de las más de veinte personas que subieron a visitar al capo o que fueron llevadas a la fuerza a esa prisión –entre ellos Fernando Galeano y Gerardo Moncada- y que desaparecieron de sobre la faz de la tierra.

En 2014, las AGC y la Empresa se disputaron las rutas del narcotráfico desde el puerto de Buenaventura (Valle del Cauca) a sangre y fuego. Cada banda tomaba a sus enemigos y los desmembraban en viviendas expropiadas y luego arrojaban los pedazos al mar o eran enterrados en zona rural por muchachos reclutados a la fuerza por cada estructura criminal.

En mayo de 2018, el procurador General de la Nación, Fernando Carrillo, advirtió que lo mismo estaba sucediendo en las comunas 1, 3, 4 y 5 de Tumaco, Nariño. Hombres del frente Oliver Sinisterra y de las Guerrillas Unidas del Pacífico, ambos grupos conformados por exguerrilleros de las Farc, estarían desapareciendo a sus enemigos de la misma manera.

En septiembre de 2018, en Flandes, Tolima, las autoridades desarticularon la banda los Carlitos, cuyos integrantes picaron a unas 24 personas, según la investigación, entre ellos cuatro policías. Sus cuerpos eran desmembrados y lanzados al río Magdalena.

Las autoridades en el país aseguran con frecuencia que las casas de pique no existen o que si las hubo, son cosa del pasado. Hace un mes, el 15 de junio de 2019, fue hallado un cuerpo con señales de tortura en el corregimiento de Punta Soldado y avistados pedazos de carne humana flotando en el mar a la altura de El Piñal, en Buenaventura.

La Defensoría del Pueblo, también en junio pasado, advirtió que en las localidades de Ciudad Bolívar, Bosa y Kennedy, en Bogotá, jóvenes afrodescendientes y venezolanos, en su mayoría, aparecieron desmembrados.

Y ahora la declaración sobre las marraneras que hace el gobernador de Antioquia. En estas tres últimas denuncias, tanto la Policía como la Fiscalía afirman no tener información de inteligencia que indique la existencia de casas de pique en Bogotá, Buenaventura o en Bello.

Información allegada a nuestra sala de redacción da cuenta de la existencia de casas de pique igualmente en el Bajo Cauca, en el Magdalena Medio, en el Nordeste y el Urabá antioqueños. No necesariamente a los “enemigos” los desmiembran en casas de pique. También lo hacen en zonas boscosas, en carnicerías, en bodegas.

Este lunes 15 de julio, Medicina Legal dio a conocer cifras escalofriantes en cuanto a la desaparición en Colombia: entre 2008 y 2018 se reportaron más de 81.364 personas desaparecidas en el país, de las cuales no se volvió a saber nada en 42.000 casos.

Solo en 2018 fueron reportadas como desaparecidas 6.397 personas, lo que equivale en promedio a 17.5 casos por cada día y de más de la mitad se desconoce su paradero.

¿Casa de pique en el Valle de Aburrá?
En los tejares y ladrilleras, en esos grandes hornos en los que el barro formado es sometido al fuego, muchos cuerpos se han reducido a cenizas. Lo aseguran quienes estuvieron a punto de morir en uno de ellos y que lograron escapar. No es un mito urbano.

Los combos o bandas pican a sus enemigos en trozos con hachas, machetes o sierras de carnicería. Hace un par de años fueron encontrados cuerpos desmembrados en el depósito de basuras de la plaza Minorista. La investigación no arrojó resultados. Cuando fueron a buscar los restos de las personas picadas en la Catedral, donde estaba recluido Pablo Escobar, tampoco hubo resultados. Los bandidos se las arreglan para no dejar huellas. En la zona nororiental de Medellín, en la comuna 13, en Castilla, en la parte alta del barrio Aures, en San Antonio de Prado, en Altavista, en los alrededores del cerro Manzanillo, en Itagüí, en Barbosa y en Bello se han identificado casas de pique.

En Bello, por información de fuentes, se sabe que las hubo, casas de pique, en cercanías al coliseo Tulio Ospina, en el barrio Niquía, en Pachelly, en Quitasol, Ducado y la Selva. Aclaramos que hoy no sabemos si existan las mismas, pero sí que las hay en otros lugares de ese municipio del norte del Valle de Aburrá.

Los restos no siempre se arrojan en marraneras. También los depositan en canecas con ácido, donde los seres humanos desaparecen en pocas horas. En la intemperie, los gallinazos, buitres y toda clase de animal carroñero devoran la carne humana en segundos. Los peces en el río también lo hacen.

Los huesos no los entierran. Los queman o van a la basura, porque a nadie se le ocurre pensar que esos huesos en la basura son de un ser humano. Y menos así: despedazados entre restos de huesos de marrano y de chuletas.

Dos casos, entre muchos, de desaparecidos en Bello
Desde el 27 de julio de 2015 no se tienen noticias de Santiago Echeverri Ortiz y Santiago Pérez Villa. El primero tenía 23 años cuando desapareció y el segundo, 21. En la noche de ese día salieron con rumbo al barrio Obrero a comprar comida y no regresaron.

Un sujeto con el alias de Sebitas o Japonés sería el autor intelectual de la desaparición. Para entonces era el líder del combo Playa Rica y encargado del cobro de extorsiones en el barrio Obrero. Sus compinches alias Mara, alias Pitola, alias Orejas, alias Malano y alias Galán habrían ejecutado la orden. Cuatro de ellos fueron asesinados y los otros dos están desaparecidos.

Por su parte, al joven Julián Velásquez Grisales, de 15 años de edad, lo raptaron tres hombres en la tarde del lunes 25 de febrero en la avenida 38 con diagonal 59, barrio Niquía de Bello. Casi cinco meses después la investigación no avanza y ni siquiera la recompensa de 10 millones de pesos que se ofrecen por información que conduzca a su paradero ha servido para algo.

Así se vive en Bello. Con miedo. Nadie quiere morir baleado o terminar como cena en una marranera. De esa manera, los criminales, llámense como se llamen: Pachelly, El Mesa, Niquía, Triana, Chatas, AGC o los carteles mexicanos, se imponen y ejercen el control social ilegal en esta localidad del norte del Valle de Aburrá.

Siguen las desapariciones, siguen las casas de pique. Pero nadie se atreve a denunciar. Entendemos que las autoridades no pueden judicializar sin denuncias, pero sí pueden investigar de oficio y dar captura a los autores de estos crímenes de lesa humanidad, atentatorios de los derechos humanos. Nadie está por fuera de la ley. Por favor, protejan al denunciante de las marraneras. Y con la información que suministre, que la institucionalidad proceda lo más pronto posible. Se salvarán muchas vidas.

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