Un destilador de origen costarricense en Maryland (EE.UU) ha sustituido el ron y el whisky de sus barriles por alcohol 95 %, con el que elabora gel sanitario que vende a las autoridades locales y particulares para que se protejan contra la COVID-19.
«Hemos estado haciendo el gel sanitario para el condado, la policía, los bomberos, los paramédicos y personas en el condado y en el distrito federal», explica a Efe Edgardo Zuñiga, dueño de Twin Valley Distillers, una destilería de Rockville (Maryland) donde hasta hace unas semanas se producía y vendía ron, whisky y vodka, entre otros licores.
Pero con la llegada del coronavirus, los barriles de madera que antes guardaban sus deliciosos licores están ahora llenos de alcohol etanol 95 % con el que Zuñiga y los tres empleados que todavía puede permitirse pagar producen gel desinfectante que venden a bomberos, policías y paramédicos así como a particulares.
Zuñiga, que dejo su empleo como jefe de cocina para abrir su propia destilería, trabaja de cuatro de la mañana a cinco de la tarde todos los días para mantener activa la producción de este alcohol, una labor con algunos puntos en común con lo que hacía antes del inicio de esta crisis.
«Hacer etanol es como hacer técnicamente ron aunque ponemos el alcohol a destilar por segunda vez y lo tratamos de sacar con un 95 % de alcohol», dice sentado en la sala que antes el bar de su negocio, donde ahora destila para que los olores de su producción actual no contaminen las máquinas en las que espera seguir elaborando sus licores.
Sin embargo, y a pesar de sus esfuerzos, Zuñiga reconoce que la producción de gel sanitario no compensa las pérdidas de 10.000 dólares a la semana provocadas por la reducción en un 90 % de sus ventas y la cancelación de todos los eventos que tenía agendados para la primavera y el verano.
Además, explica que producir gel desinfectante le es cada vez más difícil, pues escasean algunos de los productos necesarios para su elaboración.
«El precio ha subido demasiado y estamos pensando ya en no hacer más porque ha subido el costo y no estamos haciendo una ganancia para poder tener las luces encendidas, hay que ser razonable. Va a llegar el punto en que vamos a tener que cerrar, Dios quiera que no», lamenta.
A pesar de que dice tener un carácter realista que le hace pensar que la clausura de su empresa es el escenario más probable, Zuñiga se muestra todavía esperanzado de que su negocio consiga sobrevivir y que entonces los vecinos del condado, que antes no sabían que existía su destilería, traten de apoyarle un poco más como muestra de agradecimiento.
EFE