Santa Cruz (Ecuador), 9 de mayo de 2022.- Apetitosas en recetas de todo tipo y protagonistas de exóticos postres, la mora y la guayaba crecen como plagas que amenazan con extinguir a especies endémicas del archipiélago ecuatoriano de las Islas Galápagos, donde los científicos han desplegado drones para rastrear y controlar su expansión.
¿Cuál es el área aproximada que abarca una planta invasora y cuánto esfuerzo se necesitaría para controlarla? ¿Existen composiciones de especies de plantas que promuevan o limiten el rango de hábitat de los animales amenazados?
Son algunas de las preguntas que quieren responder con los datos extraídos de mapas de muy alta resolución que muestren la distribución y abundancia de especies de plantas invasoras, como la mora y la guayaba, pero también el cedro cubano y la quinina.
Con imágenes satelitales y con los drones también quieren mapear especies de plantas endémicas claves, como la Scalesia pedunculata o la Miconia robinsoniana para guiar acciones de manejo para la restauración de los ecosistemas terrestres en las también conocidas como Islas Encantadas.
BOSQUES CASI EXTINTOS
Endémica de Galápagos, la Scalesia tiene quince especies, tres de las cuales son árboles, que pueden crecer hasta quince metros, pero en zonas áridas hay también ejemplares que son pequeños arbustos, algunos de los cuales emanan un delicioso perfume.
En las partes altas de la isla Santa Cruz y de otras de Galápagos se podían apreciar bosques de Scalesia, «pero, por la agricultura en el pasado, y ahora por las especies invasoras, sobre todo la mora, queda solamente el 3 % de lo que teníamos», dijo a Efe la alemana Heinke Jäger, ecóloga de restauración de la Fundación Charles Darwin (FCD).
Por ello, junto a la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG) intentan «salvar esta Scalesia de la extinción» en Santa Cruz, y para ello trabajan en un remanente de unas 300 hectáreas de bosque de las más de 10.000 que había en las partes altas.
MORA, «LA PLAGA MÁS GRAVE»
Doctora por la Universidad Técnica de Berlín, con una investigación posdoctoral sobre especies invasoras de Galápagos en la Universidad de Brown (EE.UU), Jäger asevera que la mora -introducida en el archipiélago alrededor de 1968- es «la amenaza principal» pues «se convirtió en la plaga más grave aquí».
La espinosa y trepadora planta está compitiendo por espacio con la Scalesia. «Hace mucha sombra y no deja crecer su semilla».
Además de ser endémica del archipiélago, situado a unos mil kilómetros de las costas continentales de Ecuador, la Scalesia es muy importante porque hay muchas especies asociadas a ella.
En los líquenes y musgos que crecen en sus ramas, viven insectos de los que se alimentan aves como los pinzones de Darwin.
Y como hay insectos que sólo se alimentan de la Scalesia, su desaparición podría arrastrar a la extinción a ciertos tipos de polillas, por ejemplo.
CONTROL A MANO Y CON TECNOLOGÍA
Para controlar la plaga, los guardaparques de la DPNG cortan la mora a mano y luego aplican herbicidas en un trabajo que parece no tener fin: «En un lugar experimental de catorce hectáreas ya estamos controlando la mora ocho años y sigue regenerándose».
Y es que la diminuta semilla de la mora queda en el suelo, pero también la esparcen los animales en sus excrementos allí por donde vayan, lo que vuelve titánico el trabajo para controlarla.
Por ello, los científicos trabajaron en algoritmos de aprendizaje automático para llegar a la receta perfecta para mapear varias especies de plantas con fotografías aéreas capturadas con drones y satélites.
Si bien las imágenes de satélite tienen una resolución más baja que las fotos de drones, su potencial radica en que cubren toda el área de estudio y tienen ocho canales de color en lugar de cuatro, incluido el rango infrarrojo, lo que facilita caracterizar especies vegetales con diferentes concentraciones de clorofila.
Combinado con la información del dron, consiguieron un modelo estadístico llamado «Random Forest», que identifica cada especie en función de sus parámetros de color y lo extrapola a la imagen de satélite para lograr una distribución aproximada de su abundancia y superficie abarcada, en zonas húmedas de las islas Santa Cruz, Floreana, Isabela y Santiago.
Así han documentando cambios en las comunidades de plantas en Galápagos, un archipiélago que por su biodiversidad sirvió al científico Charles Darwin para elaborar su teoría sobre la evolución de las especies y donde ahora unas especies foráneas amenazan con la extinción de otras.
EFE