Santiago de Chile, 30 de enero de 2025.- La prometida reforma de pensiones del presidente Gabriel Boric ha provocado desilusión y escepticismo entre los jubilados chilenos: mientras algunos ansían que por fin suban sus paupérrimas pensiones, otros creen que la reforma se ha quedado corta o desconocen qué cambios va a haber.
La reforma, la mayor que se ha hecho en 40 años al sistema privado de capitalización individual creado durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), pretende beneficiar a cerca de 2,8 millones de jubilados, con incrementos de sus pensiones de entre un 14 % y un 35 % y la creación de un seguro social que convertirá el actual modelo privado en uno mixto.
«Lo que deberíamos hacer es terminar con las AFP y eso no pasa con esta reforma. Se nos dicen muchas cosas que no entendemos porque explican con siglas y cuestiones técnicas que no manejamos”, critica a EFE María Tapia Diaz, de 63 años y trabajadora del aseo desde los 17.
“Trabajamos toda una vida para subsistir con una miserable pensión», añade la jubilada que recibe 104.000 pesos al mes (105 dólares al cambio de hoy).
Enrique Gutiérrez, de 70 años, lamenta a EFE que la nueva propuesta mantenga la gestión de las pensiones en manos de las polémicas administradoras de fondos de pensiones (AFP), que invierten los ahorros en el mercado financiero.
“Siempre va a ser lo mismo”, se queja este instalador eléctrico que, tras 45 años de trabajo, cobra 400.000 pesos de pensión (400 dólares), un poco más del doble de la media que recibieron las personas que se jubilaron en 2023 (184.000 pesos, unos 185 dólares), según la Fundación Sol.
Aunque la propuesta original, presentada por el Ejecutivo de izquierdas en noviembre de 2022, aspiraba a cambiar profundamente el sistema y eliminar las AFP, tras meses de negociaciones con la oposición, el Gobierno de Boric tuvo que renunciar a crear una gestora pública de pensiones y mantuvo las administradoras privadas.
El 64 % de los mayores de 55 años no cree que se solucione definitivamente el problema de las pensiones con esta reforma, según la última encuesta Data Influye. El 33 % opina que sólo en parte, pero aún quedarán temas por resolver, mientras que el 1 % cree que sí se podrá dar por cerrado.
“Es muy poquito y se va muy rápido”
“Yo no sé mucho de la reforma, pero creo que deberían acabarse porque la plata es de los trabajadores y preferiría un sistema más solidario”, dice a EFE Patricia Penaglia, de 70 años, que vive gracias a la pensión universal de 214.000 pesos mensuales (216 dólares).
Los defensores del modelo de las AFP argumentan que el modelo ha contribuido al desarrollo del mercado nacional de capitales. Sus detractores, en cambio, consideran que ha beneficiado exclusivamente a las élites y que el sistema solo funciona si se tiene un empleo estable y un ingreso alto, algo impensable para la gran mayoría de los trabajadores.
“Es muy poquito y se va muy rápido, ojalá mejore porque ahora está todo caro, pero para mí es una ayuda; yo nunca trabajé porque mi marido me hizo quedar en la casa”, añade la pensionada.
Isabel y José, de 68 y 76 años, también esperan que “les suban la pensión”. Ambos cobran el subsidio universal pero “el problema –lamenta ella– es que el precio de los productos “de primera necesidad” no dejan de aumentar.
La reforma aumentará en 35 dólares la pensión universal –de 214.000 pesos (216 dólares) hasta 253.000 (250 dólares)– y subirá de manera gradual la cotización del 10 % actual al 17 %, a cargo del empleador.
“Otro sistema puede ser peor”
Las pensiones llevan años en la lista de las principales preocupaciones de los chilenos y la refundación del sistema fue una de las principales demandas en la ola de protestas de octubre de 2019, que dejó una treintena de muertos y miles de heridos.
En medio de la desconfianza, el desconocimiento y la desinformación, algunos quisieran volver a la fórmula del antiguo sistema de reparto, que funcionó hasta 1980: “Me hubiese gustado que se hubiese vuelto al modelo anterior. Era mucho mejor y no hubo desfalco de plata”, dice Gutiérrez.
Carmen, de 77 años y parte de los pocos jubilados que hasta hoy permanecen adscritos al antiguo régimen previsional, opina a EFE que prefiere “este sistema porque ya es conocido y otro puede ser peor”, pero admite que si la nueva ley es “para mejor de la gente, bienvenida sea”.
Meritxell Freixas
EFE